A la memoria de Salvador Allende : 50 años de Historia

Martes, 12/09/2023 12:56 PM

El 11 de setiembre de 1973, durante el ataque militar al Palacio de la Moneda que culminó con su muerte como presidente constitucional de Chile, se dirigió al pueblo chileno en unos últimos mensajes, claros y contundentes que se pueden leer en este link y dan cuenta de su coraje y determinación.

Trabajadores de mi patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que solo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo.

La derecha radical pesca entre los tótems culturales de la izquierda
La violencia que desplegaron las Fuerzas Armadas la mañana del 11 de septiembre, así como durante los días posteriores, superó sin embargo todo lo previsto y, aun, lo imaginado. Cabe recordar que ese día bombardearon el palacio de Gobierno, con el presidente de la República y sus colaboradores adentro. También el hogar donde permanecía la familia de Allende, en la calle de Tomás Moro. En todo el país fueron perseguidos y apresados los dirigentes de partidos, de sindicatos, de organizaciones campesinas, de federaciones estudiantiles y de agrupaciones poblacionales sospechosos de ser cercanos al Gobierno caído o de haber tomado parte en huelgas y movimientos de reivindicación. Miles de militantes de partidos de izquierda debieron buscar asilo en embajadas. Se estigmatizó todo lo que hubiera tenido que ver con el Gobierno derrocado, sembrando el terror entre quienes se habían identificado con la Unidad Popular (UP), la coalición de izquierda del Gobierno derrocado. Todo esto en circunstancias en que, a pesar de la retórica revolucionaria anterior, la resistencia armada al golpe militar fue nula, y la Junta Militar declaraba que su propósito no iba más allá de "restablecer la institucionalidad quebrantada".

¿A qué respondió la extrema violencia del golpe?
la misma noche en que Allende obtuvo su victoria, un inolvidable 4 de septiembre de 1970, el presidente de EEUU Richard Nixon convocó a una reunión de emergencia en la Casa Blanca y dio la orden de hacer cuanto fuera necesario para impedir que Allende asumiera. "Ni un tornillo ni una tuerca para Chile" fue la escueta orden emitida por ese bribón. El 15 de septiembre, en una reunión ampliada en la Casa Blanca, el Director de la CIA, Richard Helms, anotó las instrucciones de Nixon para organizar un golpe de estado en Chile. Desaforado e irritado en grado extremo, les dio a los presentes en la reunión –que incluía a Henry Kissinger y al Fiscal General, John Mitchell– 48 horas para elaborar un plan y autorizó un presupuesto mínimo de 10 millones de dólares para financiarlo –79 millones en valores actuales–, a la vez que exigía que no se informara a nadie de la embajada de EEUU en Santiago que había ordenado a la CIA diseñar la conspiración para impedir la asunción de Allende. Este tipo de cuestiones no las manejaba la embajada sino la CIA.

Las notas tomadas por Helms en esa reunión fueron desclasificadas recientemente. En ellas se resumen las directivas de Nixon: " Una chance en 10, quizás, pero salven a Chile. Vale la pena el gasto. Despreocupado de los riesgos inherentes a esta operación. No involucren a la embajada, 10 millones de dólares para empezar mas si fuera necesario. Es un trabajo de tiempo completo con los mejores hombres que tenemos. Hagan que chille la economía 48 horas para un plan de acción"

A 50 años de aquella reunión, los materiales desclasificados confirman que en ella se pusieron en marcha "algunos de los actos más infames en los anales de la política exterior de EEUU". Las palabras utilizadas en ese informe nos ahorran de mayores elaboraciones. Allí se asegura que "para instigar un golpe, la CIA pronto se centró en proporcionar armas, fondos e incluso pólizas de seguro de vida a los operativos militares chilenos para destituir al comandante en jefe de las fuerzas armadas chilenas, el general René Schneider, quien se opuso al golpe y fue ultimado cuando se dirigía a su trabajo. Su asesinato apoyado por la CIA se convirtió en uno de los casos más legendarios de participación de EEUU en el asesinato de líderes extranjeros.

El esfuerzo encubierto a corto plazo de la CIA para bloquear la toma de posesión de Allende se convirtió en un prolongado proyecto clandestino que duraría los mil días del gobierno de Allende para obstaculizar su capacidad de gobernar, creando la caótica atmósfera de opinión que condujo al golpe militar. La alianza entre las oligarquías locales y el imperio causó la tragedia que acabó con la vida de Allende y provocó muertes y torturas a miles de chilenas y chilenos. Hoy, a medio siglo de aquel horror, la conducta del imperialismo y sus lacayos locales sigue siendo la misma, no sólo en Latinoamérica sino en todo el mundo, como lo prueba el golpe que Obama montara en Ucrania en 2014 con las mortales consecuencias que hoy estamos viendo. Parafraseando a Borges, "el imperio es incorregible", y sería bueno que se tome nota de ello.

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