El autoritarismo y la caída del estado de derecho

Jueves, 13/07/2023 12:49 PM

  • Con el argumento de acabar con la violencia, el presidente del Salvador, Nayib Bukele, mantiene al país en un estado de excepción permanente, que le permite violar los derechos humanos, y acomodar todas las instituciones del país, incluyendo la parlamentaria y la jurisdicción al servicio de sus intereses personales.

  • La violencia es un fenómeno social, creado muchas veces por los mismos factores del poder dominante. Debe resolverse con políticas criminales y sociales. Si eliminar físicamente a los delincuentes o encarcelarlos a todos, óiganse bien, incluyendo a los de cuello blanco, es decir a lo que se encumbran en el poder, fuera la solución, entonces, el mundo sería convertido en un Campo Santo o en un Campo de Concentración infinito.

A la chita callando, el presidente de la República del Salvador, viene proyectando la implementación de un sistema, donde aparentemente se controla la violencia que venía azotando ese país, pero sobre la base de la indiferencia sobre los Derechos Humanos, la fortificación de los cuerpos represivos, de los cuales se jacta e incluso reta a otros presidentes de la Región, al preguntarles ¿Si ellos han logrado lo del Salvador, supuestamente, eliminar la violencia?

Arremete contra el Congreso de la República, los somete a un bloqueo para obligar a sus miembros a apoyar las leyes que presenta, Disuelve al Tribunal Supremo de Justicia, Crea cárceles para la masiva detención de personas. Ningún organismo internacional supervisa el estado y la condiciones físicas y psicológicas de los detenidos y perseguidos; reta de alguna manera al Estado de Derecho Internacional, al que califica, por mínimo de inoperante, por no decir ineficaz e ineficiente.

Pese a lo descrito con anterioridad y denunciado por las pocas voces disidente de ese país, que han logrado emitir sus opiniones a la prensa internacional, porque la interna ha sido silenciada o perseguida si lo critican, el presidente salvadoreño goza de popularidad y supuestamente, cuenta con la mayoría de la ciudadanía en ese país.

Si esa conducta Autoritaria, hubiese sido realizada por algún país disidente de la política del gobierno de los Estados Unidos y sus aliados, el coro internacional contra él y su proceder copara los medios internacionales, mantuviera la opinión en contra de los organismos internacionales y no se hubiese salvado de amenazas y sanciones, pero eso no sucede. ¿Bastante extraño verdad?

A Bukele, como a un niño malcriado se le deja hacer y deshacer, puede convertir a El Salvador en un Campo de Concentración, se le permite, todo. Se le permite, hasta que se meta con las esferas de poder que como gendarmes vigilan el continente, es decir los poderes imperiales.

Bukele continuará gobernando así, y se le consentirá, haciendo y deshaciendo a lo interno, hasta tanto no toque ni con el pétalo de una rosa los intereses de los Estados Unidos y sus aliados.

Eso es una verdad de Perogrullo, pero detrás de su Autoritarismo, se encuentran también los graves errores que se cometen en los países que lo circundan y en toda la región, donde el derecho llega a tal grado de relajo, que permite al presidente Bukele, fundamentar su autoritarismo y pavonearse frente a los demás gobernantes, como el que pone el orden, como el que hace cumplir las leyes (las que él propone), como el que sabe gobernar y frenar la anarquía social.

¿A que graves errores me refiero?, y que permiten a algunos sectores justificar el Autoritarismo Bukeliano?

Por un lado está por ejemplo la conducta lenina de muchos mandatarios de la región, que han venido coqueteando y hasta aceptando, el dinero proveniente del delito para apuntalar campañas electorales. Financiamiento de partidos políticos, con dinero proveniente del delito, lo que ha permitido por ejemplo, minar las instituciones, como los propios parlamentos, estamentos policiales, militares y gran parte de instituciones públicas y privadas.

Por otro, lado, la concepción de laxitud extrema de los Derechos Humanos, que raya en la delincuencia, cuando sus jurisdicciones internas, son tan permisivas, que les resulta difícil, aplicar la justicia, determinar responsabilidad, determinar culpabilidades llegándose casi a un estado de impunidad, que es rechazada por la ciudadanía, que incrédula observa estos procederes pero que no tiene forma de canalizar sus opiniones adversas a tal conducta. Esto lleva a la protección del victimario y al desconocimiento de los derechos de la víctima.

En ese orden de ideas, no debe desdeñarse tampoco la actitud irresponsable de las llamadas ONGs, que dicen defender los derechos humanos. Estas organizaciones, arman tremendos escándalos cuando se trata de defender a los que violan estos derechos, pero minimizan los derechos de las víctimas. Cuando se les observa, con cuidado, pareciera más, defender al que ofende, al victimario, subestimando y dejando de lado, a la víctima, al afectado y sus familiares que igualmente, resultan impactado por el hecho criminal.

Si Ud. engloba todos esos errores, nos encontramos un estado de inversión de valores, donde el Estado de Derecho, aparece frente al ciudadano como el enemigo, como al que hay que afrontar, porque el ciudadano se encuentra desguarnecido frente a una sistema jurisdiccional, que no aplica las leyes, no determina culpabilidades y la gran mayoría de la población no encuentra donde acudir en busca de justicia.

Estamos frente a Estados Pavos Reales, llamativos, repletos a lo interno en leyes, reglamentos, normas , decretos, disposiciones en todo el ámbito de la estructura institucional legal, pero cuando Ud. lo contrasta con la práctica, no se aplican, es como si no, existieran y entonces la ciudadanía, acude a hacerse, como se ha visto en muchos casos a la justicia de propia mano o a justificar, cualquier procedimiento, por más alejado de las formas legalmente establecidos conforme a la legalidad y la democracia, con tal de resolver sus aspiraciones de justicia.

Esos son, entre otros, los grandes baches socio-legales, donde se sustentan autoritarismos como el del presidente del Salvador, Bukele y que le permiten retar a los demás presidentes y decirles yo mantengo la paz y controlo la violencia sobre la base del cadáver de sus sistemas permisivos e ineficientes que se dejan chantajear por los violentos.

La violencia es un fenómeno social multicausal, que debe enfrentarse con políticas criminales interdisciplinarias, para buscar sus causas, efectos y controles. Nadie puede pensar que la eliminación física, es la receta, porque mientras existan las causas que la provoquen, continuará aflorando. Tampoco, convertir un país en un campo de concentración es la solución, pero debe buscarse un punto medio, donde la justicia y la represión como ultima ratio, converjan para lograr el desarrollo social en paz.

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