Joe Biden afronta y confronta a Putin y Xi Jinping

Sábado, 15/01/2022 09:46 AM

Historiadores, políticos, analistas, expertos en geopolítica, adivinos y brujos están abocados en pronosticar los avatares que nos deparan las decisiones del camarada Joe Biden y sus correligionarios del Departamento de Estado y el Pentágono por aquello de continuar no ya las políticas del demócrata Donald Trump que también sino por las nuevas reingenierías referidas a las presiones en permanencia de sanciones, acusaciones, amenazas infundadas, movimientos militares en tierra, mar y aire; en fin "alborotando el avispero".

En ese orden de ideas, pareciera que los estados capitalistas actuales se encuentran en una realidad "cul de sac" cuando lo sistémico capitalista está inmerso en una profunda crisis existencial, cuando las contradicciones inherentes al propio capitalismo se están confrontando con las realidades de su permanencia en un continuo proceso de desarrollo y crecimiento ¿perfectible?

Precisemos. El capitalismo imperial norteamericano ha dirigido, fundamentalmente, sus políticas agresivas de Estado a los dos escenarios que representan a "sus contradicciones": Federación Rusa y la República Popular China.

Recordemos la tesis de Alfred Thayer Mahan, por demás muy interesante, quien apuntaba, como Política de Estado para la novel nación en expansión imperial aspirada, la necesidad de tener presencia permanente en diferentes puntos geográficos isleños en la Región del Asia-Pacífico con miras a participar, in situ, en el repartimiento de las realidades económicas en China durante el siglo XIX.

Así comenzaría la presencia dramática de los EEUU de Norteamérica en el continente asiático; desde entonces su expansión ha sido sostenida en los diferentes escenarios nacionales bañados de sangre y fuego.

Actualmente, la Casa Blanca, es decir, el Poder real, se propone revivir aquellos hechos históricos imperiales europeos en la Región Indo-Pacífico. Esa "neo-expansión político-militar" norteamericana contiene en su seno su propia contradicción, es decir, sobre el papel todo pareciera perfecto pero las realidades geográficas, sociales, religiosas, económicas y militares obligan a "poner los pies sobre la tierra".

La experiencia histórica de confrontación, agresión y expansión post-Meiji del Imperio del Japón contra la China manchú, el reino de Corea y la Rusia zarista durante finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, nos enseñan los efectos producidos de una sico-realidad que está presente en el consciente y subconsciente (inconsciente colectivo) de las sociedades de dichas naciones cuales producen profundos efectos negativos como contraproducentes en la actual geopolítica de los EE.UU como son, a título de referencia, las firmas obligadas de tratados de defensa mutua y la venta de equipos militares.

La actual geopolítica norteamericana en su búsqueda necesaria de alcanzar el control absoluto de la Región Indo-Pacífico bajo la Presidencia de Joe Biden sobre la base de viejas alianzas junto con nuevos actores necesariamente se tiene que confrontar con las realidades históricas y objetivas arriba en mención.

En ese orden, al no considerar esas variables estratégicas se podrían producir resultados mucho más dramáticos que los obtenidos por los resultados conclusivos a las guerras en Corea y Vietnam. Es decir, ante ésta objetividad sico-histórica en el marco de un presente asimétrico en las realidades sistémicas nacionales, el no comprender la realidad sico-histórica de los pueblos del continente asiático desde la India hasta las costas siberianas rusas junto con las diferentes variables en referencia de la sociología de la guerra, los resultados conclusivos tanto para los EEUU de Norteamérica como para sus "socios y aliados" y los otros, tendrían un resultado de tal gravedad que impactaría no solo en lo conceptual definido como "imperio norteamericano" así como se impondría una crisis en el sistema capitalista de dimensiones indefinidas para el propio sistema junto con la posibilidad de su sustitución por un sistema social-socialista de "Nueva Era" tal como sucediera durante la Primera Guerra Mundial con respecto a la Revolución Bolchevique.

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