El negacionismo climático: un engaño flagrante y pernicioso (mensaje a Luis Britto García)

Miércoles, 19/10/2022 01:04 PM

Graffity atribuido a Banksy en Londres. (Reuters) Vía El confidencial

La acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, el alza de las temperaturas, el derretimiento de los glaciares polares y de las "nieves eternas", la desertificación de tierras, las cada vez más numerosas y recurrentes sequías e inundaciones, constituyen signos alarmantes del trastorno radical que manifiesta la situación climática en nuestro mundo.

Los hechos más recientes ocurridos en distintas latitudes no cesan de demostrar el dramatismo de la perturbación del sistema climático global que enfrenta la humanidad en las actuales circunstancias. Datos de temperatura muestran el rápido calentamiento experimentado en la Tierra durante las décadas recientes. Según el Instituto de Estudios Espaciales Goddard de la NASA, los años de 2016 y 2020 fueron los más calurosos registrados desde 1880, continuando una tendencia de largo plazo de las temperaturas globales. Según una declaración de la NASA hecha en 2021, los 15 años más calientes habían ocurrido entre 2002 y 2021, constituyendo los últimos 8 años de esa serie el conjunto de los más calientes (NASA, 2021).

El verano de 2022 ha sido el más caluroso registrado jamás en Europa y en los Estados Unidos (Al DÍA news, 2022; Telesurtv.net, 2022). Olas de calor azotaron también en este año a África y Asia donde se desataron grandes incendios forestales. Las intensas lluvias y desastrosas inundaciones registradas en diversas partes de Venezuela en las últimas semanas se inscriben también en este cuadro de desorden climático ascendente.

El consenso científico en torno a la inocultable realidad del cambio climático y sus causas sociales humanas es hoy en día muy sólido. La investigación científica sobre el calentamiento global comenzó en el siglo XIX y hacia el año 2000 empezó a sedimentarse en confianza acerca de la realidad, las causas y el rango general de efectos adversos del calentamiento global. Esta conclusión se derivó del estudio exhaustivo del aire, las temperaturas oceánicas, la composición de la atmósfera, registros satelitales, las capas polares y glaciares de hielo, y la modelización de datos climáticos, entre otros.

A lo largo y ancho del mundo una mayoría abrumadora de científicos que siguen caminos de investigación similares antes de publicar, reafirman de manera consistente que el cambio climático está ocurriendo. Múltiples estudios revisados por sus pares y publicados en revistas científicas, muestran que al menos un 97% de científicos activos, especialistas en clima, concuerdan en que las tendencias del calentamiento global registrado en los últimos cien años, es extremadamente probable de ser causado por actividades humanas (Harrington, 2022; Ramanujan, 2021). Además del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) adscrito a la ONU, numerosas academias y organizaciones científicas de todos los continentes (en África del Sur, Alemania, Australia, Brasil, Canadá, Chile, China, Francia, Estados Unidos, India, Italia, Japón, México, Nigeria, Reino Unido, Rusia, por nombrar sólo algunos países) han endorsado la tesis del cambio climático generado por actividades humanas).

Aunque en términos planetarios no cesa de crecer la mayoría de personas que de alguna manera u otra expresan su preocupación por la entropía cada vez mayor que se manifiesta en el comportamiento del clima, no faltan quienes evitan, minimizan, se desconectan o toman distancia del debate y las acciones que tal situación ha generado. Más aún, una pequeña pero ruidosa minoría niega la existencia del cambio climático. En ella confluyen ciertos dirigentes políticos, voceros corporativos, reducidos sectores de la comunidad científica, burócratas, miembros del status quo cultural, algunos medios de comunicación y redes sociales.

En Internet, como suele ocurrir con otros temas, los asuntos climáticos se ven sometidos a la desinformación. En algunos casos esto es voluntario ya que ciertas compañías remuneran a personas para que escriban artículos que cuestionan la realidad del cambio climático y la credibilidad de los estudios científicos llevados a cabo sobre esta problemática. Otras personas, climato-escépticas o no, se informan simplemente de la peor manera y difunden inmediatamente informaciones sin ningún valor científico.

