La OTAN dirigida por Estados Unidos, ahoga a Ucrania en un baño de sangre

Miércoles, 20/09/2023 02:46 PM

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

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Las nuevas cifras indican que el número de bajas entre los militares ucranianos es por lo menos de 400.000 luego de 500 días de conflicto. Los números reales en realidad podrían sobrepasar los 500.000. Esto es mucho mayor que lo anteriormente calculado, cosa que ya era abismante. No obstante, Washington de manera incoherente, sigue empujando la fallida contraofensiva hasta el "último ucraniano."

Este baño de sangre es una obscenidad, un inmenso crimen imperial que no muestra ningún esfuerzo de parte de sus líderes norteamericanos y europeos de buscar la paz. Mencionándolo con crudeza, la guerra es un negociado y los belicistas hacen su lucro./*

No resulta sorprendente que las cifras reales de bajas sufridas por los militares del régimen de Kiev son un secreto bien guardado. Los patrocinadores de la OTAN también mantienen la boca cerrada sobre las macabras pérdidas porque de hacerlo significaría admitir el abismante fracaso de su guerra por encargo contra Rusia lo cual y eso significaría incurrir en un poderoso rechazo político de parte del público occidental. He ahí el resultado de un diabólico Catch-22.

Sin embargo, a pesar de sus mejores esfuerzos para esconder la carnicería, hasta hace poco varios observadores independientes calculaban que el número de bajas de parte de las fuerzas ucranianas sería entre 250.000 y 300.000 desde que se inició el conflicto el 22 de febrero de 2022. Las bajas militares rusas se han calculado alrededor de un diez por ciento de aquellas sufridas en el lado ucraniano.

No obstante, nuevos informes recibidos esta semana, indican que la escala de pérdidas de parte del régimen de Kiev apoyado por la OTAN serían mucho más altas.

Imágenes satelitales citadas por el canal Intel Republic´s Telegram de nuevas excavaciones en cementerios en territorio ucraniano, sugieren que por lo menos 400 mil militares han caído en combate con las fuerzas rusas. Las tumbas presumen muertos individuales enterrados. Por otra parte, y no registradas, están las incontables bajas que han sido aplastadas en los campos de batalla o abandonadas pudriéndose por parte los comandantes del régimen de Kiev.

Otro cálculo se destaca esta semana a partir de desalentadores informes en los medios norteamericanos en el sentido que habría 50 mil amputados entre los soldados ucranianos, según el suministro de prótesis de parte de fabricantes alemanes.

La extrapolación de esas cifras de caídos corrobora un cálculo mucho mayor entre las bajas de la guerra.

En consecuencia a la luz del número de amputados, se han realizado comparaciones, incluso por parte de la prensa norteamericana, que muestran un nivel de desgaste como el de la Primera Guerra Mundial. Esta última es notoria debido a su horrenda y absurda masacre de seres humanos. Las comparaciones son correctas pero extrañamente ignoradas por parte de los medios de prensa norteamericanos que no se detienen ante lo que debería ser profundamente aborrecido debido a su violencia.

Si las batallas que se libran en Ucrania anteriormente han sido catalogadas como "molinillos de carne" en consecuencia sería apropiado referirse al país como un baño de sangre.

Lo que hace que todo esto sea aún más criminal y despreciable, es que el conflicto y las muertes pudieron evitarse. Washington y sus aliados europeos de la OTAN decidieron ignorar todos los llamados de parte de Rusia para negociar una solución política para las preocupaciones sobre seguridad estratégica largamente sostenidas por Moscú, en relación con la constante expansión de la OTAN hacia el oriente y el armamentismo del régimen de Kiev. Los esfuerzos diplomáticos de Moscú fueron repudiados en el mes de diciembre de 2021 dos meses antes que las hostilidades escalaran.

Con anterioridad, el armamentismo del régimen de Kiev se prolongó durante ocho años, luego de un golpe de estado apoyado por la CIA el año 2014 en contra del presidente elegido democráticamente. (lo cual a propósito, hace una burla de las condenaciones europeas y de Estados Unidos esta semana contra el golpe de estado militar en Níger, nación de África Occidental. Semejante y selectiva preocupación legalista).

Todo el tiempo desde que se inició el conflicto en el mes de febrero cuando Rusia intervino en defensa de sus intereses vitales, el bloque de la OTAN deliberadamente ha escalado la violencia mediante el suministro incesante de armamento. Washington ha enviado hasta 50 mil millones de dólares en apoyo militar para el régimen de Kiev. Gran Bretaña, Alemania, Francia y otros miembros de la OTAN del mismo modo han suministrado incesantemente mucho armamento que va desde tanques hasta misiles.

