¿Qué ocurrió durante las últimas semanas en las instancias del gobierno de Colombia? ¿Qué llevó al presidente Petro a oficializar con un “tuit” que no iba más la coalición con los partidos tradicionales aliados (La U, conservador y liberal) y a modificar la composición del gabinete ministerial? ¿Cómo se explica la salida de ministros claves? ¿Qué consecuencias tendrá?
Ocurrió lo que se preveía. Una vez se agitara la “alianza interclasista” se harían evidentes las limitaciones de la “coalición amplia” y se alteraría el tablero político. Aun así, esa primera etapa de gobierno –más corta de lo imaginado– deja realizaciones significativas (reforma tributaria, avances en el plan de desarrollo y reforma agraria), y también, valiosas enseñanzas.
El sacudón de la “alianza interclasista” fue causado por la reacción contra la reforma del sistema de salud por parte de la oligarquía financiera y de la burguesía burocrática que manejan y se alimentan de los recursos del sector (EPS). Sin embargo, algunos errores cometidos en el trámite legislativo agudizaron la confrontación política y obligaron a Petro a generar un “remezón ministerial” para ajustar las cargas políticas a la nueva realidad.
No quiere decir que esta sui generis y tácita alianza de clases y sectores sociales que existe en este momento en Colombia, esté totalmente fracturada. La oligarquía financiera que lideran los dueños de los grandes grupos económicos e inversionistas extranjeros, y que en política está representada por los expresidentes Gaviria y Santos, sabe que no pueden romper totalmente con Petro por diversos factores que es interesante analizar. Veamos:
- Necesitan una relativa estabilidad ante la incertidumbre y nerviosismo que existe a nivel global. No es sólo la guerra Rusia-Ucrania y el peligro de recesión, sino que les inquieta la fragmentación, la quiebra del mundo unipolar (USA) y el impacto del cambio climático.
- Son conscientes que en Colombia se requieren algunos cambios y reformas para desactivar la bomba social y económica que está detrás del “estallido social” de 2021.
- Saben que un enfrentamiento abierto con el gobierno progresista sería una oportunidad para que las “derechas e izquierdas extremas y armadas” incendien de nuevo a este país.
- Al igual que el gobierno de EE.UU., aspiran a que Petro logre reintegrar a Venezuela al sistema interamericano, tanto en el aspecto político como en el campo de la economía.
- Usan el bloqueo institucional y el pánico económico “controlado” para desesperar a Petro, desgastar sus reformas y crear condiciones políticas para impedir la continuidad de su proceso de cambio hacia el futuro (o sea, en los siguientes períodos de gobierno).
Petro es consciente de ese panorama conflictivo e inestable. Sabe que necesita alianzas y apoyos de diverso tipo. Requería un ministro de Hacienda como José A. Ocampo para aprobar la reforma tributaria y de una Cecilia López en Agricultura para posicionar la reforma agraria. Desgraciadamente, ambos no podían avanzar y arriesgar y le tocó reemplazarlos en medio del remezón político. En el caso de la ministra Corcho y de Prada (Interior) la situación fue diferente, se desgastaron en su relación con el Congreso y salieron sacrificados.
Lo interesante del aprendizaje de estos ocho (8) meses tiene que ver con la conciencia de que se requiere acumular mayor fuerza social y política para enfrentar la estrategia “desgastante” de las castas dominantes. Es claro que, el Pacto Histórico con una representación minoritaria en el Congreso, se mueve en un terreno pesado y fangoso. Y aunque ha logrado develar las fisuras y divisiones al interior de los partidos tradicionales (especialmente el Liberal), pareciera que no le alcanza para aprobar las “reformas sociales”. Es posible que “pasen parcialmente” pero cediendo en aspectos fundamentales. En ese caso es mejor hundirlas.
Lo importante es no caer en el aventurerismo. Petro ha mostrado ante el país y el mundo su voluntad de cambio y de beneficio a los sectores más humildes y excluidos de la población. Tiene logros qué mostrar y un régimen presidencialista que le otorga poderes por explorar y avanzar. Debe persistir y realizar una mayor pedagogía para que la frustración que acumule el pueblo no se canalice contra su gobierno sino contra aquellos que obstaculizan el cambio.
Lo aprendido en esta primera fase debe servir para corregir y ajustar la estrategia. Deberá buscar otros sectores sociales y económicos que han estado históricamente abandonados por los anteriores gobiernos (pequeños-medianos productores agrarios y los “profesionales precariados”) que pueden ser atraídos con propuestas concretas y viables, y, que no requieren mayores reformas legales, pero sí mucha paciencia y sentido práctico.
Sólo si gana el respaldo de esos sectores sociales y mantiene su base social y política, podrá colocar la correlación de fuerzas a su favor y destrabar esta especie de “empate técnico” que tenemos en la actualidad. Es el reto hacia adelante tanto de Petro como de la base progresista.