Hay miedo, lo reflejan los anaqueles de los supermercados. Faltan de nuevo aceite y harina. En los ascensores se ha dejado de hablar del tiempo para hacerlo de la gasolina, la luz, el gas y la calefacción. En la siderurgia ya hay regulaciones de empleo y la flota se halla amarrada en más de un puerto. Se trata del "primer precio de la guerra", según señalan. La inflación escala al 7,6%, y los desahucios se disparan un 57%. Ya nadie habla de "nueva normalidad". Resulta imposible. Más del 50% de la población reconoce estar ahora peor que antes. Eso sí, a algunos les va de fábula. Son "nuestros oligarcas", los jefes de Repsol, los del Banco Santander, los de la industria armamentística, los de las eléctricas, Naturgy o las farmacéuticas. Para ellos nuestra ruina representa su oportunidad para continuar forrándose. Nos meten la mano en nuestra escuálida cartera por mil y una vías. Todo muy legal.
"Unidad" reclama Sánchez en La Palma a todos los presidentes autonómicos. Unidad también ha pedido a los sindicatos. El presidente plantea que nuestros salarios no suban como lo hace la inflación. Es decir, al ritmo de la luz, la gasolina o los alimentos. A eso lo llama "pacto de rentas". Por otro lado, propone en la conferencia de presidentes rebajar los impuestos, o sea, seguir descapitalizando lo público. Lo que nos plantea es que el dinero de todos sirva para "preservar" el beneficio de los dueños del IBEX 35, aquellos que inundan de billetes los paraísos fiscales y cuyo mejor exponente no es otro que Juan Carlos I, emérito en España y Alí Babá en Abu Dabi.
El PP de Feijóo aplaude y se suma a los cantos de unidad. No es para menos. Es su política la que pone en marcha Sánchez en rentas, impuestos y monarquía. Ya vemos que el "nuevo PP" no solo huele a naftalina neoliberal como el viejo, sino que, tras la entrada en el gobierno de Castilla y León de Vox, suma a todo lo anterior la pestilencia facha de la ultraderecha. Vox representa el apósito que el PP se llevará ya a todos lados y su ataque a los derechos sociales y a la igualdad, la divisa que no podrá ocultar por mucho discurso que los envuelva.
Envolvernos en una profunda movilización antimilitarista y por la paz, como la que habrá en Galicia el próximo 20 de marzo, es la respuesta que nos exige la guerra de Putin en Ucrania y al rearme militar decidido por todos los gobiernos europeos en París al calor de la OTAN. Necesitamos un NO A LA GUERRA alto y claro como el que proclamó, tantas y tantas veces, Alain Krivine, fundador de la LCR francesa y del NPA. Un revolucionario incuestionable, uno de los imprescindibles que nos dejó el pasado día 13 de marzo. Nuestro mejor homenaje, además del recuerdo, es nuestra lucha diaria por el socialismo y la revolución. Un fuerte abrazo a su familia y compañeros, y uno especial para nuestros amigos de Anticapitalistas en el Estado español con quien tanto compartió. Por él, por muchos, por tantos. Venceremos.