EEUU y el síndrome de Hybris

Jueves, 02/02/2023 08:46 AM

"Todo tiene su final, nada dura para siempre,

Tenemos que recordar que no existe eternidad,

Como el lindo clavel solo quiso florecer,

y enseñarnos su belleza y marchito perecer,

Todo tiene su final nada dura para siempre

Tenemos que recordar que no existe eternidad"

(Héctor Lavoe y Willie Colón)

Hybris (en griego ὕϐρις húbris) es un concepto que en la Antigua Grecia aludía a un desprecio temerario hacia el espacio personal ajeno a la falta de control sobre los propios impulsos, siendo un sentimiento violento inspirado por las pasiones exageradas.

Esta palabra hace referencia a las acciones crueles y humillantes cometidas por una persona "borracha de éxito". En cuanto al Síndrome de Hybris, se traduce como obcecación, una especie de ceguera causada por la obstinada, jactanciosa y altanera fijación del personaje en una norma de conducta.

Las personas (o naciones) que padecen este insólito síndrome suelen ser soberbias y arrogantes y despreciar a los demás. Para nada entienden la otredad.

Entre los síntomas de ese síndrome figuran el sentimiento de superioridad, la desmedida preocupación por su imagen y la rabia y la desolación en caso de pérdida de la popularidad.

Si hay una nación que sufre de ese síndrome es EEUU, que le gusta verse como un ejemplo brillante, un faro de libertad y un luchador mundial por la libertad y la democracia. Una suerte de ombligo del mundo

Veamos ese síndrome en presencia de tres halcones, concretamente en relación con Venezuela

Hablan tres halcones

1.John Robert Bolton, un "halcón" convicto y confeso, un burócrata por antonomasia, ha desempeñado responsabilidades diplomáticas en varias administraciones republicanas. La última: ser el jefe de Seguridad Nacional de los EEUU en la Administración de Donaldo Trump entre abril de 2018 y septiembre de 2019. Escribió el libro titulado: The Room Where It Happened: A White House Memoir (La habitación donde sucedió: una memoria de la Casa Banca). En ese texto hay un capítulo dedicado a Venezuela. Allí, el señor Bolton, se dedica a narrar los "intríngulis" de todas las veces que ideó y planificó cómo salir de Nicolás Maduro y en todas no pudo.

Queda claro que los gobiernos estadounidenses, como administradores de la "cosa pública", responden al interés nacional del "Estado Profundo", que es quien realmente manda al interno de esa nación y marca la pauta en la política exterior. El señor Bolton sostiene que el "régimen ilegal de Venezuela" es "uno de los más opresivos del hemisferio occidental" y que era necesario "resucitar la Doctrina Monroe luego de los esfuerzos de Obama y Kerry por darle sepultura". Incluso contemplando la "opción militar".

En sus escritos también queda claro que, en política exterior, la administración Trump como todas las administraciones de ese país, actúa con mucho pragmatismo. Pese a que Trump apoyó públicamente al opositor Guaidó como "presidente" de Venezuela y aunque haya dicho que "este muchacho (Guaidó) nadie lo reconoce" o lo llame el Beto O' Rourke de Venezuela, estuvo jugando con las divisiones internas dentro del chavismo.

Bolton, de alguna manera insinúa la implicación de EEUU en el intento de asesinato de 2018, que el propio Bolton califica de "hilarante". Poco después de la tentativa, Trump pidió a Bolton que "lo hiciera", "lo" que significa la destitución de Maduro. "Es la quinta vez que lo pido", había añadido Trump.

2. A Sacred Oath: Memoirs of a Secretary of Defense During Extraordinary Times (Un juramento sagrado: memorias de un secretario de Defensa en tiempos extraordinarios), es el nombre del libro publicado, a mediados de mayo 2022, por Mark Esper, quien fuera secretario de Defensa del presidente Donald Trump entre 2019 y 2020,

En ese texto, este halcón, revela no sólo que la administración Trump había planeado invadir Venezuela, sino también asesinar al presidente Nicolás Maduro (2018) y llevar a cabo una ola de ataques terroristas contra la infraestructura civil del país. También habla sobre la creación de un ejército de mercenarios para utilizarlo en Venezuela y librar una guerra de terror al estilo de la Contra, como en Nicaragua a principios de los años ochenta bajo la presidencia de Ronald Reagan. Esper también confirma la implicación de Washington en la Operación Gedeón (2020).

