Dos mil ciento doce billones, ($ 2 mil 112 billones), destinan los EE UU para domeñar al mundo, acudiendo en parte a la venta de armas, falaz concepción de su estilo de "democracia", en la que si alguien se opone se le tuerce el brazo, según frase histórica del afrodescendiente hoy en el olvido pero que fue presidente, Barack Hussein Obama. Ese parlamentario hecho jefe de Estado electo, no dejó historia relevante en su muy clasista nación que es aún parcialmente racista.
En el globo terráqueo con artificios pícaros nos atosigan en su hegemonía comunicacional gobiernos que desde la última década del siglo pasado y en 22 años y ocho meses del siglo XXI, tienen por respuesta su merecida debacle comienzo del fin de un imperio disimulador, pernicioso y noticioso. No puede aplicarse democracia cuando se obliga a alguien a dejar de practicar los principios del término nacido en Grecia, "gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", sin ejecutarlo como pretenden los U S A, que te prosternes a lo que ellos ordenen desde Washington y así te dicen que estás en democracia.
Las frases amenazantes de los que se hacen "amos del mundo" o se creen "el gendarme necesario", son repetitivas según van ganando o perdiendo adeptos en la pretendida obligada condescendencia que les encanta recibir por gobernantes en cualquier parte. En nuestra Suramérica no olvidemos que para derrocar al médico comunista Salvador Allende, el entonces presidente gringo Richard Nixon afirmó airado y con vulgaridades en su despacho en Washington "hagamos chillar la economía en Chile", entonces organizaron el golpe de estado y militares traidores encumbraron al asesino Augusto Pinochet.
La respuesta en nuestro continente fue erróneamente sensacional en lo negativo, gobernantes en 1973 aliándose al golpe, luego verían lo nefasto en casi nueve años con la nación austral bajo dictadura apresando y asesinando miles de personas, incluido un periodista internacional, crimen que quedó filmado, torturaron allendistas por miles, dividiendo la sociedad y aprobando una constitución pinochetista en 1980, que infortunadamente por las amenazas comunicacionales gringas de hoy, no ha sido defenestrada en su terrible esencia. Chilenos confundidos por propaganda en campañas aterrorizantes, son ganados por dictámenes ideológicos de derecha con toda la carga de falsedades acostumbradas por envolventes estrategias.
Hice en 1973 una advertencia radial, a través de un noticiero compacto de 15 minutos al mediodía lunes a sábado, que redactaba y leía en la emisora "Impacto 1260 A M" en Caracas, por ello se me ordenó cambiar mi posición catalogada de marxista, respondí que no era marxista y agregué que se arrepentirían; por mi atrevimiento el social cristiano jefe de prensa me despidió del trabajo. Sigue siendo una estigmatización que usa la derecha al descalificar adversarios políticos llamándolos comunistas, censura disimulada en los medios hasta 1999 que salieron del poder los blanquiverdes.
Como hombre de izquierda me preocupa que votantes nacionales vayan a caer en matrices de opinión creadas por la derecha maltrecha y desesperada. Una semana antes de escribir esta ácida, un estimado abogado opositor me preguntó en entrevista radial "hoy que mandan los comunistas en Venezuela hay más o menos libertad de prensa que antes", la respuesta me dio oportunidad a relatar que durante gobiernos bipartidistas hasta 1999, en la capital de cada Estado había una oficina de control de radio, para recomendar a los directivos de estaciones radiales tener cuidado con "comunistas" que hablaban mal del gobierno y del presidente de la república.
¿Imagínese que hoy funcionarios revolucionarios hagan lo mismo?, cometer máculas iguales a las de adecos y copeyanos, la diferencia es que ahora son denunciados y despedidos de sus funciones. A la oposición le convienen esos ultra rojo rojitos, olvidan que se comportan en forma corrupta igual a los que decían ser demócratacristianos y social demócratas, hoy pidiendo votos y aspirando candidaturas para el 2024.