De logias, ateos y creyentes en la guerra de lndependencia…

Miércoles, 05/07/2023 08:07 AM

 

  1. De si Bolívar fue o no creyente, abundan las especulaciones. Sabemos que el Libertador fue excomulgado varias veces por algunos curas y obispos, y muchos notables neogranadinos lo llamaban EL DEMONIO. Incluso, así lo llegó a llamar el prócer Antonio Nariño. Se refiere también, que Bolívar no sabía persignarse (cosa que yo a mi edad tampoco sé). A la vez, hay que recalcar que Bolívar no fue ateo, era creyente de un Dios a su manera, seguramente ese Dios pudo ser el mismo Jesucristo. Bolívar tuvo el poder de convertir a la causa de la independencia a recalcitrantes curas y obispos (que estaban obsesionados en poder asesinarle), siendo en este sentido, quizás, el caso del obispo de Popayán, don Salvador Jiménez de Enciso Cobos y Padilla uno de los hechos más extraordinarios de nuestra historia.
  2. Durante muchos años acaricié la idea de escribir la vida del obispo Salvador Jiménez de Enciso Cobos y Padilla, pero voy a dejar para otro trabajo una descripción de tan impresionante personaje.
  3. En cuanto a logias, el Libertador le dijo a Perú De Lacroix que él había tenido "la curiosidad de hacerse iniciar para ver de cerca lo que eran aquellos misterios, y que en Paris había sido recibido Maestro, pero que aquel grado le había bastado para juzgar lo ridículo de aquella antigua asociación: que en las Logias había hallado algunos hombres de mérito, bastantes fanáticos, muchos embusteros y muchos más tontos burlados: que todos los masones parecen a unos grandes niños, jugando con señas, morisquetas, palabras hebraicas, cintas y cordones; que sin embargo la política y los intrigantes pueden sacar algún partido de aquella sociedad secreta, pero que en el estado de civilización de Colombia, de fanatismo y de preocupaciones religiosos en que están sus pueblos no era político valerse de la Masonería, porque para hacerse algunos partidarios en las logias se hubiera atraído el odio y la censura de toda la Nación, movida entonces contra el por el clero y los frailes, que se hubieran valido de aquel pretexto; que por lo mismo poco podía hacerle ganar la masonería, y hacerle perder mucho en la opinión".
  4. Entre las pestes supersticiosas que inundaran a Colombia en aquellos primeros años de la independencia se encuentran, pues, las logias masónicas. Por esta misma vía, verdaderos godos que habían huido cuando se dio la estampida del virrey Sámano, regresaron so pretexto de que se habían convertido a la masonería. Así fue como un oficial de apellido Pérez, de los llegados a Panamá con el general realista Mourgeon, consiguió trabajo en la logia de Bogotá haciendo el papel de ahorcado (espantos que hacían a los iniciados). Nos cuenta don José Manuel Groot que, después de imponer miedo a mucho recipiendario, el tal Pérez marchó al Sur con órdenes elocuentes de la logia. Hombre éste por demás vulgar e ignorante, y condecorado con altos grados, recorría el país para fundar logias. Recogió mucho dinero hasta que desapareció.
  5. Por los escándalos de estas logias, el propio Vicepresidente Santander se vio forzado a retirarse un poco del asunto. Perdió importancia la llamada "Fraternidad Bogotana", pero luego apareció con el nombre de "Los corazones sensibles" en la calle de Santa Clara, y era su venerable -nos cuenta Groot- "el doctor Ramón Ponce, que por realista refinado y de influjo entre los expedicionarios de Morillo, hubo de emigrar en 1819 y volvió luego al país cuando se celebró el armisticio de l820".
  6. También vino para esa época el padre Gutiérrez, realista decidido, que había sido durante el gobierno de Morillo secretario del fiero canónigo León. Cuando Bolívar llegó en 1819 a Bogotá, él corrió a Jamaica para después regresar y hacerse masón, y por lo tanto "patriota". Traía un manojo de papeles que era la apología de los masones y que había sido impreso en La Habana.
  7. Era mucha la gente que se hacía masón para no hacer rabiar a don Vicente Azuero y Francisco de Paula Santander. Así le sucedió entre muchos otros a José María del Castillo, Secretario de Estado en el Despacho de Hacienda, y que acabó siendo venerable de la logia. Con respecto a los masones, le sucedió a Santander lo que con los grados militares y la política: cuando vio que otros de menos méritos que él obtenían mayores grados, decidió apartarse un poco del asunto, hasta que luego le reconocieron su verdadera valía.

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