El arte del bordado palestino que el colonizador israelí se apropia

Sábado, 24/09/2022 08:15 AM

Cada vez que el régimen colonial de "Israel", vocifera que el falafel o el hummus es el plato tradicional de ese régimen, eso es prueba de que no son un pueblo.

La expresión artística más popular en la cultura del pueblo nativo árabo-semita palestino es el bordado, conocido en lengua árabe como el tatriz. El clásico color rojizo del bordado proviene del color púrpura de la Canaán fenicia. Igualmente, el bordado palestino está emparentado con los milenarios mosaicos de Jericó. 

Es gracias a la mujer campesina palestina quien conserva y teje esta transmisión al resto de la nación. 

La prenda central del tatriz es el largo vestido femenino, denominado, tob. Cada región de Palestina tiene su particularidad, y no falta quien diga, “el tob de mi región es el más bello”. Existen concursos y desfiles que son casi una procesión, tanto en Palestina como en la diáspora misma, y sin querer hacer un juego de palabras, es un desborde de bordados, que enciende la identidad palestina, es un poema visual que nos  acaricia e igualmente es incendiario, todo un goce en el fuego colectivo,  también en lo íntimo y solitario. Sí y desde lo solitario,  yo me encontraba en mi Venezuela bajo varias semanas de rabia, propia de todo activismo político, que  es difícil y obstinante, y una noche recorrí a mi propia colección de bordados palestinos, ánforas de café, llaves antiguas de Galilea, Jerusalén y otros amuletos. Me envestí un antiguo tob , coloqué un amplio tatriz en el piso. Me arropé con otros tob y coloqué encima de mí los demás objetos. Quería proteger mi difícil activismo por Palestina. Fue mi ceremonia íntima. Muchas mujeres palestinas tienen sus solitarios rituales. Conocí en Jordania un joven palestino que me mostró su colección, sacos de bordados, bordados rotos y sucios, tenía entre otros pedazos muy pequeños muy antiguos.  Se sentía el más sencillo misticismo entre el joven y el tatriz.

Mi madre campesina palestina sobreviviente de Al Nakba, era tejedora y los vendía en Ramallah, una vez me dijo que: “Ir a Ramallah era como ir a Paris…Ramallah era hermosa”. En el tatriz se plasma la identidad y sentimiento Palestino, se cuela una misteriosa alegría, una bohemia, un cálido esplendor y elegancia. 

Hay ancianas que solo visten tatriz, se usa en eventos especiales como fiestas de bodas, ceremonias de compromisos, graduaciones escolares, en las marchas políticas, en una cena de invitados, algún suceso particular y en la vida diaria como ir a recolectar  aceitunas. 

En Ramallah, una anciana palestina me decía: “Bordar es como escribir”. Tal vez, el tatriz sea otro código de manuscritos y pergaminos, una metáfora de un otro arabesco sin tinta, con hilo y aguja, hilar a nuestra Palestina. Otra anciana de Nazareth me expresaba: “Los hilos son las venas y vísceras de los palestinos, y que cada vez que se entierra la aguja en la tela, es aferrarse, adentrase en nuestra tierra que nos quieren robar esos europeos”.

Hay quienes que, en momentos de llamados a la unidad política, exclaman: “Seamos como nuestro Tatriz, un tejido unido”. Y se ha hecho más recurrente entre la diáspora y la Palestina histórica sentirse en un mismo tejido…como sobrevivencia ante el  palestinicidio que se padece desde 1948. 

El tob, lo complementa la clásica capota bordeada de monedas antiguas y/o el chall. Existen igualmente los tapices de cruces, bordados que tejen un relato pintoresco en la que plasman la ardiente danza típica árabe, el Dabke. Asimismo se recrea la recolecta de olivas, naranjos, la hechura del pan, la moledura de la pimienta y del orégano, la fermentación del yogourt, el árbol de oliva, símbolo de Palestina, entre otros.

Con el tiempo se comenzó a bordar la llave, el símbolo del Retorno de los Refugiados Palestinos expulsados de su tierra natal por el colonialismo israelí. Posteriormente va obteniendo su orgánica evolución artesanal, se expande a los cojines, manteles, se incorpora a la tapicería  aplicada a la madera de oliva. Se expande a diversos objetos como porta libros, marca libros, porta gafas, porta llaves, bolsos y a un cúmulo de  otros objetos. 

El valor del tatriz para el pueblo palestino se puede medir por ejemplo en las disputas de divorcios conjúgales.  Igualmente en la declaración de la herencia la colección del tatriz está incluida en el testamento.