Según una reseña por Amazon para promocionar el libro: "Una y otra vez, él (Esper) muestra cómo la falta de atención, la ignorancia, la curiosidad, la duplicidad y la falta de voluntad del presidente (Trump) para asumir la responsabilidad de las decisiones difíciles pusieron a los Estados Unidos en riesgo".

Esper recuerda que Trump invitó al autoproclamado presidente interino venezolano Juan Guaidó a su discurso sobre el Estado de la Unión de 2020, en el que Guaidó fue calificado como "el verdadero y legítimo presidente" de Venezuela y recibió una gran ovación de republicanos y demócratas por igual. Allí, en el encuentro cara a cara entre ambos, después del discurso, Esper sostiene que la conversación giró en torno a una invasión estadounidense y en la cual Trump le había preguntado directamente a Guaidó: "¿Y si los militares estadounidenses fueran allí y se deshicieran de Maduro? ", ante lo que este habría respondido: "Por supuesto que siempre agradeceremos la ayuda de Estados Unidos".

Debe recordarse que la operación Gideon se llevó a cabo sólo unas semanas después de la reunión y fracasó estrepitosamente,

Las revelaciones de Esper llevan a la conclusión de que Washington estuvo involucrado en el fallido ataque con drones de agosto de 2018, con el cual se buscó asesinar al presidente Nicolás Maduro.

3.El otro halcón, Mike Pompeo exsecretario de Estado del presidente Trump y exdirector de la CIA, también acaba de editar un libro: Never give an inch. Fighting for the America I Love (Nunca cedas un centímetro: Luchando por América que amo).

Antes de hacer referencia a Venezuela, en el capítulo 7, dice: "Ninguna nación como la nuestra había existido antes de la creación de Estados Unidos, y hasta el día de hoy, ninguna otra lo hace. Nuestro excepcionalísimo nace de una comprensión de la fundación de nuestra nación y continúa a través de un compromiso de asegurar la búsqueda de la vida, la libertad y la felicidad. Nuestra administración decidió defender la soberanía de una manera que no se había hecho en muchos años. No evitamos hacer de Estados Unidos Primero el principio de nuestra toma de decisiones, incluso si algunos aliados se molestaron por eso. Tampoco confiamos en la comunidad internacional para promover los intereses estadounidenses: los líderes estadounidenses nunca pueden suponer que otros harán su trabajo" y "Defender la soberanía estadounidense también beneficia a otras naciones. Un Estados Unidos próspero, sólido y seguro, tanto físicamente seguro como confiado en su lugar en el mundo, mejora la vida de las personas en todas partes. Una América que es poderosa, pero humilde y restringida, impulsa al mundo hacia una mayor prosperidad y una mayor dignidad para cada ser humano".

Sobre Venezuela y su gobierno dice, en el capítulo 15, denominado, "Conoce tus límites", que "en la administración de Trump, no podíamos tolerar que una nación a solo 1,400 millas de Florida extendiera la alfombra de bienvenida para Rusia, China, Irán, Cuba y los cárteles en una violación de la Doctrina Monroe del siglo XXI. Llegamos a la conclusión de que, si no se aborda, el problema de Venezuela se agravaría, con terribles consecuencias de seguridad para el pueblo estadounidense y nuestro hemisferio. En la primavera de 2018, con nuevas elecciones en Venezuela a punto de ocurrir, creímos que teníamos la oportunidad de ayudar al pueblo venezolano a recuperar su país de un dictador. Al apoyar a la oposición y presionar económicamente a Maduro, "esperábamos enderezar el barco venezolano y forzar su salida. Esperábamos hacerle la vida tan miserable al régimen que Maduro y sus matones tuvieran que hacer un trato con la oposición. Si Maduro quería vivir en un castillo suizo por el resto de su vida, estábamos dispuestos a dejarlo, siempre que Venezuela pudiera volver a la normalidad"

En varios momentos, el presidente Trump, John Bolton y yo sugerimos la opción militar para Venezuela.

