Desde que asumió la presidencia de Colombia, el pasado 7 de agosto, Gustavo Petro ha tenido un desempeño muy interesante. Sabiendo que debe navegar en medio de un mar picado, con vientos fuertes, ha procedido con mucha cautela, con la esperanza de poder llegar a buen puerto.
Con un estilo reflexivo, a veces introvertido, sin estridencias ni voces altisonantes, Petro ha venido dando a conocer su visión para la Colombia del futuro. Para ello ha soltado al mar algunas líneas, en procura de tener buena pesca.
Ha establecido una suerte de gran alianza con una variada gama de fuerzas políticas que tienen representación en el Congreso, para asegurarse la viabilidad en la aprobación de las leyes que haya que aprobar, al tiempo que ha enviado una clara señal de no sectarismo. También se ha rodeado de un gabinete conformado por personas que tienen en su haber, de manera general, diversidad político-ideológica, experiencia de gobierno y excelente nivel académico.
Petro ha mostrado disposición de llevar buenas relaciones tanto con Estados Unidos, como con Venezuela, Chile, Rusia, China, Cuba, entre otros. Pareciera ser más pragmático que ideológico. No se ha ido a los extremos, sino que más bien ha procurado fungir como equilibrista, para tenderle la mano al que esté dispuesto a estrechársela.
A la hora de exponer los temas relacionados con los diferentes problemas y sectores de la sociedad colombiana, se ha mostrado como un excelente pedagogo. Cada una de sus intervenciones públicas ha resultado ser toda una lección. Se ve que ha estudiado con detenimiento cada uno de los nudos que tiene que desamarrar, y los ha explicado magistralmente.
Petro ha explicado y argumentado, iendo de salón de clase en salón de clase, lo de la reforma tributaria, lo de la transición energética, lo de la paz total, lo del tema agrícola y los incentivos al campesinado, lo del nuevo rol de la fuerza pública (militares y policías), lo del papel a jugar por las comunidades indígenas y afrodescendientes, etc. Y en cada una de sus explicaciones y argumentaciones ha dejado entrever que no necesariamente tiene la razón, sino que son ideas para la discusión. Suerte entonces a Gustavo Petro.