Con el mensaje de la abrumadora votación del pasado 29 de mayo, de 15 millones de voluntades indignadas pidiendo un cambio radical en el país frente al desastre criminal que ha significado el gobierno uribista de Duque marcado por la masacre, el exterminio de los lideres y el robo descarado del Estado, ya está rodando la segunda etapa para definir, ahora sí, el presidente de Colombia, que en mi opinión debe ser Gustavo Petro, quien demostró con creces que está en una impresionante línea de ascenso, contrario a lo que la propaganda de los medios nos quieren hacer creer con sus tracking. Petro sigue con un margen muy amplio y la remontada será espectacular, pues logro progresos nada despreciables en Cundinamarca, Huila, Tolima, Medellín (Y Antioquia), en Caldas; lo de Risaralda y Quindío (mi tierra) es histórico. Tiene desafíos en la Costa Caribe, donde la participación no fue la prevista, en el área del Pacifico y en la Capital de la Republica para dejar atrás los dos millones quinientos mil votos que le faltaron hace 4 años frente a Duque.
Rodolfo Hernández muy seguramente llegara a los 10,5 millones de votos gracias a que todos los rateros se le sumaran, como en efecto ya lo hacen sin mayor vergüenza, lo que se puede confirmar con los casos de la Cabal, Paloma, Federico Gutiérrez, Oscar Iván, José Obdulio y la guardia de Cesar Gavira (Mario Gómez). Qué tal el señor que dispara contra las ratas ahora dándoles refugio para que pongan los votos de las maquinarias podridas que se enriquecieron con el gobierno de Iván Duque.
En todo caso el campo esta libre para el juego y en el caso del Pacto Histórico y su candidato, el senador Gustavo Petro, se requiere un timonazo urgente porque el adversario es una culebra peligrosa que resulta más difícil de lidiar por su alto grado de versatilidad y oportunismo ideológico.
Hay que considerar, obviamente, que Hernández se mueve en una contradicción muy complicada porque al tiempo que polariza con el régimen uribista necesita de los votos de Federico Gutiérrez, los del uribismo, los de Cesar Gaviria (neoliberalismo), los del viejo y espantoso partido conservador y los de los 58 clanes corruptos de las regiones para ganarle a Petro. Y no solo eso, están sus antecedentes anti sociales y criminales que el país asombrado ya está conociendo, como su destitución por la Procuraduría en 1991 como concejal de Piedecuesta (Santander), por su raterismo contractual; sus negociados con Vitalogic, realizados con su hijo Luis Carlos; y su volteo de tierras en la Meseta de Bucaramanga, donde se hizo multimillonario con la perversa especulación inmobiliaria y con el tráfico de subsidios de vivienda de interés social.
No obstante, Petro necesita dar un timonazo a su campaña para atacar por todos los flancos este esperpento político populista y reaccionario. Un timonazo que le permita recuperar la polarización contra el régimen de corrupción (el verdadero enemigo), con denuncias puntuales como el caso del robo de 7 billones de pesos con la suspensión de la Ley de garantías y el caso del Departamento para la Prosperidad social DPS (con una chequera de 26 billones de pesos), que ha sido sometido al peor saqueo por los testaferros (Diego Moreno Tirado y Alejandro Cárdenas) de los senadores y funcionarios de Santander, Itagüí, Montería, Villavicencio y Cartagena. Petro debe convocar las redes de veedurías ciudadanas para que se movilicen con denuncias y espacios de transparencia ciudadana.
Un timonazo de Petro debe proyectar una nueva imagen (alejada de fichas politiqueras) para retomar las banderas del estallido social de abril del 2021 y sus formas de expresión, como las primeras líneas juveniles, indígenas y populares.
Con un viraje de ese calado el país debe identificar los riesgos regresivos (para bloquear el cambio progresista) que representa Hernández, una ficha anarcocapitalista, dispuesta a la aventura (con salidas como la que azuzo Trump cuando oriento a sus seguidores el asalto del Capitolio en Washington). Hernández bien nos puede repetir la dosis del ecuatoriano Abdala Bucarán, el personaje cantinflesco que accedió a la presidencia en Quito en 1997, que debió ser destituido por su extravagancia política e incapacidad mental.
Par donde van los tiros de Hernández nos lo dicen sus propuestas de decretar el próximo 7 de agosto, una Conmoción interior y su idea de posesionarse en el pueblo más pobre de Colombia, cuando lo que ordena la Constitución es que debe hacerlo ante el Congreso de la Republica.
Lo de la Conmocionó interior es aún más peligroso, pues lo que pretende es revestirse de unas supra facultades dictatoriales para cerrar el Congreso, liquidar la potente bancada del Pacto Histórico, y para legislar en favor de los 4 mil multimillonarios que drenan al Estado con privilegios tributarios. Hernández ha dicho que no se necesita cobrar más impuestos a los ricos, que con quitarle sueldos y prestaciones a los educadores, a los trabajadores y con el cierre de unas embajadas se recoge el dinero que se necesita para repartir limosnas a los pobres.
Por eso frente a estas propuestas lo mejor es retomar la idea de una Asamblea Constituyente que se encuentra prevista en la actual Constitución, para que sea dicho espacio el que tome las medidas contra la aberrante corrupción y para que corte los privilegios de la casta multimillonaria que debe aportar por lo menos 50 billones de pesos anuales para el gasto social como el de la Renta básica, el hambre cero, la reforma agraria democrática y la paz definitiva con el ELN y la neoinsurgencia de las Farc.
Nota. La propuesta de Petro a Hernández para alcanza un Acuerdo sobre puntos fundamentales como la Renta básica, el Acuerdo de paz, la apertura de relaciones con Venezuela, el no al Fracking, la eliminación del Esmad, el respeto por la protesta social, el no uso del glifosato, los derechos de género y el Ministerio de la mujer, es una iniciativa en la línea correcta para obligar, de cara al país, las definiciones del candidato populista de la derecha alternativa frente a al clamor nacional por el cambio.