La Propuesta Ideológica del Capitalismo Imperialista

Miércoles, 17/05/2023 02:52 PM

La Propuesta Ideológica del Capitalismo Imperialista

Agustín Calzadilla

Marx nos habló de ideología en el sentido de falsa consciencia opuesto a conciencia de clase o conciencia revolucionaria. Esta última implica el ser consciente de nuestro proceso de vida real. De nuestra condición de explotados en el sistema del capital. Pero, al mismo tiempo, lo usa como cuerpo coherente de ideas de un determinado proyecto sociopolítico. Lenin concibió al marxismo como la ideología del proletariado. En todo caso, debemos atender al contexto en el cual se utiliza tal término.

En conocido Prólogo a la contribución de la economía política, dice Marx: "Las condiciones materiales de existencia de los hombres, su ser social, condicionan la conciencia social" (…) "La ideología dominante en una sociedad dividida en clases es la ideología de la clase dominante", es decir, la propietaria de los medios de producción y reproducción de la vida en la formación social histórica de que se trate. Tenía claridad de que son las llamadas formas ideológicas las que posibilitan a los seres humanos tomar consciencia de sus conflictos existenciales y luchar por resolverlos. Claro, estamos dotados de razón. Sin dejar de lado nuestras pasiones o emociones que también cuentan. Gramsci, en las primeras décadas del siglo XX sostuvo que, si usted puede ocupar la cabeza de la gente sus corazones y sus manos le seguirán. Así logra el apoyo del pueblo oprimido la clase minoritaria y explotadora sobre sus formas de Estado y de gobierno. Introduce, quien fuera víctima del fascismo, la noción de hegemonía: la relevancia del consenso, y no solo de la fuerza, en el ejercicio del poder por las clases dominantes.

Los mencionados pensadores revolucionarios no pudieron conocer las nuevas formas ideológicas de dominación y manipulación del capitalismo imperialista. La industria cultural, las nuevas tecnologías de la información y comunicación, la robótica, la inteligencia artificial y otros novísimos avances tecnocientíficos constituyen hoy un reto para los revolucionarios contemporáneos que van por transformaciones profundas en orden político, económico y cultural.

Voy a traer, para debatir del tema, el ilustrativo y viejo artículo del profesor Aníbal Romero, que tituló: ¿Qué defiende la derecha? (El Nacional, del 7 de mayo 2006, p-a-8). Una síntesis del pensamiento de lo que el autor denomina la "derecha democrática". El profesor ucevista va a formular -ya se verá- los principios ideológicos del proyecto liberal/neoliberal ante el cual el progresismo de hoy día, en mayor o menor medida, rinde aún religiosa pleitesía. Mira tú que tenemos gente con sentido común y accionar liberal/neoliberal y no lo sabe. Pero la cosa es más compleja, más variada, tal cual se nos presenta en la actualidad: liberalismos, conservadurismos y democratismos burgueses a regalar, socialismos de todos los coloretes, comunismos, nacionalismos, soberanismos opuestos a globalismo; y no podían faltar los autoritarismos totalitarios, impresentables extremistas de todo pelaje, recurso del sistema del capital en crisis: el nazi-fascismo del siglo XXI. Ya se verá. Las derechas capitalistas, por cierto, son más conscientes y coherentes que las izquierdas en la lucha por sus intereses "naturales y sagrados", su sistema de propiedad privada inviolable. Son defensores de la desigualdad, el privilegio, la conservación del statu quo. Esa derecha opuesta al cambio y cada vez más extremista y fascista, se riega por el mundo en el tiempo que corre. En tanto la izquierda, en teoría partidaria de la igualdad, permanece en un preocupante grado de confusión político-ideológica y una marcada ausencia estratégica.

Apunta, entonces, el profesor Romero, sus 12 principios del pensamiento de derecha y de paso les mete su carajazo a las izquierdas:

"El pensamiento político de la derecha democrática se basa en estos principios:

1) El valor clave de la política y eje de la dignidad humana es la libertad: de conciencia, de opinión, política y económica.

