Fachada externa de la personalidad y independencia con los diversos problemas de la existencia. Es consecuencia de la herencia y del aprendizaje. Los aspectos éticos del carácter son de origen ambiental.
Siempre bárbaros arrojaron por los suelos las normas de la civilización romana, no pudieron vencerla ni destruirla lentamente en un comienzo, violentamente poco tiempo después, el hecho fue que los conquistadores fueron asimilados por la cultura vencida, terminando a la se ha dicho, y la demostración experimental lo comprueba, que la consanguinidad es fatal en la génesis de cientas enfermedades y en especial, las mentales.
Cuando los hombres se posesionan de los hombres, son aquellos, sin embargo, los que terminan poseídos. Si los postre por ser los más gecidos repreagentes de aquella. Por todas las razones expuestas podemos asentar la terrible una conclusión. No era expresión ni de su cultura, ni de su tiempo, la terrible ferocidad que observaremos los Viajeros de Indias. Si no eran hijos de su tiempo y en el nuestro carecen de explicación comprensible, no nos queda sino un camino, achacar aquel comportamiento a su personalidad o a su muy individual circunstancia.
No es igual, sin embargo, la circunstancia que rodea a un gobernante que la envuelve a sus gobernados. El llámese rey, caudillo o dirigente político, es ante todo un hombre solo. La vida privada del jefe es siempre pública.
Con lo cual no nos queda sino una conclusión: la singular personalidad de esos reyes, caudillos o, dicho de otra forma, la insania que los caracteriza; ya que insano es todo aquel que al chocar como pueden las normas de su grupo sufre o hace sufrir, sin que exista motivación compresible.
Si asentamos que la inadaptabilidad social crónica es sospechosa de anormalidad, hemos de excepción y dolorosa de esa inadaptación. Máxime si el delito transpone los límites de lo comprensible, como es el caso del homicidio.
El homicidio implica un mayor quebrantamiento de las fuerzas represoras del yo y del super yo que otros delitos, como el robo, por ejemplo. En todas las culturas por primitivas o ajenas que sean a la nuestras, el horror al homicidio es un contenido tan enérgico de la educación cotidiana como puede serlo el incesto y otros delitos sexualidad la convivencia humana sería imposible.
Si la ausencia de mecanismos de inhición de las pulsiones criminales no pueden ser atribuidas a insuficiente condicionales no pueden ser atribuidas a insuficiente condicionamiento cultural, desde el momento que todas las culturas, por subdesarrolladas que sean, son muy frecuentes la reacciones neuróticas provocadas por esta imposición de matar; se muestran en lo que al homicidio se refiere igualmente restrictivas, no queda más camino que achacarlo a un estancamiento patológico en el desarrollo de la personalidad.
La personalidad anormal se caracteriza precisamente por la ausencia o inmadurez de las referidas funciones; de lo que se infiere —como dice Jimenez de Asia— que en todo homicida; salvo los casos referidos, es casi condición sine-quánon la anomalía de la personalidad; aún en aquellos casos donde nos sentimos incriminados a la compresión, como son los crímenes pasionales.
¡La Lucha sigue!