En mayo de 2018, el pueblo de Venezuela votó en una elección presidencial que Maduro había programado irregularmente. Hizo todo lo posible para manipular los resultados. Posteriormente, Estados Unidos, junto con otras once democracias de nuestro hemisferio, llamado Grupo de Lima, presionó a Maduro para que renunciara. Cuando se negó, Estados Unidos enfrentó un difícil punto de decisión sobre si lo reconocerían como el gobernante legítimo de Venezuela al final de su mandato el 5 de enero de 2019. Decidimos que no podíamos reconocer a Maduro como presidente legítimo de Venezuela. En cambio, el 23 de enero, reconocimos a un líder opositor relativamente desconocido de treinta y cinco años llamado "Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, como presidente interino. Nos arriesgamos. En las semanas previas a cambiar nuestro reconocimiento, aproximadamente la mitad de los partidos en la Asamblea Nacional no reconocían a Guaidó como el líder legítimo del país. Afortunadamente, nuestro hábil diplomático, el embajador Jimmy Story, hizo magia para ayudar a alinearlos detrás de Guaidó, y tomamos nuestra decisión.

Al principio era escéptico de respaldar a Guaidó. Estados Unidos siempre está buscando líderes prometedores en los lugares "difíciles" como Venezuela, Irak, Líbano y Somalia. Creía que deberíamos buscar personas dispuestas y lo suficientemente poderosas para castigar a sus compañeros de élite, capaces de evitar la corrupción y lo suficientemente astutas como para hacer tratos con los demonios menores. Innumerables veces durante mis cuatro años, los exiliados venezolanos me insistieron a mí y a mi equipo que ellos, y solo ellos, tenían un equipo que podría derrocar a Maduro, si tan solo Estados Unidos les brindara ayuda. En algunos casos, nos dijeron, "el golpe está previsto que suceda en cuestión de horas"". Entendimos nuestros límites. Después de investigar a Guaidó, decidimos que podíamos correr con él. Durante los siguientes meses, Estados Unidos montó una campaña de presión sobre el régimen de Maduro en concierto con nuestros aliados. Impusimos sanciones a la compañía petrolera estatal de Venezuela y confiscamos propiedades diplomáticas en Washington para entregárselas al gobierno legítimo encabezado por Guaidó.

En enero de 2019, y nuevamente en enero de 2020, hablé en la Organización de los Estados Americanos para reunir apoyo contra Maduro. Bajo el excelente liderazgo del secretario general Luis Almagro, los miembros de la OEA respaldaron nuestros esfuerzos y con el chantaje, siempre por delante, dice que habló en las Naciones Unidas el 26 de enero de 2019, donde dijo: "Ahora es el momento de que todas las demás naciones elijan un bando. No más retrasos, no más juegos. O estás con las fuerzas de la libertad, o estás aliado con Maduro y su caos". Casi las mismas palabras dichas por George W. Bush en el año 2001: "O están con el terrorismo o están con nosotros".

Pero, en definitiva, así actúa del imperio, nada nuevo bajo el sol.

Estos tres halcones, nada modestos, por cierto, han sido muy explícitos. Pero debemos decir que, si algo queda claro, en sus escritos, es que los tres fueron unos fracasados en relación con las fórmulas para acabar con la revolución bolivariana.

¿Qué hacer ante ese síndrome?

Se sostiene que el enfermo de hibris presenta los siguientes síntomas: Exceso de confianza en sí mismo; Impaciencia constante; Falta de atención a los detalles; Creerse insustituible; Rechazo a todo signo contrario a sus ideas; Incapaz de cambiar de conducta; No saca provecho de la experiencia; Trata a los demás con prepotencia y tiene una conducta marcadamente narcisista.

Sufrir de ese síndrome significa la personificación del atrevimiento, de la transgresión de las normas generales admitidas. Eso puede producir. en algún momento, un castigo (némesis) como consecuencia de portar un ego enfermo de hibris.

De allí que, se sostenga que quien posea esta enfermedad: o termina en lisis, viene némesis y lo destruye, o termina en crisis, donde el enfermo de este síndrome se da lentamente cuenta de su estado y corrige su conducta en base a un aprendizaje que lo transforma y encuentra el correcto valor de sí mismo y el de sus semejantes, de los otros, adquiere humildad, dignidad y respeto por sí mismo y por los demás.

Por su comportamiento histórico, el imperio estadounidense no ha tenido, no tiene ni tendrá en su agenda la segunda opción. Pero todos los imperios siempre, tarde o temprano, terminan en el basurero de la historia. EEUU lo ha vivido en carne propia, en algunos lugares del mundo, la última experiencia fue en Afganistán, porque la eternidad en la Tierra, definitivamente, no existe.

Nota leída aproximadamente 2059 veces.

Las noticias más leídas: