La Tecla Fértil

La región y el ejercicio territorial- democrático conlleva a una economía de control por la oligarquía y burguesía

Domingo, 03/12/2023 01:23 PM

Aún, cuando la tendencia a continuar es la expansión de las actividades económicas en el mundo, a un ritmo similar al que se registró durante el Siglo XX, a largo plazo, los más optimistas se plantean los impactos de salarios bajos en el crecimiento financiero mundial. Y en los países de tendencia izquierdista en el Cono Sur. Los impactos políticos han sido crudos que modifican los índices del crecimiento bursátil y de valores, de modo que los ingresos por cada familia afectan la intensidad laboral en grupos familiares que laboran desde sus hogares y empresas, creando factores culturales que buscan solventar la sustentabilidad social.

Los países de la región deben efectuar un análisis bien fundamentado sobre las prioridades en materia de ejes sociales para determinar una prosecución de abastecimiento en las unidades familiares de bajos recursos, y que poco consumen proteínas. Dejemos las alianzas a un lado, Venezuela solo contribuye a países del continente e islas caribeñas, sin recibir documentación alguna en el momento de afianzar su legitimidad territorial o finanzas de esos Estados que reciben materia prima energética de parte nuestra.

A finales del Siglo XX, los políticos de la cultura, se convirtieron en amigos de un proceso paralelo fundamentados en espacios humanos poshumanistas que buscaron hacerles olvidar a los ciudadanos que, existen otros mundos de desarrollo, que hoy, esa dirigencia perteneciente a la nueva generación de izquierda se empecinó en destruir el antiguo molde cultural, porque ya sienten burgueses y amigos de la oligarquía. Por ello, un alcalde de apellido Cochioola y extranjero se burló de los académicos carabobeños y venezolanos la sede de la Asociación de Escritores, Capítulo Carabobo, a la Policía Municipal, y diagonal como un cuento de comiquitas está el Museo de La Cultura. ¡Todo es una mentira, y engaño! Es la anticultura, y se crean visiones novedosas en un mundo circundante.

Es importante, tener conciencia de lo que se hace. Hay muchos discursos en América Latina, y en Argentina, (Buenos Aires), las madres y esposas de la Plaza fueron como una bestia de carga, actuando como heroicas guerrilleras, para sucumbir ante el enfoque doméstico dado por Alberto Fernández en su visibilidad económica del país austral, le siguen Brasil, Colombia, Ecuador y Venezuela. El dinamismo económico ha sido catastrófico en manos de una mediocridad pragmática en asuntos financieros. La cultura y anticultura nos hicieron más pobres.

Los sistemas económicos deben ser revisados y llevar un nuevo curso de planeación, sin la intervención militar en asuntos civiles. Porque, se debe enfocar programas y códigos para identificar desniveles que se suscitan por la corrupción en la entrega de presupuestos para concretar obras civiles que benefician a los ciudadanos.

Para Giuseppe Duso, el paso de la democracia de los antiguos a la de los modernos coincide con la sustitución del clásico concepto de gobierno por el de poder o soberanía. La democracia de los antiguos, la de Aristóteles o Cicerón, alude a una forma de gobierno en la que el mando político es asumido por una parte de la poli o respublica, el demos, es decir, por aquel grupo compuesto por los ciudadanos libres y pobres. Durante este periodo en el que la política responde fundamentalmente a la cuestión de qué partes gobiernan y qué partes son gobernadas, los ciudadanos —conindependencia de las condiciones exigidas para disfrutar de la ciudadanía— sí pueden aparecer como sujetos políticos activos. Además, la filosofía política no se centra tanto en el análisis del poder que elabora las leyes, como sucede desde Hobbes o quizá Bodin, cuanto en el estudio del gobierno según las leyes. Por último, cabe señalar que la respublica de los antiguos adopta el aspecto de un todo compuesto por partes irreductibles y heterogéneas; es decir, implica diferencia entre los hombres, mas no igualdad entre los individuos como ocurre en los Estados contemporáneos. En la época moderna, sin embargo, asistimos al nacimiento de la soberanía y del poder legítimo, así como a un cambio en el concepto de gobierno, que ahora pasa a ser sinónimo de poder ejecutivo. Para la filosofía política de los modernos, el poder, si es legítimo, sólo puede proceder del pueblo. Este último ya no se concibe ni como una parte de la respublica ni como un conjunto de partes heterogéneas, sino como una totalidad de individuos libres e iguales, sin diferencias y sin partes. Lo cual no impide que en esta época la democracia federal aparezca como el más serio intento de combinar la igualdad individual con la heterogeneidad de las partes —aunque ahora éstas coincidan con comunidades formadas por sujetos iguales. El detentador del poder o de la soberanía se identifica —advierte Duso— con una nación o pueblo abstracto, sin ninguna relación con la experiencia, con la realidad social, y surgido de la construcción lógica —y no histórica— del contrato social. El pueblo, por tanto, deja de ser, como ocurría en el pensamiento premoderno, un sujeto constituido y plural.

