En esta tierra las fortunas son de espuma

Miércoles, 30/03/2022 09:22 AM

Todos los pueblos han sido así; han ido por tanteos entre revoluciones y crímenes. Y cuando le proponían ciertos problemas dolosos, la cuestión de razas, por ejemplo, me observaba: hoy todos los pueblos son híbridos y sangre negra y asiática tienen todos los pueblos del Sur de Europa. Además, la humanidad tiende al cosmopolitismo. Lo que no es nuevo, sino muy viejo, la antigüedad fue cosmopolitita en cierto modo. Cuando los pueblos llegan al apogeo, se abren como una granada y se nutren de humanidad. No hay que tener miedo, sino fe. A los pueblos los hacen sus ideas. Y nosotros en Nuestramérica tenemos nuestra fisonomía. Tú ves un negrito de esos, con la pedantería de sus lentes que te parece ridículos, desligado, híbrido, pues bien, ese hombrecito, que de un salto se nos incorpora y entra en la civilización, y la civilización le arruina, ese hombrecito, — te digo— lejos de aquí fuera de la patria, jornalero en Pekín, tití en Londres, restacuer en París, tiene en sí todas las características del venezolano en Carabobo y Ayacucho. En un instante dado, aquel hombrecito vibrará y en el ademán, en el gesto y en el arranque y hasta en lo vil y lo canallesco, será un venezolano: sabrá morir y amar con el odio y el amor venezolanos.

—El Páramo de Pisba, han muerto mil ochocientos hombres. Ahora tan sólo queda vencer o morir. El pueblo parecía tener conciencia de su situación y acudía espontáneo y entusiasta. Todas aquellas fieras humanas, en sí no eran sino pobres soldados, cubiertos de harapos, sin alpargatas, sin cobijas, acabados por las fatigas, por el paludismo y la fiebre de los combates que exalta y aniquila. No todos tenían su contextura, De antemano, la mayor parte de aquellos hombres estaba muertos, no conocerían la vejez, si las balas les respetaban, las enfermedades, la miseria o el presidio acabarían con ellos. Serían segados en flor por la muerte.

¡Cuándo se cerrará el ciclo de las revoluciones! Viven en una revolución continua, bajo formas distintas según su estadio de cultura. Son una necesidad social. El hombre no obtiene nada del hombre, sino desgarrando al hombre. Como los perros, andamos a puras dentelladas por el pan, que en este caso es la defensa de las leyes fundamentales violadas.

¡Cuán triste es el despertar de un ejército que se preparas para ir hacia la muerte! Sobre el corazón del más valiente corre un soplo helado y asoma a sus labios un ¡qué importa! Sí, ¡qué importa la vida, si la muerte de todos modos ha de venir! Por eso eso es grande y bello, salva y redime el valor, al hacernos superiores a nuestra misma naturaleza. Por eso llenan la historia los hombres y los pueblos valientes. Por eso virtud máxima, la fama les adula y el mundo se les entrega.
Eduquémonos en el valor y en el deprecio de la muerte. Ahoguemos en la cuna a los cobardes, como en la antigua Esparta a los que no poseían la característica de la raza. El hombre sobre la tierra, en todas las manifestaciones de su actividad, jamás deje de ser un soldado, y el valor, su único escudo. Redimámonos de la cobardía bajo todas sus formas múltiples. Leguemos a nuestros hijos, por herencia, una tradición de valor.

“¡Todo por ella, por alcanzarla, porque sea mía! De su amor se nutría, en su amor se amparaba y por su amor desafiaba la muerte, con el gesto despectivo de un gladiador adolescente”.
¡La Lucha sigue!

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