Alquimia Política

La Libertad de Milei versus la Libertad de la dignidad e identidad nacional

Jueves, 14/12/2023 05:26 AM

BM desaconseja a Argentina la dolarización de Milei sin disciplina fiscal - La Razón

 

Nada más duro para los que tenemos una convicción socialista que ver el desprestigio en que han querido colocar a la izquierda latinoamericana una vez que triunfos como el de Javier Milei en Argentina, parecieran posicionarse de todo el apoyo de las nuevas generaciones de votantes y de los “indignados” tanto de los partidos de izquierda como del peronismo.

La figura del peronismo, así como las fórmulas colectivistas de las organizaciones del ala izquierda de Argentina, sufrieron un revés electoral, pero su influencia y su presencia en la sociedad sigue siendo definitoria de los destinos de millones de argentinos.

En este aspecto valga puntualizar a qué movimiento se hace referencia cuando se hace mención al liderazgo de Milei y el grupo de “la libertad avanza”; por un lado es un movimiento que hace llamar “libertario”, tomando el término del cuerpo ideológico del anarquismo del siglo XIX.  Tiene sus orígenes este término, inicialmente, en la descripción para referirse a aquellos que defendían la libertad individual y la abolición de la autoridad estatal; el uso del término se remonta a la Revolución Francesa, donde se comenzó a utilizar para describir a los partidarios de la igualdad y la libertad política.

Sin embargo, el término "libertario" ha sido utilizado de diferentes maneras a lo largo de la historia; en el contexto político contemporáneo, se asocia comúnmente con el anarquismo y el anarcocapitalismo, que enfatizan la eliminación del gobierno y la promoción de la autonomía individual.

Es importante señalar que el uso del término "libertario" puede variar según el contexto y la región geográfica; en algunos países, como Estados Unidos de Norteamérica, el término se ha asociado más comúnmente con las ideas libertarias de libre mercado y reducción del tamaño del gobierno, mientras que en otros lugares puede tener connotaciones más cercanas al anarquismo clásico.

Aunque, de manera afirmativa, un sureño del Rosario, Ángel Cappelletti (1927-1997), expresará en una Conferencia en la Maestría de Filosofía de la Universidad de Los Andes (Mérida-Venezuela), en 1993, que los liberales norteamericanos querían apropiarse del lenguaje humano y de equidad del anarquismo, tratando de hacer ver que la libertad es una opción exclusiva de quienes permiten el libre mercado y no de quienes respetan el libre albedrío de los pueblos para independizarse y conquistar su identidad. 

El asunto es complejo, porque la verdadera libertad es la que viene unida con la dignidad y el territorio; una persona que no respeta sus valores patrióticos y no defiende su pedazo de tierra como un don colectivo que es de todos pero a la vez es de nadie, porque sobre él no pesa ninguna imposición de prohibición o privacidad, entendiendo por lo privado un accionar impositivo de la egolatría y la envidia por parte de los grupos de poder. Ejercitar la libertad desde la individualidad, que es la postura de Milei, es condicionar la equidad y solidaridad, propiciando un abandono del humanismo, base fundamental de la visión libertaria de los pueblos.

En su momento el francés del siglo XIX, Pierre Joseph Proudhon dijo: “La propiedad privada es un robo”;  y esta frase tiene su significado en el marco del contexto en el que fue pronunciada. Proudhon argumentaba que la propiedad privada, tal como se entendía en su sociedad, era injusta y generaba desigualdad. Según él, la propiedad privada permitía que algunos individuos acumularan riqueza y poder a expensas de otros, lo que consideraba una forma de robo. Sostenía que esta acumulación de propiedad privada generaba un sistema económico y social desigual, en el que los propietarios se beneficiaban de la labor de otros sin ofrecer una contribución equitativa.

En lugar de la propiedad privada, Proudhon abogaba por la propiedad compartida o colectiva, en la que los medios de producción y los recursos naturales fueran accesibles para todos de manera equitativa. Creía en una sociedad en la que la riqueza y los recursos estuvieran distribuidos de manera justa, evitando así la explotación y la desigualdad.

