1. Desde 1966 trasladé mi domicilio a la CDMX. Era profesor en la SEP, vendía libros en la UNAM, asistía a algunas clases en la facultad de filosofía y había dejado el PCM para militar en el espartaquismo. Recuerdo que los presidentes de las tres facultades más movilizadas (Soto Angli, de Ciencias políticas, Castro Osuna, de Economía y Roberto Escudero de Filosofía) pertenecían a la corriente espartaquista, dándome más confianza en la militancia. Así que cuando surgió el gran movimiento estudiantil de 1968, esas facultades cumplieron como avanzadas ideológicas, no tanto de liderazgo de masas que comenzaba a aparecer en las facultades grandes (Ciencias, Ingeniería).
2. La realidad es que lo importante del movimiento fueron sus aproximadamente 20 grandes manifestaciones convocadas desde la UNAM y el POLI cuyo objetivo fue siempre abrir la conciencia de lucha de los participantes, pero también de la población siempre atenta de nuestros volantes, mítines y presiones contra empresarios que la población solicitaba. Gobernaba entonces Díaz Ordaz del PRI y la mayoría de diputados, senadores y el poder judicial, odiaba a los estudiantes que luchaban en las calles. Nuestras marchas en las avenidas Reforma, Juárez y Madero, siempre fueron de 100 mil o más estudiantes.
3. Semanas antes de la matanza de Tlatelolco el ejército tomó la UNAM y luego el POLI; se reprimió a mucha gente y hubo muchas muertes. Sin embargo, nadie imaginó lo que pasaría en la plaza de Tlatelolco también llamada de "las tres culturas" por reunir a su alrededor edificios de la cultura azteca, la colonial y la actual. Era una bella tarde en la que se reunía algunos miles de estudiantes y unos 15 oradores que se situaron en el balcón del primer piso del edificio que presidía (aún preside) la explanada. Todos los que llegamos al mitin vimos que el ejército no tenía rodeado; pero no sentimos nada raro porque así habían sido todos nuestros actos.
4. Yo acudía todos los domingos a visitar a muchos de mis amigos (Balam, Rico Galán, etcétera) presos en la cárcel de Lecumberri. Estos y otros me entregaron una declaración para que se leyera en el mitin. En el mitin yo estuve con un grupo de 10 ferrocarrileros vallejistas, pero subí al balcón en dos ocasiones para pedir la lectura del documento de los presos. Cuando bajaba de las escaleras me topé con los represores que subían para apresar a los líderes estudiantiles oradores. Pero sólo me integré con los ferrocarrileros cuando vimos las "luces de bengala" y nos dedicamos a gritar –ante las carreras: "no se vallan, no corran, sólo es una provocación".
5. Nuestros gritos fueron acallados por los disparos que nos obligaron a correr como locos, parándonos y escondiéndonos de las balas. buscando un refugio. Yo después de tocar desesperadamente las puertas en dos departamentos que no me abrieron porque "estaban llenos", entré al fin al tercer piso donde aún funcionaba el teléfono y pude hablar con mi esposa que estaba en casa de Celia Ramos, esposa del preso Gilberto Balam. Todo lo demás, puede verse en la película "Rojo Amanecer". -Tuve la suerte que la señora del Departamento, fue sacándonos abrazados, de uno en uno, con sus papeles, como si fuéramos su esposo- del cordón del ejército. Yo brinqué el cerco a las 12 de la noche, cuando un grupo me esperaba en mi departamento.
6. Por ello la frase que quedó: "Dos de octubre no se olvida" es muy válida, sobre todo para las más de mil estudiantes que acudimos a mitin de Tlatelolco. Sin embargo, este movimiento de 1968 se había dado en muchas partes como Francia, Alemania, EEUU, porque era la gran década de los sesenta que fue un despertar mundial. ¿Puede olvidarse que es la década de la liberación juvenil, de la mujer, del rompimiento de familias, las transformaciones antiautoritarias en educación, en la iglesia, de los hippies, beatniks, la aparición de los Beatles, de los Rolling Stone, etcétera? ¿Cómo frenar ese espíritu que crecía en todo el mundo?