Las elecciones colombianas. Desarrollo y perspectivas

Viernes, 03/06/2022 07:52 AM

Hay cosas claras que se pueden extraer de lo ocurrido electoralmente hasta ahora en Colombia. Es siempre más fácil analizar lo sucedido que saber lo que está por suceder. Sobre qué pasará en la segunda vuelta, dentro de unos quince días, no puede haber sino aproximaciones, conjeturas, muchas veces deseos, pero nunca afirmaciones tajantes. Se pueden analizar los elementos existentes de la forma más objetiva posible, para contribuir a abandonar la práctica alegre de despachar este tipo de situaciones de manera sencilla y rápida. La realidad es compleja, y la realidad política lo es mucho más, pues es inherente a las vivencias y conductas del ser humano, y éste está muy lejos de ser simple.

El gran derrotado fue Uribe y su política, y Duque como última expresión de ésta. Colombia votó mayoritariamente por dos candidatos que se presentaron como contrarios al "establishment", lo que significa su rechazo con la forma en que el país venía siendo dirigido. Votaron contra la violencia de todo tipo, la extendida miseria, la descomposición social, la corrupción campante, la inseguridad, la existencia de un narco estado, los homicidios cotidianos de líderes sociales, campesinos e indígenas; el sometimiento al Departamento de Estado e, incluso, el alejamiento de Venezuela. Votaron por algo distinto.

La victoria de Petro con más del 40 por ciento de los votos era esperada y se debió a sus luchas de años, a su rebeldía constante y su valentía, que lo hicieron mejor que los otros candidatos. Viene además en ascenso vertiginoso en los últimos años. Decir que fue derrotado porque no sacó más de la mitad de los votos en la primera vuelta, es una muestra de antipatía a su figura y su política y demostración de cómo influyen los deseos y sentimientos las conclusiones a que se llega, entre otras cosas porque da por sentada la derrota de Petro en segunda vuelta, algo de lo que no hay ninguna certeza en este momento.

Podemos afirmar que habrá cambios en la política interna y externa colombiana, cuya profundidad dependerá de quien resulte finalmente vencedor. En este sentido, algunos de los últimos señalamientos de Hernández pudieran parecer de Petro: acuerdos de paz con el ELN, legalización de la marihuana, apoyo al matrimonio igualitario, reestablecer relaciones con Venezuela. En el discurso, por lo menos, se acerca a Petro, incluso ha reconocido su gestión como alcalde y rechazado las calumnias que se le han hecho, lo que pudiera ser una estrategia equivocada teniendo en cuenta el apoyo uribista que requiere para ganar.

Debemos advertir que los resultados electorales de la segunda vuelta no se pueden ver como simples sumas de votos de las distintas alianzas que se formen. Decir que Petro ya perdió, es una ligereza, aunque llegue a ser verdad. Es cierto que Petro alcanzó un techo electoral, pero lo hizo en las condiciones de la primera vuelta. En la segunda pudieran abrirse posibilidades que le permitan seguir creciendo, entre éstas la movilización de quienes han abandonado la técnica electoral durante décadas, por ser ineficaz en resolver sus problemas. La derrota del uribismo pudiera constituir una motivación en algunos, para el abandono de la nefasta abstención.

La votación de Hernández crecerá con los aportes de los electores de Fico Gutiérrez, pero requiere sumar tres veces más sufragios que Petro para ganar. Y no se trata de un traslado de las preferencias de las élites hacia Hernández, sino de los votos de la gente común y corriente seguidora de Uribe, a quienes el discurso de Hernández pudo haber molestado y más sus últimas afirmaciones, luego de la primera vuelta. Esto los llevaría a abstenerse reduciendo el efecto del traslado de votos a Hernández en forma importante. Hay que recordar también que su crecimiento electoral se da en las últimas semanas, por lo que su carácter es torrencial y no ha sedimentado como para ser permanente.

Un último aspecto es que el terror de la oligarquía de Colombia a la victoria de Petro es tan grande, que recurrirán a lo que sea para no perder, desde el asesinato como con Gaitán y muchos otros, hasta acciones inauditas de propaganda, que estimulen los sentimientos más básicos del ser humano y presenten a Hernández como un ángel destinado por la Providencia a ser Presidente de Colombia y a Petro como el mismísimo satanás.

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