2) La sociedad debe organizarse en función de la libertad de los individuos y el equilibrio entre derechos y deberes.

3) Sin propiedad privada no hay libertad.

4) Como dice Friedman, una sociedad que coloca la igualdad por encima de la libertad acabará sin igualdad y sin libertad.

5) El poder y funciones del Estado deben limitarse.

6) La justicia social es una aspiración sentimentalmente comprensible y a la vez indefinible. Una sociedad civilizada debe ocuparse de los menos aventajados en su seno, pero sin paternalismo.

7) La pobreza es un mal y ser pobre no es digno en sí mismo. Una sociedad que no sea capaz de crear riqueza siempre será pobre.

8) El único sistema económico capaz de sacar a millones de la pobreza es el capitalismo.

9) El socialismo conduce a las sociedades al empobrecimiento.

10) El capitalismo debe sustentarse en un marco de leyes iguales para todos.

11) La democracia significa ser capaces de cambiar a los gobiernos en un tiempo definido sin el uso de la violencia.

12) La izquierda triunfa en el terreno emocional, pero fracasa en el de la libertad y la lucha contra la pobreza". (…)

Los "modernísimos" 12 principios que nos presenta el intelectual Aníbal Romero son sin duda alguna un calco de rancio abolengo dieciochesco anclado en el liberalismo clásico de fines del siglo XVIII. Ni más ni menos. Romero resume los fundamentos filosóficos, valores, aspiraciones y medidas salvacionistas del liberalismo clásico individualista y los asume como principios de la "derecha democrática". Ideología de los sectores y clases más atrasadas de la revolución francesa. Más aun, de aquellos liberales esclavistas que ponen en vigencia en 1789 la constitución de EE. UU.; reciclados ahora con algunas "innovaciones" del mercado total que trueca la vida social en negocio o emprendimiento mercantil capitalista, el "winner" y el "loser" (ganador y perdedor). El "fin de la historia y de las ideologías" borró del mapa las clases sociales, sus luchas, en gran mayoría de analistas y académicos.

Recapitulando, en forma esquemática, estos primeros doce puntos tenemos: a) la libertad, y sus derivados derechos individuales, como eje de la dignidad humana. Pero deja bien claro, que, solo quién tiene propiedad privada tiene libertad. No existen derechos sociales. Y cita a Milton Friedman: "Una sociedad que coloca la igualdad por encima de la libertad acabará sin igualdad y sin libertad". ¿Qué les parece? Para los capitalistas tienen validez únicamente los derechos individuales. Los llamados derechos sociales, solo son "reclamos inmorales" (Friedman) de los desposeídos frente a los individuos de "éxito" o más capaces. b) Todos son ciudadanos (pobres y ricos) iguales ante la ley, nada más. Independientemente de las condiciones sociales de cada uno. c) El Estado debe reducirse al mínimo (para ellos por supuesto) y concretarse a resguardar que este orden individualista, miserable, privatizado y desregulado funcione a como dé lugar. A plomo limpio. Aquí sí, Estado máximo para los pendejos. d) Sí, como dice Romero, que justicia social es aspiración indefinible, y a su vez, hay que ocuparse de los menos aventajados sin paternalismo, entonces tenemos que ni lo uno ni lo otro, porque anteriormente, negó la igualdad y sin igualdad real no podemos hablar jamás de justicia social. Es irrealizable sin la igualdad de condiciones. Si la niegas o relegas a un segundo plano es una soberana mentira. En el fondo, su planteamiento es injusticia social. Así nos entendemos mejor. Y, en relación con los "menos aventajados", siguiendo el razonamiento de Romero, es imposible ocuparse de ellos, por la sencilla razón de que no son aptos para competir. ¡Que se jodan¡ que abran paso a los más aptos al mejor estilo darwiniano. La burguesía no deja de repetir que el único sistema que produce riqueza es el capitalismo. Mejor no hablar de eso que denominan por ahí…"la pobreza". Jamás en época alguna hubo una tan exigua minoría de super billonarios en dólares que en este siglo XXI. Con el agravante, profesor Romero, de que existe tecnología y recursos suficientes para resolver esta injusta y extrema desigualdad con que nos hemos topado. El capitalismo genera pobreza y cómo. ¿Hace falta demostración? Busque OXFAM (ONG Inglaterra) y vea usted mismo el último informe: "La ley de los ricos". Resulta qué, de 2020 para acá, años de pandemia, el 1% de los más ricos se apropió de 2/3 de la riqueza global mientras el resto de la población ( 99%) le quedó 1/3. En los Últimos 10 años -continúa el informe- ese 1% se embolsilló casi el 50% de la riqueza total producida por la sociedad. Aunque otros estudios revelan que la proporción es mucho más escandalosa. Los países del socialismo real, con todo los privilegios y corrupción de las burocracias del partido-Estado, exhibieron mejores resultados en lo social. Vamos ahora al gastado argumento de la democracia capitalista. Se fijaron bien, confunde liberalismo con democracia. El liberalismo es incompatible con una verdadera democracia y ésta es incompatible con el capital. Democracia no es votar de cuando en cuando según la constitución. Es participar, en condiciones de igualdad, en cuanto a calidad de vida, en las decisiones fundamentales de la sociedad y el Estado, en su gestión y su control.

