El Presidente Nayib Bukele, logró el favor de la población votante en un país de larga tradición en cuanto a guerras civiles centroamericanas, presentándose como freno a la politiquería a diestra y siniestra padecida por los salvadoreños, el colectivo quiso dar una lección a figuras políticas tras gobiernos alternos de izquierda y derecha. Bukele es un politiquero y en el fondo en honor a la verdad ha pactado con las peligrosas pandillas "maras" de fama internacional homicida, que para aceptar nuevos integrantes le exigen a cada quien asesinar a un determinado número de ciudadanos.
Con sus matices Bukele aplicó la conquista de votos lograda en Chile y Argentina por los millonarios Macri y Piñera, quienes a la postre engordaron de manera gigantesca sus fortunas, mientras la población de menores recursos, la más desasistida, quedó peor tras los períodos en que privatizaron a troche y moche todo lo que se les iba antojando, evidenciando que el capitalismo salvaje a cuenta de "empleador" no es solución ni deja elementos probatorios finales aceptables y mucho menos razones morales, solo les importa la presidencia para figurar en la historia de los jefes de estado.
Otro antiejemplo ocurre en Brasil con Jair Bolsonaro entregando a empresas madereras nada más y nada menos que el Matto Grosso lugar privilegiado por la naturaleza, donde capitalistas salvajes talan árboles de todo tipo en negocios concedidos por Bolsonaro a sus conmilitones empresarios, en industrias que siempre han respaldado el salvajismo explotador y mercenario mercantilista, amenazado por el partido que gana todas las encuestas y llevará a la presidencia al dirigente popular y de izquierda, Luis Ignacio Lula Da Silva.
Prueba irrefutable aunque cumplida legalmente hasta los momentos, la tenemos en Colombia donde los socios del archiduque Iván uno más de los fracasados presidentes demócrata representativos pitiyanquis colombianos, le entregó a una pareja matrimonial una playa que dejó de ser pública, barbaridades del voraz capitalismo salvaje colombiano nada extrañas en Venezuela durante aquellos períodos iniciales de la democracia social demócrata y social cristiana, vendieron playas públicas para hacerlas clubes privados cuyos dueños eran militantes adecos y copeyanos
Recuerdo a nuestros lectores y oyentes radiales de estas ácidas, lo que escribí en el 2021, caso comprobado personalmente en un lugar que no identifico para no perjudicar al amigo cooperante. En el pueblo donde habita mi cooperante, un agente policial conoce la tendencia de izquierda del colega y al verlo luego de uno de tantos aumentos de sueldo hechos por la revolución bolivariana, dijo en voz alta a otro oficial policial lo que revelo a continuación.
"Qué te vas a comprar con el aumento de Maduro, eso no alcanza ni para un kilo de queso", el policía uniformado miraba desafiante y mal disimuladamente al comunicador social que se hizo el desentendido para evitar complicaciones y cuando me contó ambos comentamos que nunca hicieron algo similar agentes policiales antes de la revolución bolivariana, chavista, socialista. Era peligroso y sigue siéndolo, caer en manos de enquistados en dependencias minadas de pro adecos y pro copeyanos, que asesinaron y asesinan por razones políticas, siembran drogas a sus detenidos, enredan y atemorizan.
Las depuraciones que se hacen en Venezuela por la Fiscalía General de la República tienden a evitar que lleguemos a un falso convencimiento de votantes que le vayan a creer a vagabundos, supuestamente correctos empleadores millonarios oportunistas quienes piden dólares preferenciales, le deben hasta el alma a nuestro fisco e invierten más en el exterior que en su Venezuela natal. De esos vagabundos nos protege la dignidad socialista iniciada en Venezuela en febrero 1999 guste o disguste la moralización participativa que rige contra viento, marea y en rechazo a sanciones internacionales ilegales, así que alerta Venezuela con esos salvadores, estafadores ocasionales.