Nota ecomunitarista sobre la estupidez criminal de la postura anarcocapitalista acerca de la libertad

Lunes, 04/09/2023 02:10 PM

Javier Milei, el candidato presidencial argentino por el Partido "La libertad avanza", ha defendido reiteradamente las ideas de que como cada individuo debe ser libre para decidir, si lo desea puede vender un riñón, y que cada pobre tiene la libertad para morirse de hambre abajo de un puente. Además Milei en su condición de Diputado a fines de 2022 votó contra la ley que prevé el estudio de cardiopatías en bebés recién nacidos, argumentando que esa es una más de las indeseables intromisiones del Estado en la vida de los individuos, y que esos estudios significarían muchos gastos; en esta última ponderación ese personaje muestra que para él vale más el dinero que la vida humana.

Todas esas posiciones se han encuadrado en el llamado anarcocapitalismo, que en última instancia defiende la extinción de los intervencionismos estatales para que se despliegue sin ningún obstáculo la supuesta libertad capitalista.

Parte I

Ahora bien, si cada individuo pudiera hacer lo que quisiera sin ninguna limitación estatal (o, más ampliamente, comunitaria o social) yo podría sacar una pistola y matar a la primera persona que tuviera enfrente. Y si se me cuestionara sobre ese acto yo podría aducir que el mismo brotó de mi libertad individual y que nadie ni nada puede estar por encima de ella. (No otra cosa pueden aducir los racistas que en Europa matan a algún inmigrante).

Pero hay que notar de entrada que la tesis antiestatista básica de Milei y los anarcocapitalistas choca contra la tesis fundamental de Hobbes, uno de los primeros pensadores que justificaron el capitalismo naciente. En efecto en 1651 éste argumentó que para que los hombres no corrieran el riesgo de ser asesinados por la fuerza o por la astucia por cualquier congénere (como ocurría en el estado de naturaleza), renunciaron a su derecho de hacer lo que individualmente les viniera en gana y consensuaron un contrato para poner el cuidado de su vida, propiedades y de la paz en manos de Leviatán (título de la principal obra de Hobbes), que en términos actuales significa ni más ni menos que "Estado".

Ahora, para oponerse a mi hipotético ejemplo del individuo que inopinadamente mata a cualquier otro, y para intentar reconciliarse con Hobbes, Milei y sus compinches podrían replicar que la libertad del individuo que ellos defienden tiene por límite el hecho de que su ejercicio no afecte a cualquier otro individuo.

Pero entonces su rectificación choca contra el inevitable carácter social de la vida de los humanos. Y éste significa tanto que la libertad de cada uno solo brota en el seno de una comunidad-sociedad, como también que lo que cada uno hace o deja de hacer inevitablemente impacta a otros humanos.

Lo primero se verifica en el hecho de que salvo casos excepcionalísimos (los llamados "niños lobo") un ser humano que no es protegido por otros seres humanos muere poco tiempo después de nacer; pues de su convivencia con ellos depende para ser alimentado, vestido y protegido contra las intemperies y peligros, y en ella es introducido a una lengua-cultura (inevitablemente comunitarias-sociales) en la que madurará como individuo (incluyendo en sus habilidades productivas) hasta que en la pubertad descubrirá, siempre en ese contexto, la problemática y desafíos de su libertad. (Piaget situó alrededor de los 11 años la edad inicial de la moral madura en los humanos, en cuyo contexto, agregamos, sabemos desde Kant que debemos reposicionar la cuestión de la libertad; recordemos que Kant caracterizó a la libertad como un postulado de la razón práctica en tanto que condición de la Moral). Esta realidad se verifica incluso en el náufrago Robinson Crusoe, cuyas habilidades son fruto de la sociedad que lo educó antes de su naufragio, y en función de cuyos valores práctica y juzga la relación con Viernes, en la convivencia que acaba con su soledad excepcional.

Y en segundo lugar, el carácter comunitario-social del individuo humano hace que cada acto u omisión de su parte tenga inevitables efectos sobre otros. En los ejemplos citados resulta obvio que la omisión criminal de Milei hacia la eventual cardiopatía de un bebé condena éste a corto o medio plazo a una muerte segura, que los cuidados médicos actualmente disponibles pueden evitar y permitirle a ese ser humano alcanzar la edad adulta e incluso en muchos casos la vejez, con todos los impactos sobre otros que ello significa, si consideramos que ese adulto o viejo a su vez puede llegar a tener un-a compañer@, hijos, nietos, parientes políticos, amig@s, etc. Y hay que recordar también los sufrimientos que la omisión ante la cardiopatía infantil que lleva a la muerte del niño afectado provoca en todo su entorno familiar, sus amig@s, condiscípulos, maestr@s, etc.