En consecuencia, esta propuesta de doce puntos de Romero es antidemocrática, antipopular y extremadamente antihumana. Es la cubierta ideológica del capital por tanto incompatible con el concepto sustancial que no formal de democracia. Que va mucho más allá del elegir, del representar, pues así, solo emergen burócratas corrompidos cómplices de una minoría de superricos, privando al pueblo de su irrenunciable soberanía.

. Téngase muy presente, que, el accionar político del progresismo actual asume en mayor o menor medida el mismo proyecto fascistizador de la economía capitalista imperialista. Más y más poder despótico para el capital y contención regresiva del trabajo asalariado. En el mundo, los derechos sociales y laborales son burlados o borrados de la Ley. Ahí se ven los "progres" atrapados por las redes del poder fáctico. Frente a este último el vacío estratégico es absoluto. No hay voluntad política de avanzar en el proyecto socialista. El Estado invisible o profundo, no les permite siquiera tímidas reformas redistributivas e imponen su capitalismo totalitario y autodestructivo. Nosotros decimos, donde hay injusticia hay revolución. O cambiamos el sistema del capital o todo será una farsa, se nos escapa la vida de nuestras manos y se destruye aceleradamente la naturaleza. ¿Que no es fácil una revolución social? Claro que no lo es, pero hay que hacerla; no quedar apoltronado en la sola lucha antimperialista, sin tener en cuenta que el capitalismo es un sistema, es una totalidad de relaciones sociales de dominación en los órdenes político, económico y cultural. El imperialismo es una manifestación necesaria intrínseca al sistema del capital, es decir, es capitalismo imperialista globalizado, plutocrático y guerrerista.

"En el plano internacional – continúa Romero en su artículo- la izquierda es en muchas partes aliada del fundamentalismo islámico. Su única bandera es el odio a los Estados Unidos, odio cuya virulencia les lleva a asociarse con los más implacables enemigos de occidente(…) (Resaltado nuestro). Además, lanza esta perla: En América Latina también contemplamos la resurrección de esos cadáveres del pretérito socialista, pues el nuestro es un continente que teme al futuro, no se ajusta a los cambios inducidos por la globalización, parece incapaz de dejar atrás sus fantasmas colectivistas(…) (Resaltado nuestro).