Y lo que es más, el gobierno norteamericano del presidente Joe Biden ha rechazado cualquier sugerencia de negociar el fin del conflicto con Rusia. Los líderes europeos servilmente han seguido la locura y criminalidad de Washington al rechazar cualquier solución diplomática.

Todo esto a pesar que los sondeos demuestran que la mayoría de los ciudadanos europeos y norteamericanos se opone al continuo armamento del régimen de Kiev. Mucha gente en Occidente y alrededor del mundo está realmente horrorizada con la matanza y el peligro que esta guerra se desborde y se convierta en una guerra total entre potencias nucleares, cosa que indudablemente sería catastrófica a escala global.

Los medios de prensa norteamericanos y europeos han estimulado la guerra en Ucrania mediante sistemáticas mentiras y falsedades. Los denominados noticieros se han convertido en descarada propaganda de guerra por parte de órganos auto declarados ganadores del Premio Pulitzer.

Los orígenes del conflicto han sido distorsionados y la naturaleza nacista del régimen de Kiev ha sido asiduamente escondida.

Ucrania nunca tuvo una oportunidad de alcanzar la victoria contra las muy superiores fuerzas rusas. Sin embargo desde el comienzo, los medios de prensa occidentales se engolosinaron con la ilusión que la OTAN estaba "defendiendo la democracia de la agresión rusa" (invirtiendo la realidad de manera descarada) y alegando que el lado de la OTAN eventualmente ganaría.

Pronto los medios occidentales promovieron la nueva ilusión de una "contraofensiva que cambiará el curso de la guerra".

Quedó claro que la contraofensiva que la OTAN beligerantemente diseminó que comenzaría a comienzos del mes de junio resultó ser un completo y absoluto fiasco. Las defensas rusas en torno a los recientemente obtenidos territorios en el Donbass y en la región de Zaporonzhie han sido invulnerables a una y otra ola de ataques. Las bajas militares ucranianas se calculan alrededor de 43 mil solo en los dos últimos meses.

Estados Unidos y sus socios de la OTAN han forzado al régimen de Kiev a embarcarse en una contraofensiva que es suicida. Sin cobertura aérea y confiando en los asaltos de infantería en terreno profusamente minado, los ucranianos han sido arrojados a la lucha como carne de cañón.

Aún más condenatorio, los líderes europeos y norteamericanos sabían que la contraofensiva ucraniana no tendría éxito. Informaciones en el New York Times y otras publicaciones tímidamente lo han admitido.

El inminente desastre para la OTAN es colosal. Esta calamidad hace que la debacle de la derrota de la OTAN en Afganistán, exactamente hace dos años, parezca en retrospectiva un picnic.

El presidente Biden está buscando la reelección el próximo año y el hecho inevitable es que él tiene las manos ensangrentadas debido a la barbarie en Ucrania.

El épico horror –que incesantemente arriesga una guerra nuclear con Rusia—aparece como una abominación monumental política, militar de inteligencia y moralmente para Washington y sus vasallos europeos.

Esta semana el Ministro de Relaciones Exteriores de Hungría, Peter Szijjarto, reveló que sus contrapartes de la Unión Europea están insensiblemente calculando que la guerra en Ucrania podría prolongarse por cuatro años. ¡Otros cuatro años! Y estos líderes europeos están dispuestos a continuar apoyando al régimen de Kiev con 20 mil millones de euros en fondos adicionales debido a su servil deferencia a los objetivos imperialistas de Washington. Aquellos objetivos no son otra cosa que confrontar a Moscú para contener la declinante hegemonía norteamericana. Su irracional rusofobia también representa una malvada parte.

Los regímenes occidentales que responden a sus pueblos son responsables de una criminal guerra en Ucrania que marca toda una época. Biden y sus cómplices europeos se encuentran en un diabólico dilema de su propia factura. No pueden admitir la derrota debido a la destrucción y mortandad, de manera que ellos de manera incoherente, siguen insistiendo en que Ucrania siga hundiéndose en el baño de sangre.

Si hubiera alguna justicia, Biden no debería estar enfrentando pronto al electorado. Él y sus secuaces, incluyendo las organizaciones y órganos de prensa locales, deberían estar enfrentando cargos por crímenes de guerra.

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