Para entender las claves de la actual crisis de la democracia formal española, habría que recurrir al filósofo y ensayista José Ortega y Gasset quien en su ensayo "La España invertebrada" publicado en 1921, realiza un exhaustivo análisis de la crisis social y política de su época. Así, estaríamos asistiendo a un nuevo escenario de "invertebración histórica" que tendría su paradigma en la falta de incardinación de Catalunya en el Estado español y cuya casuística podríamos ordenar en dos estratos diferentes siguiendo el esquema orteganiano.
En la epidermis exegética, encontramos el fenómeno de la disgregación o " particularismos" en el léxico orteganiano y que tendría su reflejo político en los movimientos independentistas o soberanistas vascos y catalanes.Así, según Ortega, "La esencia del particularismo es que cada grupo deja de sentirse a sí mismo como parte de un todo y en consecuencia, deja de compartir los sentimientos de los demás".
Sin embargo, a esta actitud política se opondría según Ortega la "faena de totalización", concepto que podría traducirse como un proceso incorporativo en el cual los diferentes grupos sociales quedarían integrados como partes de un todo ( España), tesis defendida por partidos como PP y Vox mientras el PSOE y Sumar estarían sumidos en un agujero existencial.Según Ortega, " la potencia verdaderamente sustantiva que impulsa y nutre el proceso de totalización es siempre un dogma nacional, un proyecto sugestivo de vida en común".
En una siguiente capa o dermis exegética, según Ortega estarían " los errores y abusos políticos así como los defectos de la forma de gobierno", lo que trasladado al escenario político actual, se traduciría en la miopía política del anterior Gobierno del PP presidido por Rajoy que desembocó en la implementación del 155 y la posterior desafección del Parlamento catalán hacia el Estado español,reflejado en la efímera DUI y el posterior exilio e ingreso en prisión de los miembros del Gobern presidido por Puigdemont.
Europa y las naciones subestatales
El profesor James Mitchell, responsable de la escuela de Gobierno y Política Pública de la Universidad de Strathclyde (Glasgow, Escocia), explica que las razones de un pueblo para querer su independencia "radican en el fracaso de sus respectivos Estados, pues las naciones subestatales se sienten ninguneadas".
Según la actual doctrina imperante en Bruselas, "un Estado resultante de un movimiento secesionista perdería su condición de miembro de pleno derecho de la zona euro y habría de comenzar el proceso de readmisión", lo que en la práctica imposibilita la secesión.
De todo lo anterior, se deduce la imposibilidad para Cataluña de lograr en el momento actual una independencia unilateral que no cuenta con respaldo internacional y sí con la firme oposición de España y Francia, preocupadas porque dicha independencia podría extenderse a la llamada Cataluña del Norte (Rosellón y la Cerdaña) así como al llamado País Vasco francés en el supuesto de independizarse el País Vasco español.
Es inevitable la repetición de las Elecciones?
El pensamiento de Puigdemont sería rígido e incorregible pues no tiene en cuenta las razones contrarias y sólo recoge datos o signos que le confirmen el prejuicio para convertirlo en la convicción de que el destino le ha elegido para la alta misión de conseguir la Independencia de Catalunya.
Desde su exilio en Waterloo, Puigdemont estaría sopesando rechazar la oferta de Sánchez de colaborar en la formación de un nuevo Gobierno en España, decisión que se basaría en la inteligencia maquiavélica. Así, la inteligencia maquiavélica se distingue por una extraordinaria capacidad para encontrar las debilidades ajenas y utilizarlas en beneficio propio así como de realizar acciones complejas que pueden no ser entendidas en un principio por sus votantes pues sus metas se proyectan hacia un futuro mediato (Declaración de Independencia de Catalunya).
Así, Puigdemont se inclinará por la repetición de Elecciones en la certeza de que dicha posición se verá refrendada con la victoria de Junts en las elecciones al Parlamento catalán que se adelantarían al 2024 tras la previsible conformación de un Gobierno PP-Vox en el Estado español tras la hipotética repetición de Elecciones Generales en enero del 2024.
Dicho Gobierno sería una alianza inquieta basada en la comunidad de intereses económicos y amalgamada por la defensa a ultranza del Régimen del 78 y de la unidad indisoluble de España. Su objetivo confeso sería implementar en España una "democracia no liberal" siguiendo la estela de la Hungría de Orbán que beberá de la fuentes del centralismo bonapartitsta y del paternalismo de las dictaduras blandas.
Por su parte, el Govern catalán teledirigido por Puigdemont desde Waterloo, ante la imposibilidad legal de celebrar un referéndum sobre la Independencia de Cataluña, intentará reeditar el pulso con el Estado central con la declaración de la DUI (Declaración Unilateral de Independencia) y esperar la posterior implementación por el Gobierno central del Artículo 155 que le haga aparecer ante los ojos del mundo como una víctima del Estado totalitario español.