En Yucatán un compromiso: negocios y embajada al gobernador panista, a cambio de entregar a Morena la gubernatura
1. En Yucatán –como en los demás estados- el pueblo no cuenta, a no ser que AMLO se llame "pueblo". En Yucatán Morena, un candidato panista –que ha sido por más de cinco años el representante de AMLO en el estado- ocupará el gobierno. El partido Morena en Yucatán –penetrado por panistas y priístas que son los que mandan- es casi inexistente. Por el contrario, en el estado, desde los tiempos de la Presidencia de Fox, PAN y PRI se han turnado la gubernatura y la alcaldía de Mérida.
2. Ahora, con un presidente AMLO repartiendo como "compromiso" embajadas entre exgobernadores, lo seguro es que el PAN o el PRIAN, nada podrán hacer, aunque en los últimos 23 años dominaran la política del Estado. ¿Qué se hacen con los votos que no sea lo que se ha hecho siempre? Todo muy fácil: Entregar al candidato acordado que debe ganar, todo el dinero para su campaña y, al mismo tiempo, desprestigiar o dejar sin nada al obligado perdedor.
3. Recuerdo a un alto priísta y exfuncionario que hace unos 40 años, estando enfermo, viejo y en su hamaca, me puso ejemplos de lo fácil que se logra ganar o perder con votos, que no es necesario trampear o robar urnas, me dijo don Mario: "una vez como priístas, elegimos mal como candidato a diputado al priísta Bustillos Carrillo; para que no ganara él, lo desprestigiamos y le pagamos la campaña del opositor panista que al final ganó.
4. Obvio, pensé en las dos derrotas electorales acordadas contra AMLO en 2006 y 2012; pero también los arreglos que de manera obligada se dieron para que al fin ganara la Presidencia en 2018. Por ello subrayo que las elecciones sólo sirven para legitimar lo acordado por las clases altas (gobierno y empresarios) en meses de negociaciones; por ello nunca he votado y me río y carcajeo cuando frente a mis ojos pasan los grandes vehículos acarreando votantes.
5. Yucatán es uno de los dos o tres estados con gente más pobre y miserable de los 32 estados del país. Pero los dos millones de sus habitantes saben, intuyen, están acostumbrados a vivir con casi nada. Además, las religiones –aprovechando las donaciones en dinero de la gente rica- reparte algunas limosnas para obtener clientela. Ni modo, después de lo mucho conocido, ¿qué hacer para que la gente despierte y en vez de mentar madres, paralice con su presencia al estado?