Lo mismo vale para el brutal ejemplo de la mercantilización del riñón humano defendida por Milei. Porque la venta del mismo, además de beneficiar a su comprador y a quien lo reciba por una urgencia sanitaria, también afecta al personal de la salud que participa en esa extracción y transplante, y, en caso de que el vendedor venga a padecer a causa de esa venta algún problema de salud, afectará negativamente a sus familiares y allegados.

De hecho en esa mercantilización del riñón la posición de Milei extrapola hacia todo el cuerpo humano la realidad diaria que es la compra de la fuerza de trabajo del asalariado por parte del capitalista, afín de enriquecerse, según sostuvo Marx, con la plusvalía generada por la puesta en acción de esa fuerza. Esa extrapolación se hace patente en la prostitución en la que supuestamente de forma libre un ser humano vende por un determinado tiempo su cuerpo al servicio del placer y/o beneficio de quien lo compra. Y como lo dijimos en otra ocasión (ver https://www.alainet.org/es/articulo/211609 ) cuando se pretende defender la condición de trabajadoras-es de las personas prostituidas, como en matemática a=b equivale a b=a lo que se admite es que en el capitalismo la-el trabajador-a se prostituye durante la duración de la jornada de trabajo. (Cuando decimos que la prostitución resulta de un supuesto uso libre del propio cuerpo aludimos al hecho de que en la gran mayoría de los casos la misma resulta de situaciones de falta de instrucción-medios-trabajo para que la persona prostituída pueda acceder a un nivel de vida que cubra sin apuros sus necesidades vitales fundamentales; o sea, que la prostitución no es fruto de una real libertad de decisión, sino que es forzada por las circunstancias).

Y veamos ahora el ejemplo de la "libertad de morirse de hambre bajo un puente". (Recordando que esa expresión fue usada originalmente precisamente por los críticos de la supuesta libertad vigente en el capitalismo, y que ahora Milei reivindica con cruel indiferencia y desparpajo desde el anarcocapitalismo). Como es verdad que cada ser humano ha nacido de otros (aunque sea niño de probeta), no es menos verdad que su vida y su muerte afecta a otr@s. Así también la muerte del pobre debajo del puente tiene impacto sobre eventuales familiares, o compañer@s de situación de calle, y/o sobre la actividad y eventualmente la salud de los funcionarios de la salud o la policía que se ocuparán del fallecido y que incluso podrían contagiarse con ese habitante del puente de alguna enfermedad contagiosa que por ventura éste pudiera padecer (afectando a su vez a través de los efectos de esa enfermedad a los familiares de aquellos funcionarios, y sus allegados, etc.).

Parte II

Por nuestra parte redescubrimos la cuestión de la libertad de decisión en la refundación de la Ética a partir del linguistic turn de la Filosofía.

Partimos del hecho de que la pregunta que instaura la Ética es "¿Qué debo hacer?". De inmediato y aprovechando la contribución de John L. Austin nos preguntamos por las condiciones de felicidad de tal pregunta, al tiempo en que redefinimos las normas éticas como Cuasi Razonamientos Causales. Así descubrimos que la gramática profunda de la pregunta que instaura la Ética ya alberga tres normas fundamentales, siendo que la primera de ellas (y aquí nos posicionamos en la prolongación de lo intuido por Kant, pero ahora desde y en el universo del lenguaje) nos exige luchar para garantizar mi libertad individual de decisión. (Notamos que esa libertad le es negada diariamente a los asalariados en la empresa capitalista, pues allí deciden solo el patrón y sus representantes. y también recordamos con Marx que el monopolio de la propiedad de los medios de producción en manos de los capitalistas niega la libertad de los trabajadores desposeídos de tales medios, pues a lo sumo la limita a la "libertad" que a veces tienen de vender su fuerza de trabajo a tal o a tal otro capitalista, so pena de morirse de hambre y ver morir a su familia, por carecer de medios propios de producción para garantizar su supervivencia; así, dado el monopolio de los capitalistas sobre los medios de producción, detrás de esa aparente libertad está la imposición de la necesidad de la venta de la fuerza de trabajo por parte del trabajador si éste y su familia quieren sobrevivir; y en ese contexto, lo único que puede "elegir" el trabajador es a cuál capitalista venderá su fuerza laboral).

