El gobierno de Venezuela acaba de nombrar a Martin Philipsen, ejecutivo de Chevron, como Gerente General de PetroPiar. Bien, es claro que Chevron quiere explotar esa mina de dólares que puede ser el petróleo venezolano -el nuestro es el país con la mayor reserva certificada de petróleo- y Venezuela necesita el concurso de Chevron para tratar de morigerar la gran torta que se puso en PDVSA. Pero este asunto me trae sin cuidado, que hagan lo que prefieran con PetroPiar. Para mí está claro en qué mundo vivo y hace ya algún tiempo que he dejado de escuchar cantos de sirena. Acá solo voy a denunciar a este emporio petrolero, convertido en amigo con derechos del capitalismo criollo, en cuanto al tema que ocupa la mayor de mis preocupaciones: el cambio climático como agente de destrucción del hábitat humano.
Existe en inglés el término greenwashing, que se traduce al español como "lavado verde" o "ecoblanqueo", referido a una estrategia de marketing que utilizan las empresas para parecer sostenibles o ecológicas cuando, en realidad, no lo son. Muchas compañías que contaminan usan esta estrategia para mejorar su imagen de marca sin aportar nada positivo.
Hay importantes corporaciones que hacen ecoblanqueo de distintas maneras. Uno de los ejemplos por antonomasia de lavado verde es que grandes corporaciones como Monsanto, Peabody Coal o Georgia Power acabaron patrocinando, desde 1990, actos del Día de la Tierra. McDonald’s comenzó a usar pajillas de papel que no eran reciclables. Por el propio negocio, esta compañía genera contaminación plástica. Y la acción que emprendieron al respecto fue un error: lograr el papel para las pajillas suponía talar árboles y, además, el papel no era reciclable. En algunos casos etiquetar o usar empaques en color verde puede parecer suficiente. Es lo que hizo Coca Cola con Life. Quitó un 6% de azúcar a la receta y cambió la etiqueta roja por una verde, intentando convencer de que se trataba de un producto saludable y sostenible. Otras grandes marcas han sido denunciadas por hacer ecoblanqueo, como Starbucks, Ikea, H&M, Burger King, Exxonmobil y Repsol. Hoy voy a desnudar en este sentido a Chevron, uno de nuestros nuevos mejores amigos.
Acaso no tuviera que escribir este artículo, si hubiera en Venezuela alguna corriente artística dedicada a denunciar este tipo de práctica, como por ejemplo el grupo de artistas ingleses activistas Extinction Rebellion, que realizó una performance frente a la sede del banco ‘Barclays’ en Londres, donde colocó un servicio falso de lavandería para denunciar a todas aquellas empresas del sector financiero que siguen haciendo greenwashing pese a la situación de emergencia climática.
En un demoledor artículo del periodista climático y autor canadiense Geoff Dembicki, titulado "Chevron está tomando a los norteamericanos por tontos con su bombardeo publicitario ‘verde’" (Chevron Is Playing Americans for Fools with ‘Green’ Ad Blitz) (1), Dembicki advierte que "Uno de los mayores contaminantes del mundo de gases de efecto invernadero que alteran la atmósfera ha emitido casi 30.000 anuncios de televisión en los últimos 15 meses, tratando de convencer a la gente de que es ecológico".
En efecto, desde junio de 2020 hasta el 31 de agosto de 2021, los estadounidenses fueron bombardeados con anuncios publicitarios de Chevron. Solo durante julio de 2021, el gigante de los combustibles fósiles emitió 4.402 anuncios. Más del 80 por ciento contenía términos como "sostenible", "renovable", "medio ambiente" y "limpio". En realidad, Chevron ha aportado más de 43 mil millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera desde 1965, según muestran los datos del Instituto de Responsabilidad Climática, lo que la ubica entre las empresas que más dañan el clima en el planeta.
A pesar de toda la cháchara "ambientalista" de los anuncios, Chevron dirigió solo el 0,2 por ciento de sus gastos de capital hacia formas de energía con bajas emisiones de carbono entre 2010 y 2018.
"Es el epítome del lavado verde: actuar sucio, hablar verde", dijo Geoffrey Supran, investigador de la Universidad de Harvard que ha estudiado la estrategia de comunicaciones de las compañías petroleras durante décadas, sobre el bombardeo publicitario de Chevron, y añadió: "Claramente, es más una táctica de asuntos públicos que un esfuerzo genuino por reformular su negocio".