El mayor problema para la filosofía política moderna consiste en cómo hacer efectivo el poder del artificial sujeto colectivo al que denominamos pueblo. En la mayoría de las ocasiones esto va a tener lugar mediante la mediación representativa; o, en otras palabras, mediante la transformación de la relación material o real de mando y obediencia —la propia del gobierno antiguo— en una relación formal. Quien manda ya no es una parte concreta, tal como era el pueblo —el sector de los pobres— en la antigua forma de gobierno democrática, sino el abstracto sujeto colectivo. Si en la política antigua resultaba fundamental el título (arkhé) que facultaba para gobernar o guiar larespublica, ahora, en la moderna, adquiere especial importancia las condiciones necesarias —generalmente, la autorización del pueblo— para que la representación sea legítima. Directamente, sin mediaciones, el pueblo o la nación de los modernos sólo va a aparecer en situaciones excepcionales, en los momentos revolucionarios en los que el sujeto colectivo está dotado —para usar los términos empleados por Duso— de grandezza costituiente.

Es verdad —como nuevamente indica el profesor italiano— que la democracia contemporánea se halla enclaustrada dentro del amplio concepto de potere legittimo, y que en nuestros Estados lo democrático se reduce prácticamente a lo legítimo del poder. Es caudillismo o dictadura. Sin embargo, en un nuevo artículo, me propongo tratar la democracia como el más allá del poder legítimo propio de la forma jurídico, política estatal; o como el más allá del poder que, de acuerdo con Duso, anula a los individuos como sujetos políticos activos. Incluso, desde el punto de vista de este poder autorizado, la acción política del ciudadano, del cualquiera, ha sido deslegitimada como la pretensión indebida de la voluntad privada de hacerse pública. Contra esta lógica me gustaría escribir en el futuro.

Así que, en la actualidad hablamos de biopolítica, comercialización y recursos naturales. Los campesinos en el presente se hallan, como nunca antes, bajo la mirada del poder fiscal y del Estado, cuándo infligen la ley son detenidos y llevados a Fiscalía, poco se les reconoce su trabajo en el campo, aparte de las alcabalas donde son detenidos para despojarlos de sus cosechas, si se les pudre y las botan son sancionados.

La democracia tiene un carácter extraordinario porque esa pluralidad de sujetos políticos que componen el pueblo, a diferencia de los gobernantes e instituciones públicas que actúan todos los días, ordinariamente, se manifiesta —aparece— ocasionalmente, de forma intermitente o incluso excepcional. En un doble sentido. En primer lugar, porque la democracia está unida a un tipo vida, descrita ya en cierto modo en la célebre oración fúnebre de Pericles, que concede importancia tanto a lo propio como a lo común. El hombre de la ciudad democrática no es un soldado permanente de la democracia. Quizá la mejor expresión contemporánea de esta realidad sea el ciudadano privado de Ackerman, quien unas veces, las más raras, es ciudadano, y la mayoría del tiempo es un hombre privado dedicado a la administración de sus asuntos propios. En particular, Ackerman pretende la búsqueda de una ciudadanía adecuada a la complejidad de este hombre moderno, y que se halla unida a un dualismo constitucional. Pero la excepcionalidad de la democracia también se puede decir en otro sentido. Sus enemigos, los liberales conservadores y los reaccionarios del pasado, solían afirmar que el pueblo sólo se expresaba directamente como súbdito rebelde, en las revoluciones. Hay algo de verdad en esto, en la medida que la democracia, como expresión del poder del pueblo cuya esencia es la igualdad o la libertad de los iguales, supone una ruptura de lo más ordinario o normal, de la lógica vertical del gobierno y del poder legítimo, forzosamente fundada en el establecimiento de una jerarquía y de una desigualdad.

La ideología de la privatización nos lleva a tomar conciencia sobre la libertad, y los efectos negativos en el campo económico, todo relacionado con los pobres, pero, el Estado tiene más de cuatro años estancado, en lo relacionado a salarios públicos.

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