Los retos del vivir sabroso

Domingo, 26/06/2022 11:52 AM

Durante su campaña, el hoy electo presidente de la república colombiana, Gustavo Petro, referenció a La Constituyente de 1991 como el mayor éxito electoral y moral del Movimiento Político donde él había militado; y aunque Navarro Wolff, fundador del M19 y uno de los presidentes de aquella Constituyente, señalara que Petro no había sido miembro de ella, él la reivindica porque su plataforma de gobierno está soportada en el texto constitucional aprobada ese año por el órgano constituyente.

Revisando el programa de gobierno presentado por Petro, encontramos el compromiso fundamental de este candidato para con sus nacionales y quizás uno de los retos que hizo posible enganchar a su electorado: "Haremos realidad la constitución del 91 por fuera del negocio. Dejaremos de ser una de las sociedades más desiguales del mundo, garantizando los derechos fundamentales consagrados en la constitución del 91 y en la jurisprudencia constitucional con la participación efectiva de todas las diversidades de la nación".

Hacer realidad la Constitución del 91 para un país como Colombia no es poca cosa, y por ello este victorioso candidato, en su campaña prometió hacer cumplir su Artículos 11 y 12 que expresan: "El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte. Nadie será sometido a desaparición forzada, a torturas ni a tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes". Por décadas los sectores populares han sido víctimas calamitosas de la violencia estatal, paramilitar y guerrillera. Pacificar al país debe ser otro de los retos del nuevo gobierno.

En su programa de gobierno Petro convenció a su electorado al ofrecer: "Frente a la política de la muerte, nos proponemos establecer los fundamentos para una sociedad verdaderamente democrática, capaz de defender la vida en todas sus formas y colores. Una democracia multicolor significa el respeto por la vida, sentando las bases para una sociedad más diversa, equitativa que entra por fin en una era de paz". Podrá Petro cumplir ese reto, desarmando a los "Grupos multicrimenes" tal como él los ha calificado. Apostamos a que así será.

El texto constitucional vigente en Colombia en su Artículo 79 establece: "…Es deber del Estado proteger la diversidad e integridad del ambiente, conservar las áreas de especial importancia ecológica y fomentar la educación para el logro de estos fines". Si en algo ha sido reiterativo Petro es en gobernar aplicando a todo trance la Constitución. Por ello aferrado a este artículo 79 y a todos los que están incorporado en el Capítulo 3 de los derechos colectivos y del ambiente, en su programa de gobierno ha propuesto como reto fundamental, marchar hacia una sociedad movida por el sol, el viento y el agua.

En consecuencia, con ese mandato constitucional, quienes asumirán el mando en agosto han señalado: "Haremos que Colombia transite de una matriz energética primaria, predominantemente fósil, dependiente económicamente del carbón y del petróleo, hacia una diversificada, basada en nuestras potencialidades de energías renovables, las cuales son las mejores fuentes energéticas para enfrentar el cambio climático y fortalecer las capacidades del país para la economía productiva".

En su programa de gobierno Petro se ha propuesto el reto de que una vez asumido el poder emprenderá: "La lucha por la dignificación y el respeto de los derechos los más de 6 millones de colombianos en el mundo, la garantía de derechos a la población migrante en Colombia sin xenofobia ni discriminación y la consolidación de la paz en el continente americano. La unidad de los pueblos del sur de América, y el restablecimiento del Pacto Andino y del Caribe serán nuestra prioridad".

Entre todos los retos propuestos por Gustavo Petro; y sin incurrir en las díscolas comparaciones, el reto que jamás debería acometer Petro, es copiar el desastroso gobierno de Nicolás Maduro. Colombia se merece vivir sabroso como dice la vicepresidenta Francia Márquez, y no como hoy lo hacen los venezolanos en el interior de la república y quienes, como yo, hoy estamos en Colombia y otras tierras, pero con el corazón y la mente en Venezuela.

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