Este artículo tiene definidos sus objetivos. En primer lugar, daré una mirada histórica a la situación y a las luchas de la población sexodiversa en Cuba, hasta llegar al reconocimiento de importantes derechos que le han sido consagrados con la aprobación en referéndum del Código de las Familias, el pasado 25 de septiembre y su consiguiente establecimiento legal dos días después. En ese relato dejo en evidencia el comportamiento homofóbico de Fidel Castro, y cómo este líder pretendió soslayar con evasivas su gran responsabilidad en la persecución y la represión a los homosexuales de la isla.
Por supuesto, denunciaré la negativa de los sectores más conservadores del PSUV y de la sociedad venezolana a la posibilidad de que el importante debate contemporáneo referido a los derechos del sector sexodiverso se dé en nuestro país.
En la Cuba prerrevolucionaria de los años 1950 ya existían en La Habana varios bares para publico homosexual, como La Cuevita, los Troncos, el Intermezzo, el Saint Michel, el Gato Negro o el Usero Bar, siendo clientes habituales algunos famosos estadounidenses como Tennessee Williams, Montgomery Cliff o Errol Flynn.
Al triunfar la revolución de los barbudos se inició un período de dura intolerancia, discriminación y persecución de los homosexuales, particularmente los masculinos.
Entre 1959 y 1980 los hombres homosexuales sufrieron una serie de consecuencias, desde opciones profesionales limitadas hasta las detenciones y redadas en las calles, y el confinamiento a campos de trabajo.
A finales de 1965 se crea en Cuba una de las instituciones más polémicas en toda la historia de la isla: las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), con el objetivo de "reformar" a personas consideradas como detentadoras de "vicios capitalistas".
La persecución de los homosexuales no dejó de contar con el apoyo público de la insufrible fracción de los intelectuales orgánicos, aquellos que incumplen su deber -ejercido a lo largo de la historia por los mejores trabajadores del pensamiento- de actuar como conciencia crítica de la sociedad, con independencia del Estado.
El artista y escritor Samuel Feijóo, en su sección habitual del periódico El Mundo, comienza a publicar, en abril de 1965, una serie de artículos que muestran el espíritu de la época. En uno de ellos, titulado "Revolución y vicios", el autor hace un análisis de los "defectos" heredados de la sociedad capitalista anterior. Considera ya liquidados algunos, pero expresa que aún quedan por eliminar "el alcoholismo, el juego de gallos y el homosexualismo campante y provocativo". Esto último constituía, según Feijóo, uno de los más "nefandos y funestos legados del capitalismo". Y sus focos eran urbanos: "En una ocasión Fidel nos advirtió que en el campo no se producen homosexuales, que allí no crece ese producto abominable. Cierto. Las condiciones de virilidad del campesinado cubano no lo permiten. Pero en algunas ciudades nuestras aún prolifera. Allí se unen, se apiñan, se protegen, se infiltran".
Antes, Feijóo, tras su regreso de la Unión Soviética en 1964, y siguiendo la pauta indicada por Fidel Castro, había declarado en su sección del periódico El Mundo que el socialismo era incompatible con el homosexualismo: "Contra él se lucha y se luchará hasta erradicarlo de un país viril, envuelto en una batalla de vida o muerte contra el imperialismo yanqui. Y que este país virilísimo, con su ejército de hombres, no debe ni puede ser expresado por escritores y ‘artistas’ homosexuales o seudohomosexuales. Porque ningún homosexual representa la Revolución, que es asunto de varones, de puño y no de plumas, de coraje y no de temblequeras, de entereza y no de intrigas, de valor creador y no de sorpresas merengosas (...) Porque la literatura de los homosexuales refleja sus naturalezas epicénicas, al decir de Raúl Roa. Y la literatura revolucionaria verdadera no es ni será jamás escrita por sodomitas".
Esta acción discriminatoria fue comandada por Fidel Castro, quien llegó a declarar que "No podemos llegar a creer que un homosexual pudiera reunir las condiciones y los requisitos de conducta que nos permitirían considerarlo un verdadero revolucionario, un verdadero militante comunista. Una desviación de esta naturaleza está en contradicción con el concepto que tenemos sobre lo que debe ser un militante comunista (…) Bajo las condiciones en que vivimos, a causa de los problemas con que nuestro país se enfrenta, debemos inculcar a los jóvenes el espíritu de la disciplina, de la lucha y del trabajo".
Pero Fidel Castro nunca terminó de reconocer su responsabilidad plena en la generación de tanto sufrimiento y acoso a los hombres homosexuales, más bien trató de ser indulgente consigo mismo y "hacerse el loco". En 1992, en una entrevista con el nicaragüense Tomás Borges, Castro aseguró que nunca había apoyado políticas en contra de los homosexuales ya que consideraba la homosexualidad como una tendencia natural del ser humano que hay que respetar. Por supuesto, como suelen hacer los políticos profesionales, el líder cubano quería cuidar su propia imagen y descargar su responsabilidad en otros.
