Le Quotidien

Lunes, 03/07/2023 02:46 PM

"La vida cotidiana". Emmanuel Macron ha decidido hundir el acelerador neoliberal, bueno, entonces no hay por qué lamentarse y menos esconder las desbordadas protestas en el país de la Libertad, Igualdad y Fraternidad, cuyo gran desastre protagonizado en su capital de once millones de habitantes es lo más parecido a una rebelión.

Nadie da a vasto para extinguir las llamas sobre cientos de vehículos y tiendas saqueadas por una poderosa furia de una capital que cada cierto tiempo enciende su descontento esta vez arrastrada tras la interrupción justa en la edad de jubilación. La respuesta se ha ido a las calles y París cae.

Todo pasa en la recién declarada primera ciudad del mundo con más ratas; París y quienes protestan gritan que sus políticos son los hijos de estos inmundos roedores, pues no hay nada más parecido a ellos en la hora diaria de gobernarlos.

La desagradable decoración parisina. Los herederos de la Revolución Francesa, Víctor Hugo y Los Miserables. Cuando la Peste Negra era atendida por las alegres damas de Florence Nightingale la precursora de la enfermería. Esa Francia del colapso y agotamiento social es la que hoy vemos caer.

Pero toda Europa guarda silencio junto a su Cámara de Eurodiputados la que esconde la huella de su bella vicepresidente, presa tras millonarios sobornos, mientras que la desbordada, inútil y asesina policía protagonista de todo este desastre dan parte de cientos de jóvenes presos.

La decoración parisina reposa junto a toneladas de basura desparramadas en las calles que dan a su Arco del Triunfo, hoy, hasta él llegan sus manifestantes recordando que de aquella vida han hecho una obra ineficaz e insoportable.

Mientras el mensaje de sus gobernantes hacia la protesta cada vez se hace más inocultable y claro; represión más cárcel. Mientras su alcaldesa Anne Hidalgo disimula ir para todos por igual; —incluyendo a sus nuevos amigos los roedores—. Ella quien se presentaba como una montaña que iba a parir y quien apenas sacó por hijo un roedor para exclamar: ¿por qué no podemos ser amigos?

A París la comparan con Londres y Nueva York a la hora de reprimir. Grandes ciudades comandadas por gobiernos que han hecho de sus miserias y suciedades una vida cotidiana, tratando de acostumbrar a todos en la desagradable decoración diseñada por sus "autoridades" donde lo que está por venir los hacen dueños de los grandes estallidos sociales.

La verbalización de la guerra ha traído duras consecuencias con su mampostería de convivencia y la justificación inútil en medio de este ecosistema de miedo anormal el cual va provocando lo injustificado de quienes promueven a las protestas para que no se acaben, y no son los alzados, al contrario, son sus mismas autoridades las cuales se han propuesto agotar la repitencia de las protestas pues el riesgo es que los herederos de La Revolución Francesa presionen tanto hasta que todo cambie de forma permanente.

A Europa se le acaban sus habilidades, talentos y creatividad. Sus habitantes comienzan a sentir que las hostilidades como son tratados hacen que el ícono de su hospitalidad vaya llegando al talento de su fin.

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