"En esta vida algunos hombres nacen mediocres, otros logran mediocridad y a otros la mediocridad les cae encima".
Joseph Heller.
Mucha tristeza en la pregunta, que me hizo un joven militante del psuv: ¿Señor Perdomo por qué no tenemos mejores políticos, y que estos en el poder, no sean para destruir el país, y nos alejen las oportunidades?
Cuando los mediocres asumen el poder, y los teóricos sostienen que la meritocracia es el gobierno de los mejores, entonces la mediocridad sería el gobierno de los peores. Según el pensamiento crítico, «cuando los mediocres llegan al poder». El meollo o razón principal es que el sistema no permite que sobresalgan los mejores ni los más brillantes, sino los más sumisos que no molesten demasiado al establisment. El problema es muy común en el estalinismo totalitario.
Los políticos nuestros en la actualidad, públicamente nadie los conoce, nunca declaran, no escriben, nadie conoce sus pensamientos ni su formación, ahí precisamente es donde se oculta la naturaleza de lo ‘mediocre’.
La mediocridad política conforma siempre un régimen en donde el bajo promedio se convierte en la norma imperiosa que debe encarnar, basta oír, y leer, a los políticos actuales para palpar, la esencia de la mediocridad. Pero "ojo" el ser mediocre no es equivalente a ser incompetente. Sino en ser uno más, del montón en materia de liderazgo, ya que no destacan, por no tener pegada política. Porque desaparece la mente crítica. La política, las ideas, doctrinas e ideologías, han desaparecido en favor de la adulación rastrera, y el servilismo ramplón, con eso que hoy se llama solución de problemas –pañitos calientes- que solo busca la pobre solución inmediata de un problema, que impide cualquier pensamiento o solución en el largo plazo.
Los líderes de otras épocas del siglo XX, estaban basados en una percepción realista de la situación. ¿Eran realmente mejores los políticos de la Venezuela de antes?
La degradación de la política venezolana con la aparición de los llamados "alacranes" es aberrante, donde las encuestas demuestran que su degradación, y rechazo, es al menos una realidad en la percepción de la mayoritaria ciudadanía, que los detesta, y los vomita. Sean o no unos más mediocres, que otros, los votantes los perciben como ratas politiqueras del albañal. La política se ha convertido en los últimos años, debido a esta grave crisis económica en uno de los principales problemas de los venezolanos.
El problema no se debe a una falta de formación. De hecho, los políticos venezolanos del siglo XX, en la IV R, estaban mejores formados que la media cubana, de la Escuela Superior de Cuadros Ñico López.
Se da una paradoja en una percepción de porque hoy tenemos tantos políticos malos y corruptos, y sucede cuando teníamos la clase política mejor formada de la historia del país, en todas las tendencias.
Varios ministros de la IV, fueron soldadores, mecánicos, zapateros, el nivel de formación, no tenía necesariamente que ver con la mediocridad, o no de nuestros políticos como los de hoy. En todo caso las habilidades para ser político no tienen que ser las mismas, que para el ámbito académico.
Hoy tenemos una élite política mal formada, y muy desprestigiada, el más vivo mal ejemplo, es él de los alacranes. ¿En qué fallamos? ¿Fallamos en las percepciones de los venezolanos? ¿Están fallando los institutos de educación, y universidades, al expedir títulos a quienes no se lo merecen? ¿Fallan los partidos al elegir a personas corruptas, y amorales, para que los representen? ¡Pareciera ser una mezcla de todo esto!
Los políticos de la anterior generación, tenían carreras profesionales, y técnicas más dilatadas. La primera promoción de políticos en la democracia después de Pérez Jiménez eran profesionales de todo el espectro político. Eran profesores, abogados, ingenieros, técnicos etc. La mayoría no habían tenido activismo político pero dieron un paso adelante para ayudar a construir la democracia, y esta Gran Venezuela: PDVSA, El Gurí, Las Empresas Básicas de Guayana, con SIDOR a la cabeza, el Sistema Eléctrico Nacional, la CANTV etc.
Cuando Venezuela tuvo que reinventarse después de la dictadura de Pérez Jiménez, la mayoría de los políticos que llegaron ya habían demostrado quiénes eran en la sociedad venezolana. Todos ellos tenían un desarrollo profesional que hacía que conocieran la sociedad que iban a gobernar.
Esta es la diferencia cuando comparamos la Venezuela de hace 25 años, con la situación actual. Los políticos actuales no tienen currículo fuera de la política, no han desarrollado su valor social, a través de otra profesión.
Hoy las instituciones públicas son el reflejo de la sociedad en la que vivimos con sus contadas excepciones, cuando se buscar más allá de la propia política, la pérdida de calidad del discurso político, va al contexto: "hace 25 años tener una carrera universitaria, o técnica presuponía unos conocimientos, y un status social. Hoy no es así".
Aunque los estudios de algunos políticos de la actualidad, muestran ‘títulos de dudosa procedencia’, el discurso político es más coloquial, y podría considerarse poco digno de que presidan una institución pública.
Los alacranes-políticos quieren llegar a todos los públicos y en consecuencia puede percibirse como se siguen desprestigiando.
También tenemos que mirarnos el rabo como sociedad, antes de echar toda la culpa a los políticos por la desgracia de nuestro país.
El problema fundamental que aleja la meritocracia de la política en Venezuela es que: "Los partidos se han convertido en agencias de colocación de empleos como plataformas para agregar intereses ideológicos", es fundamental separar los políticos, y burócratas para que funcione el sistema de forma democrática.
Los partidos en Venezuela son un paraguas vital que garantiza favores, cuando una cúpula te protege por criterios que nada tienen que ver con el mérito.
Pertenecer a la estructura del partido, ofrece favores en la política, en las empresas privadas, y los medios de comunicación.
El deterioro de la imagen de la política venezolana, ha alejado el talento. Y sin talento se nutre la mediocridad que desprestigia la política. Y así podríamos entrar en un bucle infinito. Cuando la política pierde peso en la toma de decisiones, la percepción de que entrando en ella se puedan cambiar las cosas también decae.
El problema es profundo, y empieza en la educación. Para resistir la mediocracia la única salida es el pensamiento crítico. Sin embargo, muy al contrario, ante la mediocridad lo que estamos viendo es el surgimiento de populismos en los aspirantes a las primarias presidenciales opositoras, en el que las diferencias entre unos discursos, y otros son mínimas. Lo de la mediocridad es una epidemia politiquera alacrán.