Pero hay más. En una entrevista de 2010 en el periódico La Jornada, Fidel Castro valoró la persecución a los homosexuales durante las décadas anteriores como "una gran injusticia, ¡una gran injusticia!", agregando: "si alguien es responsable, soy yo. (…) teníamos tantos problemas de vida o muerte que no le prestamos atención (…) piensa cómo eran nuestros días en aquellos primeros meses de la Revolución: la guerra con los yanquis, el asunto de las armas, los planes de atentados contra mi persona (…) en esos momentos no me podía ocupar de ese asunto". ¿Estaba Castro asumiendo realmente su responsabilidad? Claro que no, se estaba más bien justificando ¿por qué no aceptaba que estuvo equivocado y había cambiado su opinión? ¿Por qué no pedir perdón a quienes sufrieron por sus errores? ¿Hay algo de malo en que alguien cambie de opinión? Yo mismo fui por muchos años un fanático marxista y ahora desdigo de esa teoría positivista decimonónica. No tengo problemas para aceptar que estuve equivocado, de hecho, en algún artículo he dicho que casi toda mi vida me la he pasado equivocándome. Lo que pasa es que soy un Don Nadie, no soy una persona famosa. El peor acompañante de la fama es la vanidad.
Es falso que la homofobia de Castro fue cosa de los "primeros meses" de la revolución. El 13 de marzo de 1963, cuatro años después del triunfo revolucionario, en un discurso pronunciado en la escalinata de la Universidad de La Habana, Fidel Castro expresaba, entre risas de la audiencia y exclamaciones de "¡Paredón, Paredón!", lo siguiente: "Muchos de esos pepillos vagos, hijos de burgueses, andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos; algunos de ellos con una guitarrita en actitudes "elvispreslianas", y que han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre". Y agregaba: "Hay unas cuantas teorías, yo no soy científico, no soy un técnico en esa materia, pero sí observé siempre una cosa: que el campo no daba ese subproducto (…) ¿Y qué opinan ustedes, compañeros y compañeras? ¿Qué opina nuestra juventud fuerte, entusiasta, enérgica, optimista, que lucha por un porvenir, dispuesta a trabajar por ese porvenir y a morir por ese porvenir? ¿Qué opina de todas esas lacras?".
Sin embargo, en Cuba no cesó nunca el debate sobre el tema, impulsado por mentes avanzadas y por las luchas de los homosexuales. No mucho después de aquel discurso homofóbico, en 1967 el Estado cerró los campos de trabajo forzado y asumió un proceso gradual de rectificación que se manifestó de diferentes formas. En el ámbito legal, durante las décadas de 1970 y 1980 el Código Penal fue modificado de modo que no se consideró más a los homosexuales como figuras delictivas, y además se eliminó la temible "Ley de Ostentación Homosexual". Hacia fines de los 80 y principios de los 90, también se experimentó un cambio de ambiente en la esfera cultural. Entre los signos más evidentes de esta nueva orientación están la premiación, en 1989, del poema "Vestido de novia", de Norge Espinosa, la publicación de escritores antes marginados, como Virgilio Piñera, y el estreno, en 1993, de la película "Fresa y chocolate", producida por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, que se convirtió en un éxito nacional e internacional
En 2013 fue aprobado por la Asamblea Nacional cubana, el nuevo Código del Trabajo, en el que se incluye la penalización de la discriminación por orientación sexual en los centros de trabajo. En septiembre de 2018, el presidente Miguel Díaz-Canel expresó su apoyo al matrimonio entre personas del mismo sexo.
En febrero de 2020, durante la emisión de la película "Love, Simon" por la televisión nacional cubana, la escena final del beso homosexual entre el protagonista y otro personaje masculino fue censurada. Al día siguiente de la emisión, varios activistas pro-derechos LGBTI organizaron besos públicos como señal de protesta ante la sede del Instituto Cubano de Radio y Televisión. Varios activistas fueron detenidos por las autoridades en su camino a la sede de protesta. Horas más tardes, el ICRT publicó un comunicado de prensa en el cual la entidad se disculpó y se refirió al incidente como un error que no correspondía a actitudes homofóbicas de su personal, y anunció que la película se transmitiría de manera íntegra cuando se avisara oportunamente. Este incidente evidencia que la homofobia es un fenómeno cultural que no se va a superar por completo con solo proclamar leyes, pero estas son útiles para penalizar la discriminación y proteger los derechos de esos ciudadanos.
En Cuba, los artistas han jugado un papel fundamental en la lucha por el reconocimiento de los derechos de la sexodiversidad. Hay numerosos documentales que abordan la temática, así como obras de ficción audiovisuales. Sin dejar de mencionar la profusión de creaciones literarias, algunas muy destacadas, como "Paradiso", de José Lezama Lima; "Antes que anochezca", autobiografía póstuma de Reinaldo Arenas y "Mañana hablarán de nosotros" antología de cuentos cubanos relacionados con temática LGTBI, en la que participan diversos autores.
En 2006 la televisión pública lanzó la telenovela "La otra cara de la luna" donde un hombre casado se descubre en una relación sexual con otro amigo. Además, abordan otros temas como el VIH-SIDA que impactaron a la opinión pública cubana.
