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Gustavo Petro: ¿El cisne negro de Colombia?

Viernes, 06/05/2022 03:07 PM

"El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable. No estoy de acuerdo con los seguidores de Marx, y los de Adam Smith: la razón por la que los mercados libres funcionan es porque dejan que la gente tenga suerte, gracias al agresivo método del ensayo y error, y no dan a las personas recompensas ni incentivos por su destreza". Fin de la cita. Nassim Taleb.

El candidato presidencial colombiano Gustavo Petro sabrá que el nuevo gobierno que se elija en mayo o junio de este año 2022, tendrá que enfrentar la violencia de los carteles transfronterizos dedicados al narcotráfico.

Petro, aliado o no de las FARC, y el ELN pero todavía existe la guerra en Colombia, que ahora es urbana con la llamada primera línea.

El candidato presidencial Gustavo Petro es elegido candidato del pacto histórico con la fuerza de más de cuatro millones de votos. Desde ahí, planea ejercer una campaña de la mano de una ciudadanía ideologizada, utilizando el viejo discurso trasnochado del izquierdismo totalitario de las reivindicaciones de las causas sociales, y evitar que el "el Fico del uribismo" genere altos niveles de popularidad en Colombia, y lo derrote en la segunda vuelta de junio, según lo previsto por expertos estrategas, electorales, políticos, y militares.

Petro dice que los partidos que apoyan a Federico Gutiérrez que se opusieron al proceso de paz tratarán de extinguir militarmente a las Farc, y al Eln, y a las bandas del narcotráfico. Ya que la desmovilización de las Farc como guerrilla es una falsedad, Fico Gutiérrez de "Equipo Por Colombia" dice que todavía existe una guerra en Colombia que incluye a poderosos carteles que operan en varios países. Señala, además, que implementará una lucha antidroga funcional con los Estados Unidos, para acabar radicalmente con el narcotráfico.

Fico Gutiérrez ha dejado entrever, que los miembros de las Farc que están todavía en armas, los tratará de extinguir como proyecto político del terrorismo. Y hay muchas posibilidades de que eso suceda, dada la impopularidad de la guerrilla, después de 60 años de guerra, y ahora aliada del narcotráfico.

Las bancadas del petrismo no lograron ser mayoritarias, por lo que de resultar electo Fico deberá ejercer otro tipo de estrategia frente a la extrema izquierda: no tanto en cómo se ganen los debates en el Senado, sino cómo se generen debates clave que traten de desnudar la microfísica del poder terrorista, y narcotraficante colombiano, que siempre ha estado articulado con el narcotráfico. Fico en sus discursos, ha dejado colar que derrotará al terrorismo a través del contacto permanente con la población en todo el país.

Nuestro gran capital político no estará el Congreso sino en la calle. Si lo logramos consolidar, va a posibilitar, en primer lugar, derrotar a la violencia que ha hecho metástasis. En segundo lugar, ejercer el poder con mano dura a partir de este año 2022, contra el narco terrorismo.

Fico por lo que se ve propondrá un frente, con la diversidad política no simpatizante con el terrorismo, porque la diversidad política es una riqueza para la nueva Colombia.

Petro trataría de ganar, y de homogenizar a la sociedad colombiana, ideológicamente hacia el totalitarismo estalinista, y esto no se puede permitir en pleno siglo XXI, no se puede uniformar a la sociedad. La virtud de lo que proponemos, ya se ve en la estética de la campaña, donde la gente se exprese con diversidad, y libremente, me encanta que eso sea así, porque es la base de una nueva democracia en Colombia.

Entonces, esa diversidad, donde hay indígenas, afros, ideologías diferentes, distintas maneras de entender el país de forma diferente, pero que todos entienden el deseo de una transformación social desde el punto de vista democrático, por la vida, y por la paz, que es lo que estoy proponiendo.

Aunque la lucha contra las drogas no es una lucha netamente militar; incluso judicial, sino que tiene que ver, con el fortalecimiento de la salud, y la educación pública, con oportunidades para la juventud.

