El consenso pandémico y el trasfondo de la crisis económica contemporánea

Viernes, 14/01/2022 08:14 AM

El consenso pandémico –fundamentado en la construcción mediática del coronavirus (https://bit.ly/2VOOQSu) y en el control de la industria mediática de la mentira– afianza la idea de que la pandemia es el momento o el pretexto idóneo para impulsar cambios profundos en las sociedades contemporáneas. Particularmente, las élites globales que se nuclean en torno al Foro Económico Mundial (WEF) de Davos difunden –bajo el supuesto de que las crisis abren grandes oportunidades– la noción de The Great Reseat (El Gran Reinicio o El Gran Reseteo del capitalismo) (https://bit.ly/2YqyFMN) a partir de Green New Deal o una "agenda verde" dirigida por los mega-fondos financieros y un régimen bio/tecno/totalitario orientado al control de los cuerpos, las mentes, la conciencia y la intimidad de los ciudadanos, que asegure la transición en los patrones energético y tecnológico. La grieta abierta en tiempos de pandemia entre vacunados y no vacunados (https://bit.ly/3lAEKlg) es solo un botón de muestra del despliegue de esos dispositivos de control regidos por un pensamiento maniqueista que también se fundamenta en el aprovechamiento del miedo y la vulnerabilidad humana.

La política del miedo y las nuevas significaciones de éste (https://bit.ly/35KfaRU) que viene perfilándose desde inicios del 2020 supone la supresión o restricción de libertades para no sentir comprometida la seguridad. El miedo al contagio, el miedo a la hambruna, el miedo al desempleo, se construyen como significaciones que allanan el terreno para afianzar en el imaginario social la restricción de libertades y el retorno del leviatán.

El mismo consenso pandémico afianza la noción de que la crisis económica mundial es resultado del coronavirus SARS-CoV-2. Se introyecta esa narrativa en el imaginario social con el fin de encubrir la causalidad de los cambios que se proyectan en el seno de quienes toman las decisiones estratégicas en el capitalismo contemporáneo.

El trasfondo de todo ello es la transición a un nuevo modelo económico piloteado por un complejo militar/financiero/digital que tiene como apéndice a Estados expuestos al híper-endeudamiento. De ahí que la pandemia sea una expresión más del largo proceso de desindustrialización y de desintegración de la economía físico/material en el eje geoeconómico del atlántico, que se gestó a lo largo de cincuenta años con la quiebra de los Acuerdos de Bretton Woods en 1971 y el ascenso de los mercados financieros como escenarios de poderes fácticos que perfilaron un patrón de acumulación fundamentado en la especulación, el rentismo y los sistemas de flotación de las divisas. 2 000 billones de dólares en activos financieros que no cuentan con respaldo material son solo el síntoma de ese largo proceso de desintegración y supeditación de la economía productiva, así como del poder de las élites bancario/financieras globales que apuestan a una privatización de las decisiones públicas.

Con el mismo consenso pandémico se justifica la crisis de la economía global, y se justifica también la continuación de programas de emisión cuantitativa –la impresión irrestricta de dinero– para sostener la burbuja especulativa propia de la economía de casino que se mantiene a flote desde la crisis inmobiliario/financiera del 2007-2009. A su vez, se propone un cambio a un régimen monetario en el cual la política fiscal sea colocada bajo el control directo de los mismos bancos centrales, en un escenario de híper-inflación que afecta el precio de las materias primas y que es resultado de las deudas propias de los derivados financieros en manos de los bancos. Se rescata a las entidades bancarias con recursos fiscales para que continúen operando, y es así como se justifica la emisión cuantitativa que ascendió en el 2020 a rangos de 30 billones de dólares bajo el pretexto de la pandemia (solo en los Estados Unidos esa emisión cuantitativa alcanzó los 19,1 billones de dólares: https://bbc.in/2ZXLy4I; https://bit.ly/3rG1G6f).

No se trata de un modelo de política económica trazado a la vieja usanza keynesiana como se pretende hacer creer; ni se acerca siquiera a los programas de estabilización macroeconómica de las pasadas cuatro décadas. Tampoco representa la muerte del modelo económico ultra-liberal, sino la exacerbación del fundamentalismo de mercado y la entronización del poder financiero en sus intentos delirantes por edificar un gobierno mundial privatizado a partir del miedo y del descrédito e ilegitimidad de los Estados. De ahí que sea urgente trascender la falsa disyuntiva de "más mercado o más Estado" para pensar en alternativas que inicien con la comprensión de estas megatendencias mundiales decantadas con la pandemia del Covid-19.

El agotamiento del modelo de crecimiento económico ilimitado –que es el telón de fondo de todos estos procesos– y la imposibilidad de expansión geográfica de los mercados son, a su vez, la crisis de la misma ilusión etnocéntrica del progreso y del trazo ascendente de la historia que acompañaría al despliegue del capitalismo desde hace dos siglos. De ahí que la pandemia sea una evidencia más del colapso civilizatorio contemporáneo (https://bit.ly/3mY2sXo). Y el tratamiento que ofrecen esas élites globales a lo que se perfila prospectivamente y a lo que podríamos denominar como era post-pandémica no toma en cuenta las múltiples secuelas de la crisis epidemiológica global (https://bit.ly/3l9rJfX). Convencidos en afianzar las estructuras de poder, dominación y riqueza, omiten intencionadamente las consecuencias emocionales, neuropsicológicas, educacionales, laborales, organizacionales y sociales de la pandemia, de tal forma que el consenso pandémico privilegió soluciones monotemáticas y unilaterales que asumen al ciudadano como un ente pasivo e invadido por el miedo, más que proactivo y creativo.

La ruptura respecto al consenso pandémico y el miedo que ello entraña es crucial y solo se logrará con el cambio profundo en las relaciones sociales y en la manera en que pensamos y concebimos la realidad. Sin la imaginación creadora las sociedades difícilmente lograrán (re)construirse tras el paso implacable del huracán pandémico. Todo ello, por supuesto, tiene como telón de fondo a la crisis sistémica del capitalismo.

 

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