Desde 2013, el Partido Comunista de Cuba establece que es un deber de sus militantes oponerse a cualquier conducta que sea discriminatoria por motivo de orientación sexual.
En 1981 el Ministerio de Cultura permitió la publicación del libro En defensa del Amor del doctor Sigfried Schnabl, donde se declara que la homosexualidad no es una enfermedad sino una variante de la sexualidad humana. El ministerio sostuvo que la intolerancia homofóbica fue una actitud inaceptable heredada por la Revolución y que había que oponerse a todas las sanciones contra los homosexuales.
En 1986 la Comisión Nacional de Educación Sexual opinó públicamente que la homosexualidad era una orientación sexual y que la homofobia debe ser contrarrestada por la educación. En 1988 el gobierno derogó la Ley de ostentación pública de 1938 y la policía recibió órdenes de no acosar a las personas LGBTI.
Las relaciones sexuales privadas, no comerciales y consentidas entre personas adultas del mismo sexo de más de 16 años han sido legales en Cuba desde 1979. Desde la década de 1990 se ha llevado a cabo reformas en materia de derechos y visibilidad pública respecto a la diversidad de orientaciones sexuales e identidades de género, impulsadas por el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).
En 2015 se llevaron a cabo bodas homosexuales simbólicas con el fin de fomentar el debate sobre las uniones en la isla y promover una mayor visibilidad del colectivo LGBTI.
La Constitución cubana de 2019 prohíbe la discriminación por razones de orientación sexual y la identidad de género, convirtiendo al país en uno de los pocos que eleva tal protección a rango constitucional.
Ahora, como resultado del referendo sobre el Código de las Familias, existe en Cuba reconocimiento legal del derecho al matrimonio, las uniones entre personas del mismo sexo y la adopción homoparental.
El referéndum aprobatorio del Código de las Familias no escapa a la controversia política. Hay quienes opinan que el cambio de la visión homofóbica a una de reconocimiento de derechos es una manera de aliviar presiones en la contradictoria sociedad cubana, donde han aumentado las protestas por diversos motivos, las últimas vinculadas a las situaciones creadas por el paso del huracán Ian. Otros destacan la influencia de Mariela Castro Espín, diputada a la Asamblea Nacional, directora del CENESEX y activista por los derechos LGBTI. Ella es hija del máximo líder histórico vivo de la Revolución, Raúl Castro, y Vilma Espín, un ícono de la mujer comunista en Cuba. Su influencia es considerada fundamental en los cambios que se han dado en la isla en esa área.
Otro dato interesante es que en el referendo del Código de las Familias se batieron dos récords históricos: la mayor abstención en unas elecciones en Revolución y la mayor votación en rechazo de una propuesta de Gobierno, lo cual parece revelar un aumento de las contradicciones sociales.
En todo caso, es notable la diferencia, en cuanto al tratamiento de este tema, que hay entre la sociedad cubana y la venezolana. La venezolana no es una sociedad exageradamente homofóbica si se le compara con otras del continente. Los hombres homosexuales siguen siendo discriminados y acosados, pero al menos hay menos violencia física hacia ellos que en otras latitudes. Se les puede ver comúnmente en las calles y, aunque a vece sufren burlas y desprecios, en realidad no suelen esconder sus preferencias y su modo de vida ¿por qué entonces no hay un debate institucional sobre un asunto tan sensible que afecta negativamente a tantos seres humanos? Creo que en parte se debe a la gran fuerza que ha alcanzado el sector más conservador del PSUV, partido que gobierna el país y que es mayoría clara en la Asamblea Nacional, tal como lo fue en la Constituyente de 2017. Pasa algo parecido con el tema de la despenalización y la legalización del aborto asistido. Ha habido manifestaciones y comunicaciones de organizaciones sexodiversas y feministas dirigidas sobre todo a la Asamblea Nacional, pero el tema ha sido convertido en tabú por los legisladores. Es una muestra del atraso cultural que distingue a nuestra sociedad, atosigada por el oportunismo, el fanatismo político y la impronta que impone, desde el punto de vista moral, la jerarquía católica y los poderosos movimientos evangélicos, cada vez más presentes en cargos del Gobierno y, notablemente, en la institución militar.
En Cuba, la Iglesia Católica y las organizaciones evangélicas se opusieron a la aprobación del Código de las Familias. Es claro que estas instituciones religiosas tienen pleno derecho a sostener y difundir sus posiciones, muchas de ellas basadas en sus tradiciones y textos canónicos. Para mí, con respecto a temas como los derechos de la población sexodiversa y el aborto asistido, no se trata, como asunto fundamental, que se esté de acuerdo o no con su legalización, sino más bien de plantear que estos temas sean debatidos, sin cortapisas, prejuicios ni complejos en la sociedad y sobre todo al nivel de las instituciones del Estado. Negar este debate es una posición que resulta natural en los republicanos de Donald Trump, pero no en gente que se dice "revolucionaria". Termino igual que en mi anterior artículo sobre la muerte de la joven iraní que usaba "mal" el hiyab: obras son amores.