El artículo de Dembicki refiere que los 100 mejores programas de televisión de todos los tiempos, las 229 canciones de Taylor Swift, las 500 mejores canciones de todos los tiempos, los 100 mejores álbumes de 2022 generaron mil millones de dólares, que suenan mucho menos impresionantes si se tiene en cuenta que Chevron informó activos por valor de casi 240 mil millones de dólares en su informe anual de 2020. La compañía produjo el equivalente a 3,1 millones de barriles de petróleo por día ese año, 5 veces más de lo que produjo en promedio Venezuela en el mismo lapso. En el informe, la compañía dice que actualmente tiene 11.100 millones de barriles de reservas probadas.
A principios del año pasado, una coalición de grupos ambientalistas descubrió que los anuncios publicitarios de Chevron eran tan engañosos, que presentaron una queja ante la Comisión Federal de Comercio "por anuncios engañosos probados". Si bien los defensores del clima pueden burlarse de una importante compañía petrolera que se presenta a sí misma como una salvadora ambiental, el televidente promedio sin tanto conocimiento de la emergencia climática podría ser más receptivo al mensaje, dijo Zorka Milin, asesora legal sénior de Global Witness, uno de los grupos que presentaron la denuncia de la FTC, y añadió que "Chevron está tratando de presentarse como parte de la solución a la crisis climática, cuando en realidad es uno de los principales impulsores de la crisis".
Otro gigante del petróleo y el gas, BP pic (antes British Petroleum), anunció el año pasado que detendría "la publicidad de reputación corporativa", una decisión que se tomó poco después de que un grupo ambientalista llamado ClientEarth presentara una demanda legal citando anuncios en los que BP hablaba de sus inversiones en energía renovable sin mencionar que sigue siendo uno de los mayores productores de petróleo y gas del mundo. Pero Chevron calificó la queja de la FTC contra su publicidad como "frívola". Anunció que gastará 10 mil millones de dólares hasta 2028 en cosas como biocombustibles, producción de hidrógeno y captura de carbono, un aumento triple de lo que ha invertido hasta ahora. Sin embargo, mientras Chevron promociona estas inversiones como evidencia de que se está tomando en serio el cambio climático, la compañía está participando en los esfuerzos para bloquear las disposiciones clave de la Ley Build Back Better de la administración Biden, que según los observadores contiene algunas de las acciones climáticas más agresivas jamás propuestas por el gobierno de Estados Unidos. Una organización comercial a la que pertenece Chevron, llamada American Petroleum Institute, había gastado más de 500.000 dólares desde agosto de 2022 para publicar millones de anuncios de ecoblanqueo en Facebook. Uno de esos anuncios alega que "Los aumentos de impuestos a los productores de energía de EE. UU. equivalen a arriesgar los empleos de energía de EE. UU.".
Geoffrey Supran ve poca diferencia entre los anuncios de Chevron golpeando a los televidentes con imágenes de niños pequeños persiguiendo mariposas y el pago que hace a un grupo comercial que lucha contra la legislación en Washington, D.C., que reduciría drásticamente los gases de efecto invernadero: "Todo conduce al mismo objetivo final de negocios, como de costumbre, y sin política climática".
El arte rebelde contemporáneo, el que no adula a los poderosos ni se somete a las imposiciones del mercado, el que cumple su papel de dar testimonio de la cruda realidad, no ha perdonado tampoco a Chevron y su lavado verde. Veamos.
Un comercial falso recorre imágenes de archivo cursis de bebés recién nacidos, elefantes retozando y paisajes montañosos llenos de turbinas eólicas. Mientras tanto, la voz en off explica salvajemente que los productos de Chevron están "transformando el planeta en este mismo segundo en una película infernal de George Miller", una referencia a las películas postapocalípticas de Mad Max. Ese es el mensaje de una nueva parodia de los anuncios de la compañía petrolera, creada por Adam McKay, el director de la película Don't Look Up, en la que un asteroide se precipita hacia la Tierra en una alegoría del cambio climático.
Ni en el sentido del cambio climático ni en ningún otro con que pretenda embaucarnos, debemos creerle a Chevron "ni tantico así". Lo único verde que le importa a Chevron son los dólares.
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Dembicki, Geoff. "Chevron Is Playing Americans for Fools with ‘Green’ Ad Blitz". Revista Rolling Stone, 11/10/2021