Entre las filas de los negacionistas climáticos encontramos personajes de la política mundial como Nicolás Sarkozy, Donald Trump, Boris Johnson, Vladimir Putin y Jair Bolsonaro (cuyo ministro del ambiente ha dicho que el cambio climático es una invención del "marxismo cultural"). En un plano más doméstico recordamos en este momento los casos del profesor Eduardo Samán, exministro de Comercio, y la Doctora Nurys Orihuela, exministra de Ciencia y Tecnología; el primero de ellos sostuvo hace unos años atrás la tesis de que la idea del cambio climático obedecía a una maquinación de las transnacionales petroleras para perjudicar a los intereses petroleros de Rusia y Venezuela; la segunda expresó que, en su opinión, el cambio climático no era un fenómeno con causas humanas y que respondía más bien a una dinámica natural de la Tierra.

No está de más recordar aquí que, aunque en meses recientes el gobierno de Nicolás Maduro ha incorporado con cierta fuerza el tema de la lucha contra el cambio climático a su retórica altisonante y ha anunciado ciertas disposiciones que supuestamente se orientan en ese sentido, en la práctica su accionar desdice con creces lo que aparece en el discurso. Pruebas de ello, por citar solo algunas, lo constituyen: el devastador megaproyecto del llamado "Arco Minero del Orinoco"; las gravísimas afectaciones de diversas áreas naturales protegidas del territorio nacional, generadas por iniciativas gubernamentales, así como por actuaciones negligentes y depredadoras de estratos de la burocracia estatal; los continuos derrames petroleros en ríos y costas, y la insistencia en relanzar con inversiones multimillonarias la industria petrolera como un motor estratégico de desarrollo nacional (aspecto este en el que coincide claramente con las cúpulas de la oposición).

No faltan laboratorios de ideas negacionistas que publican en varios idiomas y tienen relaciones con sectores políticos conservadores e incluso de extrema derecha. Así por ejemplo, un estudio conducido por la Universidad Pompeu Fabra de Cataluña (Robaina, 2020) identificaba hace dos años a los siguientes como los más importantes del continente europeo: el Centre For Policy Studies, la Global Warming Policy Foundation y el Institute of Economic Affairs en el Reino Unido; el Institut Économique Molinari en Francia; el Europäisches Institut für Klima und Energie en Alemania; el Austrian Economic Center en Austria; el Liberales Institut en Suiza; y el Instituto Juan de Mariana en España.

En las filas del negacionismo climático han figurado también poderosas corporaciones, tal es el caso por ejemplo de la multinacional petrolera Exxon que, al menos desde 1970, conocía las causas del cambio climático y los peligros que tal disrupción plantea y mantuvo oculta esa información durante décadas. Entre 1990 y el año 2000 diversas compañías petroleras como la propia Exxon, Shell, British Petroleum y Chevron, financiaron multimillonarias campañas secretas para enlodar a equipos científicos que hacían advertencias sobre el cambio climático y minimizar los impactos que tales advertencias identificaban y pronosticaban. A las acciones del lobby petrolero negacionista se han sumado otros actores, como por ejemplo el Secretario General de la OPEP, Mohamed Barkindo, quien en 2019 declaró que las campañas contra el cambio climático representaban una gran amenaza para la industria petrolera y un fraude al público (The Guardian, 2019).