Colombia con este proceso electoral presidencial, entra un momento de desenlace, y como todo momento de desenlace es traumático. Hay que tener cuidado. Ha dicho durante lo que va de campaña que todo lo positivo del proyecto político de Álvaro Uribe, será tomado en cuenta como lo fue el crecimiento económico de Colombia en sus ocho años de gobierno. Que las FARC-ELN, quieren destruir con Gustavo Petro, que es su principal aliado, que no le propone nada productivo al país, no tiene ideas, es un proyecto abstracto de control social. Se están defendiendo de su última derrota, y su retiro definitivo de la política colombiana. Y su última opción de ganar para poder establecer un proyecto totalitario, por eso sus mensajes de amedrentamiento a la justicia colombiana en contra de Álvaro Uribe.

Este es un momento agónico para Colombia, una sociedad no resiste esto por mucho tiempo. De hecho, Petro inventa atentados, ante la duda de poder ganar. Sembrando el temor en los sectores medios de la sociedad. Fico sostiene que lo de Petro, ya es un proyecto derrotado, pero ahí es donde hay que tenerles más cuidado, porque en ese desenlace donde muere el proyecto farc-eln-petro, pueden desencadenar una violencia bárbara, y terminar muy articulados con los nuevos actores de la violencia que están en manos de los carteles fronterizos. Además, pueden condenar al país a un desastre institucional. La postura del "equipo por Colombia" debe ser defender al país de eso, y más bien lograr que ese final del narcoterrorismo transite pacíficamente.

Como el petrismo no ha podido vivir sino del odio a Uribe, por haber derrotado política, y militarmente a las Farc, la única forma que tienen para darle un discurso de legitimidad al petrismo, es revivir el odio hacia Uribe ficticiamente, porque las acabó como organización armada.

El peligro de ese intento es que oculta la realidad de la nueva violencia de la Farc-Eln, de llegar al poder vía electoral. Es donde los carteles del narcotráfico tienen una estrategia de dominio sobre el mercado de la cocaína, que traspasa las fronteras, ya no solo es colombiano, ya es ecuatoriano, venezolano. Y que está en Centroamérica, y tiene raíces dentro de los EEUU.

El nuevo gobernante de Colombia debe asumir la defensa de la sociedad ante esta nueva estrategia del narco terrorismo, tiene que ser fuerte; Fico ha dicho que lo es. Lamentablemente surgen temores sobre una nueva situación de violencia, que podría crecer mucho más.

A Petro durante esta campaña presidencial sus contrarios lo ha tildado de castro chavista, comunista, dicen que va a convertir a Colombia en Venezuela.

¿Gustavo Petro seria un Cisne Negro, para Colombia?

El problema de los grupos armados irresoluto ad portas del siglo XXI, encontró en el narcotráfico el oxigeno necesario para estar vigente en un país en donde la reformas agrarias, no han logrado avanzar en mejorar la propiedad de la tierra, el modelo agrario, y mucho menos en equidad social. Bien se podría plantear que no hay una propuesta económica que busque solucionar los casi 60 años de conflicto armado; no quiere decir eso que no hayan existido a lo largo de ese tiempo avances, fórmulas y propuestas, mas no en materia de soluciones estructurales, que erradiquen los orígenes del problema.

Desde los años 60 hasta los 80, las soluciones al problema de la guerrilla en Colombia fueron marginales, solo obedecieron a firmas de acuerdos, participación en política, y una tímida entrega de armas, todo esto enmarcado en un contexto económico nacional cambiante, y un escenario internacional, aun sin una lucha sin cuartel al terrorismo ni al narcotráfico. Entre 1998, y 2013, se ha abordado el tema del conflicto armado colombiano desde varios enfoques institucionales, es decir liderados por los cuatro gobiernos que abarcaron dicho periodo. La administración de Andrés Pastrana (1998-2002) logró eclipsar el descrédito nacional e internacional causado por la guerra del narcotráfico y sus efectos la política colombiana apostándole a una zona de despeje que a la postre se convirtió en un problema mayor que llevó a una propuesta de guerra frontal contra la guerrilla que caracterizó los dos periodos de Álvaro Uribe (2002-2004 y 2004-2008).

