En crisis los fines religiosos

Miércoles, 18/10/2023 12:23 PM

  • La sempiterna crisis entre Israel y Palestina, hoy nuevamente objeto de atención mundial, es el peor ejemplo, de la institucionalidad religiosa, que estimulando odios mutuos acicatea el enfrentamiento encarnizado de seres humanos entre sí, colocando la llamada "Tierra Santa", en un territorio sin Ley, donde cualquier crimen puede ser justificado y bendecido.

  • La matanza que se ha producido con el ataque este martes al hospital Al-Ahli, ubicado en la ciudad de Gaza, dejando cientos de muertos y miles de heridos, reafirma lo expresado en esta reflexión y si el mundo no reacciona frente a esta barbaridad, lo que nos espera ver será más espantoso y aterrador. Como van las cosas es válido preguntarnos ¿Podemos llamarnos todavía humanidad?

Si algo hay que hacer para observar hasta qué punto se cumplen los fines de una institución y como se amolda la conducta de los militantes religiosos con lo que en la práctica pregonan, es observar los comportamientos, es ver hasta qué punto armonizan la teoría y la práctica, más concretamente, contrastar lo que dicen y ofrecen con el quehacer diario.

Bien, por la vía cultural, el medio donde te desarrollas o por la influencia familiar, todos en algún momento de nuestra vidas hemos estado inmersos bajo la influencia religiosa, más aún en nuestros días don la existencia de grupos, organizaciones y seudo lideres, asumen la religión como un estandarte y vemos en muchos casos, como se desvían termina siendo comerciantes disfrazados o conduciendo a sus seguidores, hasta el suicidio colectivo.

En este contexto vienen las desilusiones, por millares se pueden contar las personas que siendo feligreses terminan alejándose de las instituciones religiosas tradicionales. Otros buscar canalizar sus inquietudes espirituales en la diversidad de grupos que existen en el mundo, que incluso se promocionan por las redes, llevándose en muchas oportunidades sorpresas muy desagradables y hasta perjudiciales para sus propias personas. Otros, terminan aborreciendo su pasado y no quiere que ni siquiera se le mencione religión alguna.

A tratar de observar como una religión influye sobre cualquier ciudadano, apreciamos que ofrecen caminos esperanzadores. La experiencia religiosa trata de vincularte con seres del más allá y mantener una conducta cónsona con preceptos y principios que te llevan a la paz espiritual interna y con tu entorno.

La Ética y la Moral, no están al margen de los conceptos que adornan una religión y allí se establecen formas de conducta que de ser llevadas a la práctica, te garantiza la perfecta adecuación de tu conducta a los principios generales de la institución religiosa y de conformidad con la deidad, a quien adoran.

Todo ello, junto a los rituales, ceremonias, símbolos y consignas que se van diseminando, como la protección del mundo, la salvación de las almas, la asistencia al desvalido, el mantenimiento de la paz espiritual y la paz mundial, constituyen un verdadero menú atractivo, para los que andan buscando donde asirse, donde canalizar sus miedos sus angustias, en busca de un camino esperanzador.

Pero, cuando contrastamos todo ese arsenal de consignas, normas de comportamientos, fines, simbologías, ofrecimientos, con la práctica, afloran las contradicciones, los conflictos, que no se pueden superar ni siquiera con la teoría que se propone.

Veamos por ejemplo, lo que sucede en la llamada "Tierra Santa", lo que los europeos llama el oriente próximo y nosotros el lejano oriente.

Ningún lugar en el mundo se considera tan sagrado como el que mencionamos, lo que conocemos como Tierra Santa.

Las tradiciones religiosas de las tres grandes religiones monoteístas consideran estas tierras el lugar sagrado donde Dios entró en contacto con los hombres. Hogar de viejas civilizaciones,

Si aplicáramos la teoría, a esta región, pudiéramos concluir que ella, sería un recinto de paz, de espiritualidad, de convivencia, es decir un ejemplo para todo el mundo de lo que significaría un sentir religioso, armonio y de convivencia.

Pero que observamos en la práctica, que la llamada Tierra Santa, no es precisamente un lugar donde reina la paz, la tranquilidad y la convivencia, sino, todo lo contrario una zona de extrema violencia, donde se ha derramado sangre a lo largo de cientos de años y continúa hoy siendo fuente de conflictos permanentes, de confrontaciones religiosas casi irresolubles, donde ni siquiera el Derecho, que resuelve, donde otras disciplinas fracasan, pueden llevar la Paz y la convivencia entre seres humanos.

En la Tierra Santa, se odia, se cultiva el odio, se enseña al prójimo a odiar, se consideran entre ellos como animales, no se toleran, quieren extinguirse mutuamente y en consonancia así se tratan.

La Tierra Santa vista desde esta óptica es los más parecido al Séptimo Círculo del Infierno de Dante, donde lo que predomina es la violencia. Allí hierve el odio, corren ríos de sangre. No se respeta al ser humano, y niños, mujeres, jóvenes, minusválidos, reciben tratos violentos, violando principios universales de Derechos Humanos y de Derecho Humanitario que le ha costado un gran esfuerzo a la humanidad consagrar para vivir en armonía y paz.

Donde conviven precisamente las tres grandes religiones, con millones de correligionarios, donde se dan golpes de pecho, donde elevan sus manos al cielo en oración, donde se producen peregrinaciones multitudinarias para cumplir con preceptos religiosos, donde la señal de la cruz es un símbolo casi universal, donde pegan la cabeza contra muros, para rendir homenaje a su creador, no es posible convivir en paz.

Entonces es válido preguntarse de que sirven los fines religiosos, donde está la compasión que se pregona; para que sirve toda la parafernalia del discurso religioso; dónde está la espiritualidad que se grita a voces; donde quedan las enseñanzas de los textos bíblicos que se manejan, donde está la tolerancia y el perdón y sobre todo donde está la capacidad y la influencia del liderazgo mundial religioso que mantiene a sus seguidores como un rebaño en desbandada y a la deriva.

La crisis que enfrenta a Israel y Palestina, también tiene un trasfondo político que debe atenderse en cuanto a la creación de dos Estados Independientes, pero a propósito de esta reflexión, he querido destacar el peso de las religiones en el conflicto, a mi juicio, fundamental porque podrían contribuir en gran medida bajar la tensión en el conflicto y aportar soluciones para mediar y resolverlo.

Con la iglesia hemos topado Sancho. Frase proverbial extraída del Quijote

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