Otro sector del "Big Business" internacional que se ha involucrado en la negación del descalabro del sistema climático global es el de la industria eléctrica. En los Estados Unidos, a pesar de estar conscientes de los peligros que implicaba el cambio climático, la industria eléctrica los negó durante más de 40 años. Una muestra de esta actitud la constituyó la alianza forjada entre el Edison Electric Institute y el Electric Power Research Institute para actuar de manera conjunta en contra de cualquier esfuerzo de entender y/o parar el cambio climático, llegando a afirmar que este fenómeno no acarrearía desastres sino días más frescos, noches más cálidas y mejores vegetales (Meyer, 2022)

En días recientes, el conocido escritor venezolano Luis Britto García se refería a la inquietud generada por el cambio climático en términos que inducen dudas de manera un poco oblicua y superficial con respecto a la significación del fenómeno y sus causas humanas. En este sentido señala Britto García que no hay unanimidad y hace referencia a una declaración hecha por unos 1.200 científicos del denominado Grupo de Inteligencia Climática Mundial en la que se niegan la existencia de una situación de emergencia climática y los motivos de preocupación, al tiempo que rechaza las políticas de CO2 neto, tildándolas de "perjudiciales y poco realistas". Acto seguido el autor cita a varias fuentes vinculadas al lobby petrolero, el populismo de derecha y el neoliberalismo extremos en algunos países europeos y los Estados Unidos (Britto García, 2022). Con la postura que asume Luis Britto García en este escrito parece olvidar que los procesos científicos y tecnológicos, en virtud de su enorme potencial de incidencia en la vida social, son hoy por hoy asuntos políticos de gran relevancia y están sujetos a presiones, cooptaciones y mediatizaciones.

Más adelante el autor de marras advierte que la voracidad propia del sistema capitalista le impide a este salvar a la humanidad de nada (se sobreentiende que esto último incluye al cambio climático) y reconoce como única esperanza de sobrevivencia humana a las "economías socialistas planificadas". Llegados a este punto creemos que es importante decir primero que una cosa es que las élites estadounidenses y de otros centros de poder mundial muestren un interés por el calentamiento global en términos de la necesidad de relanzar sus negocios globales, tal y como ya lo había expresado Luis Britto el año pasado citando a Thierry Meysan (2021), y otra es que el clima está en proceso de caotización acelerada, precisamente gracias al orden y la dinámica que dominan el mundo contemporáneo. Por otra parte, conviene decir también que, si lo que Luis Britto García entiende como tabla de salvación para la humanidad equivale al orden instaurado en la extinta Unión Soviética y sus antiguos aliados del este europeo, vale recordar que el llamado "socialismo real" dejó un legado ambiental verdaderamente catastrófico. Como ejemplo emblemático de la larga lista de desastres y perturbaciones que pueden incluirse en esta herencia citaremos la desecación del Lago Aral en el Asia Central, en los límites con Kazastán y Uzbekistán; habiendo sido todavía a comienzos de la década de los sesenta del siglo pasado el cuarto lago más grande del mundo, con más de 67.000 km2 de extensión, en la actualidad su superficie es poco menos de un 10% de la original (RTVE, 2022)

A pesar de su mayormente incondicional defensa del nefasto gobierno de Nicolás Maduro, de la cual diferimos sustancialmente, reconocemos en Luis Britto un intelectual de talla, un destacado hombre de letras, y es por ello que lamentamos esta nueva equivocación que lo lleva paradójicamente a cerrar filas con personajes y sectores que él mismo ha denunciado y cuestionado en épocas pasadas, a una convergencia con quienes representan los paradigmas de conocimiento, producción, configuración social y devastación que se han hecho hegemónicos en el planeta que habitamos.

El cambio climático puede ser un tópico altamente complejo y multidimensional. La promoción democrática de la investigación científica, crítica y abierta horizontalmente al diálogo de saberes, el examen minucioso y holístico de aseveraciones singulares que dan pie a la polémica, son muy necesarios. Pero, verdades fundamentales, incuestionables, de la crisis en curso (que la ciencia honesta de manera abrumadora demuestra afirmando que el calentamiento global moderno es un fenómeno de origen social humano) están al alcance de muchísima gente para su consulta y verificación.

Toca a Luis Britto García informarse de una manera más metódica, diversa e integral, deslastrándose de dogmas anquilosados y abriéndose a una sensibilidad ecológica. A todos y todas nos corresponde involucrarnos de manera personal y colectiva en la lucha por la Justicia Climática, la transformación profunda del orden global imperante y la construcción de modos de vida ecosocialmente emancipadores y equilibrados.

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