Ahora bien, de inmediato nos preguntamos si el ejercicio de esa libertad de decisión amparada-exigida por la primera norma fundamental de la Ética sería ilimitada.

Y a partir de una experiencia práctica (la charla en un ómnibus de una señora que consultaba a su compañera de asiento sobre si debía o no divorciarse de su marido y que vio como poco después la mitad del ómnibus estaba respondiendo en uno u otro sentido a su pregunta) descubrimos que aquella libertad no es ilimitada, pues la pregunta que instaura la Ética es inevitablemente dialogal y nos exige buscar respuestas consensuales con l@s demás acerca de lo que debemos o no hacer.

Tal es el contenido de la segunda norma fundamental de la Ética que complementa a la primera, y que también es violada diariamente en la empresa capitalista, donde las decisiones no son fruto del consenso sino de la exclusiva voluntad del patrón y de sus representantes.

Así se ve desautorizado éticamente el asesino y/o racista matón de inmigrantes en su supuesta justificación en nombre de su sacrosanta libertad de acción, por el sencillo hecho de que su acto no fue producto del consenso con su víctima, y violó así la segunda norma ética fundamental.

Pero además desvelamos la existencia de una tercera norma ética fundamental, que nos exige preservar-regenerar la salud de la naturaleza humana y no humana. La misma es el fundamento de nuestra crítica a la permanente agresión contra ambas que el capitalismo protagoniza diariamente guiado por la lógica del lucro; a tal punto que hoy nos pone ante la inminencia de un holocausto ecológico (mediante la devastación y la contaminación masiva de tierras, aguas y aires) capaz de aniquilar a la especie humana y a buena parte de la vida en el planeta. Y en lo que respecta a lo abordado en estas líneas esa tercera norma también deslegitima éticamente al asesino (racista o no) porque su acción acaba con la salud de su víctima. Y también condena desde la Ética la omisión criminal de Milei ante las cardiopatías infantiles, pues dicha omisión afecta gravemente (quizá fatalmente) la salud presente y futura del bebé que las padece.

Parte III

Como complemento y contracara de nuestra crítica multifacética al capitalismo, proponemos un orden comunitario-ambiental poscapitalista: el Ecomunitarismo; en el mismo y en todas sus dimensiones se haría realidad cotidiana la aplicación de las tres normas éticas fundamentales. [Recordemos que esas dimensiones son la económico-ecológica (en la economía ecológica y sin patrones que es la que Marx caracterizó como "libre asociación de los productores libres", donde ha sido superada la esclavitud asalariada, a la que agregamos la dimensión ecológica, ), la educativa (en la educación ambiental ecomunitarista socialmente generalizada), la política/geopolítica (basada predominantemente en la democracia directa), la comunicacional (basada en medios comunicacionales comunitarios) y la estética (posibilitando a cada persona la creación y el disfrute de las artes y de la belleza)].

 

Aplicando las tres normas fundamentales de la Ética en el Ecomunitarismo se hace realidad cotidiana el principio que reza "De cada un@ según su capacidad y a cada un@ según su necesidad, respetando los equilibrios ecológicos y la interculturalidad".

Y en el Ecomunitarismo se verificaría la extinción del Estado, mediante la administración libre, consensual y ecológica del planeta por parte de humanos que se saben hijos de la Madre Tierra, y no sus propietarios.

 

Bibliografía mínima

José de la Fuente Arancibia y Ricardo Salas Astraín (orgs.), "Introducción al Ecomunitarismo y a la educación ambiental. Lectura chilena de la obra de Sirio López Velasco", gratuitamente disponible en https://library.oapen.org/handle/20.500.12657/51640

en https://zenodo.org/record/5745105#.YaZXEdDMI2w

en https://dlc.dlib.indiana.edu/dlc/handle/10535/10827

y en https://es.scribd.com/document/561776175/Introduccion-Al-Ecomunitarismo-y-Educacion-Ambiental

Sirio López Velasco, "Ética ecomunitarista", gratuitamente accesible en https://rebelion.org/download/etica-ecomunitarista-etica-para-el-socialismo-del-siglo-xxisirio-lopez-velasco/?wpdmdl=654430&refresh=5ffa00fe3411b1610219774

y en https://www.scribd.com/document/557262193/Etica-ecomunitarista

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