Ucrania: escenario de la contienda; Rusia: el objetivo de la OTAN
Por: Narciso Isa Conde
Jueves, 28/04/2022 08:09 AM
Pienso que estamos ante una situación diferente y frente a un fenómeno con nuevas características, independientemente de que el choque involucra a superpotencias militares y potencias capitalistas.
· La guerra global arrancó en el 2001.
Esta guerra es –repito- otro capítulo de la “guerra global infinita” decretada por el presidente estadounidense George W. Bush, a raíz del derribamiento de las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001, que ha tenido intensos capítulos y escenarios diversos en el Lejano y Medio Oriente (Afganistán, Irak, Palestina, Libia, Siria, Yemen…)
Inmediatamente después de esa declaración de guerra, EE.UU logró involucrar a las potencias capitalistas de Europa Occidental en esa nueva modalidad de la guerra mundial.
Una guerra progresiva y ascendente, más que por la conquista de mercados y territorios (sin excluirlos), contra todos los factores, que el contexto de la crisis integral de decadencia del sistema, han reducido la preeminencia de EE.UU y afectado seriamente su hegemonía a escala mundial.
Estamos frente a un imperialismo gansterizado y pentagonizado a la vez, con un Complejo Militar-Industrial-Financiero tremendamente voraz, con fuertes corrientes neofascistas y ultraderechistas en sus entrañas, que se expanden al interior de sus fronteras y/o hacia el escenario mundial, y no permiten olvidar a los Trump, Biden, Len Phen, Zelensky…Ni obviar las numerosas expresiones fascistoides presentes en el llamado “capitalismo desarrollado” y sus dependencias, ni ignorar el endurecido patrón neoliberal que sus centros de poder han decidido imponer a la humanidad.
EEUU y sus socios no aceptan la multipolaridad en la escena internacional.
Les irrita sobremanera la emergencia de Rusia como superpotencia militar y el impresionante poderío económico y tecnológico de China.
Sueñan con desmembrar la Federación Rusa y debilitar a China, y no escatiman medios de fuerza para tratar de lograrlo.
Avanzaron contra Rusia sin quitar de la mira a la China, que ya amenaza desplazar a EEUU de la cumbre.
Arremeten contra los procesos soberanos en Asia, África y Nuestra América, y ponen en marcha guerras de diferentes generaciones e intensidades contra ellos.
Casos como el cubano, venezolano, boliviano, paraguayo… son más que elocuentes.
Reaccionan cruelmente contra las rebeldías sociales provocadas por las imposiciones neoliberales mezcladas con múltiples modalidades de delincuencia de Estado y corruptela empresarial.
En ese plano despliega su enorme poder mediático, campo en el cual conservan una amplia supremacía, y su gran poder militar, contra los países y procesos que no controlan, al extremo de irrespetar su independencia.
Ese no es el caso ni de Rusia ni de China, que desde su condición de grandes potencias emergentes, con poder para desafiar la maltrecha hegemonía estadounidense, actualmente aceptan la multipolaridad como forma de convivencia en paz, respetan la soberanía de los pueblos decididos a auto-determinarse; no aúpan políticas neoliberales, saqueos y endeudamientos onerosos, y se solidarizan con los procesos hostilizados por el Coloso del Norte.
Ojala duren un buen tiempo esas actitudes y no se debiliten cuando la hegemonía mundial pase a sus predios.
Las cosas hay que ponerla en su lugar, lo que no debe significar plegarse a los intereses de esas potencias emergentes en las que el capitalismo ha ganado bastante terreno.
Vale diferenciar roles y tener bien presente las contradicciones y posicionamientos actuales para aprovecharlas a favor de la plena emancipación de la humanidad del yugo del capital
En esa tesitura es preciso tener muy en cuenta que está a la vista una multi-guerra generada por la multi-crisis que estremece del sistema imperialista occidental, hostil a todas las civilizaciones que no sean la propia.
Está en marcha una agresión desatada a nivel global contra todo lo que no se pliega a sus designios y a los propósitos imperiales de EEUU; una agresión impregnada, por demás, de una fuerte voluntad supremacista blanca, y en consecuencia, de mucho racismo y xenofobia.
· El episodio ucraniano en el contexto de la guerra global.
Este episodio ucraniano de la guerra global fue escogido por el Pentágono y la OTAN como escenario de operaciones hostiles a la luz del Golpe de Estado del 2014, mucho antes de la entrada de las tropas rusas a la República de Ucrania; determinación de EEUU y la UE que terminó de cercenar la soberanía de ese país fronterizo con la Federación Rusa para convertirlo en plataforma de la OTAN, espacio territorial de la agresión militar anti-rusa e instrumento de los agresivos planes del decadente imperialismo occidental comandado por EEUU.
En corto tiempo convirtieron a Ucrania y su ejército en almacenes de laboratorios para las guerras biológicas, guarida de mercenarios fascistas, deposito de armamentos de alto nivel, centro operativo de mandos del Pentágono y la Otan; y de paso desataron las masacres en Donetsk y Lugansk, forzando a Rusia a intervenir militarmente para detener la escalada.
Esa singular manera de intervenir un país, cuyo presidente lacayo demandaba su incorporación a la OTAN, fue ejecutada con mucha anticipación a la presencia militar rusa en Ucrania, con la determinación de imponer la guerra planeada en territorio ajeno al Occidente Capitalista y las consiguientes sanciones; cargando sus trágicos costos sobre el pueblo ucraniano y pretendiendo que la carga de la guerra directa genere inestabilidad y crisis en los predios de la Federación Rusa, fracture el poder y la sociedad de Rusia, y debilite el nacionalismo gran ruso que encarna Putin.
Tal presupuesto imperial parece cada vez más remoto.
Las sanciones y las réplicas rusas parecen afectar más a Europa Occidental que a Rusia, mientras el involucramiento del Pentágono y la OTAN en Ucrania ya es imposible de ocultar; lo que en caso de un probable control militar de Rusia en todo el territorio del país ocupado puede abrir paso a denuncias y testimonios muy bien sustentados que establezcan inequívocamente las responsabilidad de EE.UU en las consecuencias de esa guerra cruelmente inducida, por demás absolutamente innecesaria.
Entonces, otro cuento tendrán que contar porque la decadencia agresiva de un sistema enfermo y enloquecido contará con menos razón y menos fuerza para sus nuevas fechorías contra otros adversarios, entre los que cuentan una China todavía más odiada por la extrema soberbia estadounidense en vía de ser desplazada y más pueblos en justa rebeldía y en tren de conquistar soberanías que habrán de sumarse al torrente transformador.
La insurgencia global de los pueblos contra esta dominación destructiva no es quimera y si puede vislumbrarse como la única manera de ponerle fin a esta tragedia cuyos responsables son inocultables y no admiten indefiniciones o ambigüedades respecto a quienes debemos enfrentar en tanto enemigos de la humanidad.