Ciertamente los BRICS son expresión de un mundo multipolar, lo cual no significa que apunten a un mundo mejor. Creo, por el contrario, que todos los países que se reúnen en esa entente son garantes de la prolongación del capitalismo, es decir del non plus ultra de la civilización fracasada erigida por la humanidad desde los albores de la historia, y acaso desde las postrimerías de la prehistoria.
Entre el 22 y el 24 de agosto se celebró en Johannesburgo, Sudáfrica, la XV Cumbre de los BRICS. La declaración final abunda en coqueteos monetarios y financieros. Como buenos capitalistas, los países BRICS asumen que el problema del mundo es el reparto de los recursos del planeta, sin plantear cuestionamientos a las causas de las disparidades de ese reparto, las cuales están presentes en todos y cada uno de esos países. Destacaron los temas referidos a la posibilidad de adoptar monedas nacionales en el comercio internacional, una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU y de las Instituciones Financieras Internacionales, y la inclusión en el bloque BRICS de Egipto, Argentina, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos a partir de 2024, una decisión con un fuerte olor a petróleo, aunque no se incluyó a Venezuela, barrunto que por lo controversial de la imagen de nuestro país en el escenario internacional. Los BRICS más los recién incluidos (oficialmente a partir de enero de 2024) Irán, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita estarían controlando el 41 % de las reservas probadas de petróleo, el 53,1 % de las reservas probadas de gas natural y el 40,4 % de las reservas de carbón. En el grupo de los debutantes está también Etiopía, con reservas de petróleo que no son despreciables, y Egipto, una potencia agrícola con una ubicación privilegiada al norte de África. Irán, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita son miembros de la OPEP y se encuentran entre los diez mayores productores de petróleo del mundo.
Ahora bien, unos pocos días antes del inicio de la Cumbre de los BRICS, culminó otra Cumbre ("de cumbre en cumbre", Chávez dixit), la Cumbre Amazónica, en Brasil, la cual concluyó con una hoja de ruta para proteger las selvas tropicales, que es más un rosario de intenciones, pero sin los compromisos concretos que pedían algunos ambientalistas para poner fin a la deforestación. Por otra parte, el grupo internacional WWF expresó en un comunicado que "Es significativo que los mandatarios de los países de la región hayan escuchado a la ciencia y comprendido el llamado de la sociedad: la Amazonía está en peligro y no tenemos demasiado tiempo para actuar… Pero WWF deplora que los países amazónicos, de consuno, no hayan llegado a un punto común para poner fin a la deforestación en la región". En otras palabras, más bla bla bla y propaganda para los políticos que decisiones determinantes. Al final se sumaron a la reunión los presidentes de la República del Congo y la República Democrática del Congo, un emisario del presidente de Indonesia y el embajador francés en Brasil en representación del territorio de Guyana Francesa. También asistió un emisario de Noruega, el mayor contribuyente al Fondo Amazonas brasileño para el desarrollo sustentable. Los representantes nacionales añadidos firmaron un acuerdo similar al anterior, aunque mucho menos extenso. No contenía objetivos concretos y en su mayor parte criticaba a los países desarrollados por no proporcionar la gran financiación prometida. Los presidentes de Bolivia, Colombia y Perú no asistieron a esa reunión final.
Todos los países presentes en la Cumbre Amazónica han ratificado el acuerdo climático de París, que es más un fracaso que otra cosa, pues no se han podido cumplir las metas que fueron planteadas en cuanto a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
¿Y por qué vinculo las falencias de la Cumbre Amazónica con la realización de la Cumbre de los BRICS? Pues por la muy poca atención que se puso al tema del Cambio Climático en esta última, aunque es sin duda el gran reto de la humanidad en el siglo XXI, lo cual nos lo están diciendo las olas de calor, las furiosas tormentas, los devastadores huracanes y ciclones, las inundaciones, deslaves y grandes incendios forestales que azotan por doquier, en lo que es apenas el comienzo del apocalipsis que se nos anuncia.
Cuando se revisa la agenda de la pasada Cumbre de los BRICS, vemos que se inició, el primer día -y sintomáticamente- con un "Foro empresarial" ¡faltaba más! El segundo día dominó la discusión sobre la posibilidad de adoptar una moneda de referencia para el bloque. Esto se relacionó con el tema de la desdolarización del mismo. Diré que así se hizo presente en la reunión ese poderoso caballero llamado Don Dinero.
Cyril Ramaphosa, el presidente de la anfitriona Sudáfrica, destacó la importancia de reformar las instituciones financieras mundiales. El ministro de Comercio Chino, Wang Wentao, participó de buena gana en el Foro empresarial, con ese olfato desarrollado que tienen los chinos para detectar dónde están los reales.
El día 23 de agosto hubo dos sesiones: la primera se concretó con los líderes de la asociación, a puerta cerrada, junto con diez representantes de cada delegación. Discutieron temas de geopolítica, seguridad, finanzas y economía; en la segunda sesión se incluyó a representantes del Consejo Empresarial, la Alianza Empresarial de Mujeres y el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de los BRICS, con informes presentados por estas organizaciones. En fin, la Cumbre la abrió y la cerró el capital, como correspondía al carácter de estos representantes políticos del sistema dominante, más allá de los matices. Al final todos firmaron, cual alegres compadres, la infaltable "Declaración final", en la que plantean, convocan, proponen, comparten, abogan, acuerdan, reiteran, reconocen y expresan. En un rinconcito de la declaración, los firmantes le hacen un leve guiño al Cambio Climático y le dedican un verbo, pues "reafirman" la implementación de la Agenda 2030, la implementación del Acuerdo de París y otros mecanismos para mitigar el cambio climático ¡El Acuerdo de París, uno de los nombres del fiasco!
El otro día, en una reunión, me definí como un pesimista, no porque crea que a los humanos nos va a ir mal, sino porque creo que nos va a ir pésimo. Muy poco están haciendo los líderes mundiales para que los pesimistas cambiemos de perspectiva.