Santiago vive su vida con la filosofía de crear de la nada, lo poco o lo mucho, las razones para quemar al Diablo

Lunes, 11/07/2022 07:11 AM

Iré a Santiago para construir e inventar una felicidad compartida

Como si Federico García Lorca convocara al repique y al jolgorio desde aquel memorable 4 de junio del año 1930 con su famoso poema Iré a Santiago y cuyos versos resuenan con el ritmo ancestral del carnaval, se hacen realidad para todos los asistentes al 41 Festival del Caribe aquella determinación de que "Cuando llegue la luna llena / iré a Santiago de Cuba./ Iré a Santiago / en un coche de agua negra./ Iré a Santiago. / Cantarán los techos de palmera. / Iré a Santiago. / Cuando la palma quiere ser cigüeña./ Iré a Santiago. / Y cuando quiere ser medusa el plátano. / Iré a Santiago./ Con la rubia cabeza de Fonseca / Iré a Santiago. / Y con la rosa de Romeo y Julieta / Iré a Santiago…/ ¡Oh Cuba! ¡Oh ritmo de semillas secas! / Iré a Santiago. / ¡Oh cintura caliente y gota de madera! / Iré a Santiago. / ¡Arpa de troncos vivos, caimán, flor de tabaco! / Iré a Santiago. / Siempre dije que yo iría a Santiago / en un coche de agua negra. / Iré a Santiago./ Brisa y alcohol en las ruedas. / Iré a Santiago. / Mi coral en la tiniebla. / Iré a Santiago. /El mar ahogado en la arena. / Iré a Santiago. / Calor blanco, fruta muerta. / Iré a Santiago. / ¡Oh bovino frescor de cañavera! / ¡Oh Cuba! ¡Oh curva de suspiro y barro! / Iré a Santiago.

Del 3 al 9 de julio de 2022 transcurrió esta 41 edición, después de un receso de 2 años a causa de la pandemia de la COVID-19 con la participación de representantes de unos 17 países.

La ciudad hospitalaria acogió, una vez más, en su seno a la Fiesta del Fuego para el intercambio multifacético de las culturas populares caribeñas. Y en múltiples escenarios de la antigua y heroica ciudad se desplegaron las expresiones de ese ser caribeño especial en forma de coloquios reflexivos, historia, poesía, artes plásticas, danzas, ritos religiosos, medicina tradicional y, lo que es más importante, abrazos de pueblos en las calles cantando y bailando bajo el hechizo ancestral de penas y alegrías; de trayectorias preñadas de derrotas, caídas, arremetidas, victorias y la sempiterna búsqueda de la felicidad, presidida por la esperanza. Y en todas partes presentes las manifestaciones de solidaridad, amistad y hermandad entre nuestros pueblos.

Y finalmente el colofón de la fiesta como un acto simbólico de liberación de los maleficios pasados y futuros, reflejado en la Quema del Diablo, teniendo como escenario el paseo La Alameda, a la vera de la bahía.

Y después de esos días pletóricos de hermandad caribeña, latinoamericana y mundial, quedará intacta la herencia de esperas y acogidas de este terruño hospitalario y rebelde, pues Santiago es, además de tierra y humanidad especiales de cubanía, un aliento y un espíritu de rebeldía indomable que irrumpe cuando es necesario para jalonar de heroísmo y epopeya la historia patria, mientras cotidianamente vive su vida con la filosofía de crear de la nada, lo poco o lo mucho, las razones para construir e inventar una felicidad compartida con todos los compatriotas y con otros pueblos.

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