Una debilidad doctrinaria

Miércoles, 31/08/2022 10:21 AM

El título refiere a lo doctrinario, porque no me quiero debatir sobre lo ideológico en los mismos términos. Eso sucede porque lo doctrinario es más cercano a la política real, es lo cotidiano de las resoluciones políticas a los problemas que se presentan, es lo que guía entonces sí desde lo ideológico, los objetivos estratégicos que se persiguen, como la Justicia social, la independencia económico, la soberanía política, la Tercera posición, que se consolidan como Comunidad Organizada, construcción en el tiempo que se recorre por caminos diversos, miradas distintas, pero objetivos comunes, eso es el movimiento nacional y popular, historias, pensamientos distintos, clases sociales diferentes, pero con amor en la construcción del modelo solidario biocéntrico en la Patria y en el Pueblo.

El tema surge a partir de la mirada que existe sobre la función, la gestión tomada como un puesto de trabajo ordenador, administrativo, prolijo que puede ser el objetivo en cualquier empresa, cuyos dueños cultivan objetivos concretos de expansión y ganancias, pero no es así en la función pública, donde la gestión sin ideología, ni doctrina que la guíe, sólo consolida al poder constituido, al poder real que ha construido su presencia estructural en la organización institucional del país, llevando al pueblo hacia sus propios intereses, siendo postergado el "bien común" que debe conllevar la acción política en la función pública.

Tampoco sirve la ideología sin gestión, que lleva a enarbolar en forma permanente teorías maximalistas, abstractas que no modifican ni el funcionamiento ni las estructuras del poder real, sólo se van diluyendo en cantos de sirena cada vez más apagados por una realidad consolidada por el enemigo que maneja los resortes de poder de decisión en cada área, en una colonización absoluta. Situación que sólo se supera con planificación estratégica y voluntad política de ruptura con el cuadro asfixiante, enmarañado, burocrático que es una máquina de impedir. La simple enunciación del problema no alcanza para construir una sociedad más justa ni consolidar soberanía política.

Desde esa percepción se alcanza a comprender la debilidad doctrinaria que anida en la gestión. Sin diseño estratégico ni planes anuales a corroborar en su funcionamiento, es difícil encadenar un proceso de emancipación nacional. No se hace con voluntarismo ni buenas intenciones, se realiza con planificación y comunicación de la misma a todas las áreas de gestión, con objetivos discutidos y analizados, estados situacionales que comprendan las ecuaciones de la política: tiempo y espacio. Pero todo ese despliegue puede resultar inútil sin la participación activa del pueblo, sólo la comunidad organizada en todos sus niveles garantiza la ejecución de las políticas disrruptivas, que sean capaces de modificar una realidad armada para el sometimiento.

Entonces es el Estado con poder de decisión lo que garantiza la soberanía, en la ejecución de políticas que alteren en forma significativa la estructuración del poder real, que desde hace cinco décadas ha colonizado cultural, económica e institucionalmente al país, desde una concepción neoliberal, herramienta ideológica del enemigo, que intenta impedir la construcción de soberanía popular en la toma de decisiones. Esa situación de dependencia en la ejecución del modelo a desplegar desde el Estado, nos hace dependientes si es manejado por el poder real o si por el contrario, con fortalezas doctrinarias y el concurso organizado del pueblo avanzamos hacia la emancipación liberadora nacional y de la Patria Grande.

No es difícil afirmarse en lo doctrinario, como enseñaba el maestro Perón: es un arte práctico y todo de ejecución, que va dando respuestas sin desviarse del ancho camino que marcan los objetivos estratégicos de nuestra filosofía peronista: la justicia social, la independencia económica, la soberanía política y la tercera posición internacional. Es tan sencillo como eso, la acción cotidiana direccionada hacia objetivos estratégicos, por los caminos posibles pero sin dejar caer las metas necesarias para alcanzar la liberación nacional, de las cadenas impuestas por el enemigo real, que es quien tiene su propia estrategia de dominación, elaborada en función de sus intereses sobre las riquezas de los recursos naturales, el agua dulce y los alimentos que los argentinos tenemos en abundancia. "Los pueblos pobres lo son, porque son ricos". Eduardo Galeano

Entonces es necesario reafirmar doctrinariamente nuestro accionar y para esa acción la comprensión de la comunidad organizada, como expresión del poder popular instituido y en donde se puede apoyar un gobierno elegido democráticamente, que es permanentemente jaqueado por los dueños del poder y la Embajada, en una encerrona que cooptando la Justicia corrupta como herramienta institucional de la dependencia, ha debilitado la democracia e impedido el funcionamiento de los otros poderes del Estado. Sólo el pueblo movilizado puede romper esa asimetría de poder que se ejecuta a la luz del sol, sin encontrar frenos a su accionar depredador.

El pueblo argentino ha escrito épicas notables a lo largo de su historia, imponiendo su impronta desde una identidad y una memoria que ha sido signo de protagonismo popular, expresado en las organizaciones libres del pueblo, que movilizado ha recuperado el pensamiento americano, mestizo, moreno, criollo que el enemigo pretende desterrar y lo ha realizado desde la ruptura con el esquema de poder de la colonización dependiente, iniciando nuevos caminos de reorganización nacional.

Así lo hizo desde las jornadas de la Revolución del Parque, hasta el 17 de octubre, desde la recuperación democrática a la crisis del 2001, desde la esperanza de Néstor hasta nuestros días, siendo en cada etapa protagonista de la historia, ese pueblo heroico, que libera sus energías cuando encuentra los cauces posibles de Liberación Nacional y Social.

BIBLIOTECA

Fermín Chávez: El autoritarismo liberal Ed Librería argentina

Juan Domingo Perón: DEL PODER AL EXILIO Cómo y quiénes me derrocaron Ed. Instituto Perón

Doménico Losurdo: El léxico de la ideología americana Ed. Péndulo

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