La política se revuelve más aún porque la estrategia de enfrentar al tema guerrillero difiere de un sector a otro. Sobre la manera de cómo salir del conflicto interno.

Para entender el problema colombiano hay que mirar el entorno de la región, un ejercicio que a todas luces puede resultar elocuente para determinar que es un asunto puramente interno. La situación de Colombia no es muy aislada de lo que sucede en varios países de América Latina.

El escenario actual al cual se enfrenta Colombia, es económico, y social, y sobre el cual es oportuno lanzar una pregunta crucial para los estudios políticos.

Nassim Nicholas Taleb es un financiero libanés que se dio a conocer en todo el mundo en 2007 cuando Random House publicó su libro The Black Swan. Una propuesta que propone mirar el impacto que tienen las cosas y situaciones altamente improbables en la cotidianidad. Sus teorías basadas en que las predicciones económicas sucumben ante acontecimientos impredecibles que acarrean impactos gigantescos son referencia obligada en el mundo financiero, máxime ahora luego de varias recesiones en las economías de los países más desarrollados.

Pero, ¿qué es esto de comparar a Gustavo Petro con un cisne negro, por tener el apoyo de la guerrilla colombiana puede mirarse desde este punto de vista? Taleb narra en su libro que antes del descubrimiento de Australia, los europeos pensaban que todos los cisnes eran blancos, pero una vez desembarcaron en esas costas en donde los cisnes negros son de hecho, relativamente comunes, tuvieron que reajustar sus ideas. La lección de la historia es que siempre hay excepciones que esperan ser descubiertas de manera totalmente accidental. Lo que llamó cisne negro es un acontecimiento excepcional e impredecible que acarrea consigo un impacto gigantesco.

Para los colombianos el resultar Gustavo Petro elegido presidente en este año 2022, con una guerrilla histórica muy activa durante el último medio siglo no es un acontecimiento impredecible, pero si tendrá grandes consecuencias en el futuro de las nuevas generaciones de colombianos.

En boca de Taleb, estos cisnes negros pueden ser negativos, como el 11 de septiembre de 2001, o positivos como el descubrimiento de la Viagra: nadie estaba buscando mejorar la calidad de vida de los hombres mayores cuando accidentalmente descubrieron esa droga. Los colombianos nacidos del año 2000 para acá han desarrollado diferentes percepciones de lo que representa vivir en paz, sin una guerrilla a la cual culpabilizan de todos los problemas políticos, sociales y económicos; al tiempo de que ninguno de los líderes políticos han elaborado un discurso pos conflicto real para esta contienda electoral 2022, pues toda su formación, y desarrollo discursivo tienen que ver con el maltrecho orden público que afecta parte importante del territorio colombiano, pero sin real trascendencia para los sectores, y zonas que toman las decisiones.

La política, al igual que los mercados financieros, sistemáticamente minimiza el riesgo de grandes hechos improbables. Durante todas las décadas pasadas desde cuando el fenómeno de las guerrillas comunistas pasaron de ser una moda a una tendencia en América Latina, hasta encontrarse plenamente en el territorio colombiano con el negocio del narcotráfico. Y ese ha sido el oxigeno que le ha permitido seguir afectando el diario acontecer de puntos concretos que solo representan el cuatro por ciento del país, el tamaño de los guerrillas, junto a sus intenciones de llegar al poder por las armas, fracasaron.

El gasto en la guerra es ineficiente porque estos recursos se podrían utilizar para generar un crecimiento económico, pero necesario para afrontar las amenazas que representan los grupos guerrilleros. Hace tránsito o cursa la idea de que así se acabe el conflicto no se va a generar un espacio fiscal para invertir en otros sectores, pues se iría a mantener un aparato de seguridad a nivel rural, a atender los altísimos costos que supone la reincorporación a la vida civil de los guerrilleros desmovilizados, y a atender los compromisos financieros que resulten de una negociación, o de una derrota militar. Socialmente se cree que los ahorros que puedan surgir de lograrse el fin de la guerra deben venir de un programa de reconversión, en el que las fuerzas militares no se dediquen a resolver los conflictos internos sino a prepararse para atender amenazas exteriores, a enfrentar el narcotráfico creciente, mayor presencia de la autoridad en las regiones más apartadas, y a ejercer labores de paz.