Era y es frecuente acordar de ir a casa de algún para tejer en grupos. La tejedera transcurre entre café, té, dulces, pastelitos de acelga, relatos y testimonios, cantos, chismes, risas y riñas. 

Es común ver una mujer sobre todo una anciana en un balcón, bajo una mata de parra, bajo un olivar o en la sala de la casa tejer. 

Desde décadas existen cooperativas populares de tatriz que generan toda una fuente económica. En los Campos Refugiados de Palestinos opera esta labor y es un recurso económico, en algunos casos son explotadas, muy mal remuneradas. 

Hubo un periodo, sobre todo en Gaza, con el advenimiento al poder del partido religioso palestino, Hamas, en la que el tatriz fue apartado como vestimenta y reemplazado por un atavió islámico. Las escuelas de tatriz conjuntamente con  historiadores y artistas  retoman esta vestimenta como banderola nacional. 

Hoy el tatriz está omnipresente en el sentimiento palestino, es una bandera cultural y nacional,  está en su simbología e imaginario. El bordado es conductor de un sentimiento colectivo. Es otro bastión de resistencia y sobrevivencia. Palestina después de la imposición del régimen colonial de Israel, pasó a ser un pueblo prohibido, y es por esto que su identidad cultural per se,  pasa a ser subversiva.  Vista la situación, Palestina ha solicitado a la Unesco  para que el mismo sea declarado como un Patrimonio Cultural  Inmaterial de la Humanidad. 

El régimen colonial de Israel se apropia del arte palestino, del tatriz. Se apropia de la historia milenaria del pueblo nativo semita-palestino, se hace pasar por el antiguo pueblo hebreo. Se apropia de la culinaria y de muchas expresiones cultural del pueblo nativo palestino. Hacer esto es prueba que los judíos no son un pueblo, y se ven obligados a usurpar la historia, culinaria y expresión cultural en general del pueblo nativo,  para hacerse pasar como pueblo. 

Apropiarse, usurpar, despojar al pueblo nativo semita palestino no solo de su tierra patria (como ocurrió en el clásico colonialismo), sino de su historia y cultura, es la prueba que los judíos no son un pueblo (y no son un pueblo de la misma manera como los cristianos y musulmanes no son tampoco un pueblo). Hablar de esto es tabú, es un criminal e inmoral tabú que hay que romper para evitar el exterminio del pueblo nativo palestino. 

El colonialismo israelí utiliza el bordado palestino en los eventos internacionales, presentándolo como propio del colonialismo. Esto es prueba también de un sofisticado método de exterminio al pueblo nativo palestino.

El "Israel" que se impuso desde Europa y por europeos en 1948, en Palestina, es un clásico colonialismo, es un anacronismo colonial hoy en nuestro siglo XXI. Es el peor colonialismo en la Historia de la humanidad ya que tiene la particularidad de ser un colonialismo que no proviene de un pueblo como en el clásico colonialismo sino que proviene de un movimiento que busca colonizar y se disfraza de pueblo y es por esto que no solo usurpa la tierra patria del nativo sino que también usurpa su historia  su culinaria y expresión cultural. 

En el clásico colonialismo el colonizador toma el suelo patrio del nativo y en grandes líneas destruye su historia y su expresión cultural. En el clásico colonialismo el colonizador jamás se apropia de la historia, culinaria y expresión cultural del pueblo nativo ya que ellos, los colonizadores tienen su propia historia, culinaria y expresión cultural. Además hacer esto sería una ofensa como supremacía colonial, sería degradarse. Un colonial español jamás dijo que era descendiente de la magnánima y mística civilización Maya.

En tiempos pasados, ante la barbarie y  oscurantismo del colonialismo, el colonizador se presentaba  como el símbolo de grandeza, honor y gloria. Destruir la cultura e historia del colonizado era un acto de purificación: acabar con la bestia. Hoy, el colonialismo es una vergüenza y es por esto que el colonialismo del movimiento eurosionista, se apropia de la historia, culinaria y expresión cultural del pueblo nativo para ocultar su naturaleza y raíz colonial en Palestina.  

Cada vez que el régimen colonial de Israel, vocifera que el falafel o el hummus es el plato tradicional de ese régimen, eso es prueba de que no son un pueblo. El israelí no es Israelita, cada vez que dicen que son el antiguo pueblo hebreo, eso es prueba de que no son un pueblo. Cada vez que dicen que el tatriz es una tradición israelí, es prueba que no son un pueblo y que deben hacer este robo  para disfrazar el su genocida anacronismo colonial contra el pueblo nativo  arabo-semita, cananeo, palestino que resiste y rehúsa desaparecer. 

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