Imagino que cuando nos habla de "izquierda", está pensando en la ex-URSS o en la China popular de Mao. Hoy día, (su artículo es de 2006) ni Rusia ni China son de izquierda, asumieron el sistema del capital no el socialismo revolucionario que por cierto ubica en el pretérito, pues, en el pasado. Y en cuanto a fundamentalismo, es el propio Trump quién, durante su primera campaña electoral acusa a Obama y a Clinton de crear a los terroristas islamistas de Al Qaeda.

Para Aníbal Romero Estados Unidos y su depredador modelo unipolar es el mejor modelo a seguir. Según afirma más adelante, la fulana globalización es supuestamente desarrollo, prosperidad y felicidad para los pueblos del mundo. Vean ustedes, mis amigos, ganada la guerra fría por los yanquis, sus ideólogos embriagados entonces de triunfalismo, locura y gozo decían que ahora el tema es la libertad, la democracia y el crecimiento económico. Que la economía capitalista globalizada, con su libre mercado y la competencia resuelven todo, El fin de la historia de Fukuyama y el There is no alternative de Margaret Thatcher. Todo es falso ya se demostró; pero lograron un impacto en el cerebro y el sentido común en las izquierdas. En lo internacional, pues, la propuesta de Aníbal Romero es la geopolítica del perfecto idiota proimperialista.

Tras emerger China superpotencia económica y recomponer Putin el poderío tecnológico militar ruso, resultó más que aberrada la fulana tesis unipolar imperialista, tanto más si observamos de cerca la guerra cuasi-atómica provocada por la OTAN contra Rusia, apoyada ésta por "neutrales" diplomáticos chinos con su Taiwán en lista de espera. El planeta tiene los ojos puestos en el resultado de esta guerra ¿un vulgar y miserable reparto de recursos de todo tipo -rutas comerciales incluidas- entre reconcomiados plutócratas del capitalismo mundializado hoy en proceso de desglobalización/desdolarización /regionalización En el marco del sistema del capital, se están resolviendo complejas contradicciones inherentes al autodestructivo sistema que nace en Europa Occidental. Pero habrá que preguntarse, así lo creo: ¿cuáles serán en realidad los verdaderos planes de las indetenibles superpotencias emergentes China y Rusia? ¿Buenos capitalistas por conocer? Tal vez, un poco más "generosos" en el intercambio comercial, que siempre ha sido y será desigual. Y menos agresivos -lo demuestra la historia- que el pranato criminal estadounidense. De Dante para acá se dice que el camino al infierno está lleno de buenas intenciones. EE. UU., cual más perverso y cínico, afortunadamente, en decadencia. Asertivo, en lo que le conviene, Mr. Biden en la accidentada juramentación tras llamar a recuperar el alma de la nación y la unidad mancillada por los muchachones racistas de Mr. Trump, en la recién famosa toma del Capitolio. Habló entonces el emperador romano y representante de los Amos del Mundo. Y, hace poco, con meridiana claridad, a propósito de su guerra de Ucrania va a ratificar sin tapujos quiénes son los jefes urbi et orbi: "está emergiendo un nuevo orden y nosotros tenemos que liderarlo". ¿Más clara y peligrosa la arrogancia? ¡Imposible¡. No aceptarán jamás que están en plena declinación. Morirán matando. Tomen nota los progresismos pragmáticos del norte y el sur globales, con los acomodaticios nacionalismos populistas y sus adioses a la revolución socialista anticapitalista, con ese "There is no alternative". La izquierda revolucionaria es consciente de que lucha con descomunales limitaciones en el marco de las contradicciones de un omnipresente capitalismo imperialista dispuesto a todo; se les agotó el discursito democrático y el nazi-fascismo muestra de nuevo sus afilados colmillos en un escenario de aguda crisis. Y, en fin, una izquierda revolucionaria no se define por el solo discurso antiimperialista separándolo de forma mecánica del capitalismo, tal y como si se tratara de dos fenómenos diferentes: El sistema del capital es una totalidad concreta relacional en lo político, económico y cultural. Amanecerá y veremos.

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