La paradoja es la siguiente: si un triunfo de Gustavo Petro en Colombia es un evento de alto impacto social, económico, y político que puede cambiar la historia de ese país en el mediano, y largo plazo, o puede tratarse como un fenómeno cercano a un cisne negro de improbable ocurrencia. Para acercarse a un análisis más o menos detallado del por qué pasaron las cosas, y qué sucederá en el mediano y largo plazo tenemos que adentrarnos en las teorías de Taleb. No hay ningún evento escalable en los diferentes procesos, hay más bien retrocesos, y acumulación de errores históricos que se traen a valor presente para no avanzar hacia el futuro.

Como en la fábula del ‘pastorcito mentiroso’, todos sus anuncios de falsos ataques del lobo se van acumulando al igual que los procesos de paz estériles, de tal manera, que cuando haya una ataque cierto del lobo, será un proceso real, y duradero, nadie está protegido hacia el eventual pos conflicto. Es la explicación de los mil, y un días del pavo antes del día de acción de gracias, o del cochino antes de la noche buena ¿Qué tal si uno de los dos candidatos Petro o Gutiérrez, sí sus triunfos ciertos cambien la historia colombiana?

Los colombianos han aceptado, y asumido que viven sus días en una incertidumbre espantosa, y si se vive así los cisnes negros no existen. O tienen escasas consecuencias. Frente al futuro de Colombia, o tiene error de confirmación, falacia narrativa; la naturaleza de los actores políticos no está programada para los cisnes negros; hay distorsión de la pruebas silenciosas, y se concentran en unas cuantas fuentes bien definidas, es decir guiados por la incertidumbre. En cambio las desigualdades son tales que la única observación puede influir en forma desproporcionada en lo total. Justamente eso, la última llamada de urgencia sobre el ataque del lobo en la aldea del ‘pastorcito mentiroso’ era realmente cierta. Era una única observación, y definitiva. Si se pueden generar cisnes negros, y de hecho sucede, pues unas cuantas ocurrencias han influido colosalmente en la historia.

Hay razones de peso para distinguir entre los dos puntos de vista que permitan ubicar los mundos o las zonas en los que nos movemos en las decisiones políticas, y que si las asimilamos en consciencia podremos avanzar en la búsqueda del bienestar común. Es donde se tendrá que soportar la tiranía de lo colectivo, la rutina, lo obvio, y lo predicho. O el seguir sometidos a lo singular, a lo accidental, a lo imprevisto, a lo no predicho. La mayor parte de la acción del cisne negro está en los extremos, pero hay acciones que son raras e imprevistas, mas no son verdaderos cisnes negros que todo lo cambian

Colombia es la nación que saca la cara como una de las democracias más antiguas del continente americano, y sobre esta creencia pesan muchas de sus acciones internas. Aunque si se hace una pregunta cruda, ¿por qué si se es una democracia consolidada existe un conflicto interno irresoluto desde hace muchas décadas, además existen generaciones enteras de colombianos que nunca han tenido un día de paz en sus existencias? La respuesta o las respuestas a esta situación tienen que ver con la postura con que los políticos de turno encargados de llevar al país a otro estado de desarrollo han asumido.

Casi todas las actuaciones de los líderes políticos están ancladas en donde los sucesos son promedios, típicos e irrelevantes. El proceso de paz no es un cisne negro porque siempre advertimos su fracaso, y apostamos a que no habrá pos conflicto pacífico porque en sesenta años no ha pasado nada disruptivo en ese asunto. Cada gobierno arma un proceso de paz o de aniquilamiento de la guerrilla tal como hace un plan de desarrollo o una reforma tributaria, y los colombianos así lo asumen en forma corriente. El proceso de paz es un hecho que se desarrolla en los terrenos del terror, pero la paz en sí misma con todas sus consecuencias sí puede ser un cisne negro que solo el paso del tiempo lo identificará.

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