"La acción política sólo es maniquea en sus grados bajos, y el maniqueísmo tiene el efecto de camuflar el azar, y la incertidumbre de la acción".
(Mis demonios, cap. 8).
Fin de la cita.
Edgar Morín.
Un mismo acontecimiento político, social, y económico, puede ser analizado de distintas formas. Hay infinitas maneras de ver la realidad. Hay quienes tratan de aprehenderla con todas sus mañas, colores, y tonalidades. Existen los que la observan con pasión fanatizadora, desbordada, interpretándola, y distorsionándola, con una actitud supuestamente objetiva, bajo el prisma deformador de sus particulares intereses. Esta visión maniquea se ha instalado con una perversión desbordada en nuestra vida política regional. Existen carteles que manipulan la verdad, y se auto identifican con el ejercicio del manejo de los bienes públicos, las aspiraciones del ciudadano, es que el desinterés por su calidad de vida, los pueblos no progresan solamente con maquillajes, debe prevalecer también la honestidad, y la inclaudicable defensa de las instituciones, que muchos las manipulan cotidianamente. También se suman gobernantes alacranes opositores, que son la representación de las fuerzas del mal, de la traición, del odio, y el resentimiento, de la mentira, y la arbitrariedad. Las acciones políticas que ejercen, privadas de innumerables matices, de contradicciones, son concebidas en blanco, y negro. Por ser elemental, falsa, y negativa.
En este ambiente, la actividad política concreta, despojada de fundamentos, y fines trascendentes, se ha vuelto paralizante. Que no conduce a ninguna parte, donde se impide el avance hacia el empleo, y el desarrollo productivo, desperdiciando las energías humanas, y socavando las bases de un posible entendimiento hacia el desarrollo nacional, dividen, y destruyen más a la sociedad. Donde siempre prevalecen los intereses individuales en pugna, las intrigas, las ambiciones desenfrenadas y la sobrevaloración personal, el narcisismo descocado, la superficialidad en el análisis de la jerarquización de lo problemas, la corrupción institucionalizada, el afán de concentrar el poder, y los delirios mesiánicos, una mezcla confusa, y desconcertante, donde se ha formado una red inextricable que nos envuelve y muchas veces nos dificulta ver con claridad a los psicópatas de turno. Enredados puerilmente en lo coyuntural e inmediato, en lo secundario, la finalidad última, la construcción de una sociedad de borregos, sin libertad, antidemocrática, injusta, y sin fraternidad, donde no se permite el desarrollo integral, y armónico del hombre, y el aprovechamiento de todas sus potencialidades es postergada.
El ciego afán del poder, por el poder mismo, por parte de unos energúmenos, ha despojado a la actividad política de su dimensión moral. Donde el fin justifica los medios. Siempre buscan desacreditar las opiniones críticas, no por la eventual falta de razón sino por los hipotéticos o reales defectos de quienes las sustentan, en falsos positivos de videos mostrando malandros. El avasallamiento a los ciudadanos, que osen criticar estos desmanes, ha sustituido a la solidaridad entre hermanos, el oportunismo es cada vez mas ramplón. El insulto, el desprecio por la inteligencia, que envía correspondencias, las cuales no responden, y se burlan, cuando no le paran bolas, todo esto ha remplazado al debate político. Los esquemas carentes de contenidos se han impuesto sobre el análisis de las políticas públicas. La calumnia, el chisme, y la infamia, la han convertido en una irresponsable arma de combate. La intransigencia ha vuelto anacrónica la necesidad del diálogo, y el entendimiento fraterno. Estamos matando las raíces del futuro de las nuevas generaciones de venezolanos. Se esta destruyendo las endebles bases de nuestro sistema democrático, y estamos cayendo en un profundo barranco. Es imperioso entonces despertar, de esta pesadilla, y no olvidar las lecciones del pasado. Un político con formación democrática y social, escribió Albert Camus: "es aquel que admite que el adversario puede tener razón, que le permite, por consiguiente, expresarse, y acepta reflexionar sobre sus argumentos". Fin de la cita.