La mejor respuesta a este planteamiento es que la acumulación de riquezas es  contranatura, porque el hombre ni salva su vida ni se lleva las riquezas al más allá; el hombre debe procurar hacer el bien colectivo y no centrarse en la destrucción de la humanización de ese hombre por la vía de la solidaridad y equidad, al servicio de los pueblos para que alcancen su prosperidad en unidad dentro de la diversidad y heterogeneidad de las personas. No importarme el prójimo, eso sí es un pecado ante Dios y ante la vida.

La postura de Proudhon al afirmar que "la propiedad privada es un robo", es una postura crítica al sistema de propiedad privada existente que tiene como producto las injusticias y desigualdades. 

Esto lleva a interiorizar las debilidades del modelo capitalista global de los Estados Unidos de Norteamérica, si se llegase a plantear como único modelo de dirección política para Latinoamérica. 

Ahora bien, el impacto del modelo capitalista norteamericano en la sociedad latinoamericana puede ser objeto de diferentes perspectivas y opiniones. Algunos argumentos que se han planteado resaltando en estas debilidades. La  desigualdad, ya que el modelo capitalista puede generar desigualdades económicas significativas; en algunos países latinoamericanos, esto se ha traducido en una brecha cada vez mayor entre los ricos y los pobres, lo que puede generar tensiones sociales y aumentar la exclusión y la pobreza.

La dependencia económica como modelo capitalista norteamericano en algunos países latinoamericanos ha llevado a una dependencia económica significativa de los Estados Unidos de Norteamérica; esto puede limitar la capacidad de los países para tomar decisiones económicas y políticas autónomas, lo que a su vez puede afectar su desarrollo y soberanía.

Del mismo modo, aparece descrita la explotación de recursos naturales, bajo el modelo capitalista, se ha argumentado que los intereses económicos de las empresas extranjeras, incluidas las estadounidenses, han llevado a la explotación de recursos naturales en América Latina sin una consideración adecuada por el medio ambiente o los derechos de las comunidades locales.

En un aspecto puntual, el modelo capitalista en América Latina ha estado sujeto a crisis económicas recurrentes; la dependencia de flujos de capital extranjero y la volatilidad de los mercados internacionales han dejado a la región expuesta a las crisis financieras y económicas, lo que ha afectado negativamente a la estabilidad y el bienestar social; es importante tener en cuenta que estas afirmaciones no son universales y pueden variar según el contexto y la perspectiva; el impacto del modelo capitalista puede ser influenciado por una serie de factores, como la política interna, las políticas económicas adoptadas y la implementación de mecanismos de protección social. En estas últimas premisas está la realidad histórica y cultural que muestra por qué volver a las ideas libertaria de los capitalistas de Milei, implica un retroceso mayor del avance que se logró que no fue otro que colocar al hombre por encima de lo administrativo-financiero.

Ahora bien: ¿En qué no estamos de acuerdo con Milei? En renunciar a nuestra dignidad e independencia económica de los grandes consorcios internacionales y los países imperialistas y bélicos como Estados Unidos de Norteamérica. ¿En qué coincidimos con Milei? En que es necesario achicar el Estado y colocar al servicio de la gente un mejor servicio y una mayor atención de sus necesidades, erradicando la corrupción y los beneficios absurdos de una Casta o Burguesía que vive de recreación y gastos superfluos mientras la mayoría se muere de hambre y desocupación laboral. No toleramos la sinvergüenzuras y el descontrol del manejo de la cosa pública. 

El resto de ideas de Milei las consideramos y tomamos la debida nota. Para Milei la Argentina, y Latinoamérica toda, deben abrazar el modelo del liberalismo económico, ideas de una economía de libre mercado, donde la intervención estatal se reduce al mínimo; cree en la importancia de la propiedad privada, la competencia y la libertad individual como motores del crecimiento económico.

En este punto está en contradicción con las ideas del Socialismo del Siglo XXI, en el cual se propone la participación del Estado en la planificación de la economía en miras a impulsar una distribución de los recursos económicos de la manera más equitativa posible para lograr la participación estatal en la economía, proponiendo un mayor control estatal sobre los sectores clave de la economía, como la energía, la industria y los recursos naturales; esto implica la nacionalización o estatización de empresas estratégicas y la creación de empresas públicas para dirigir estos sectores, todo en miras a fortalecer el criterio de independencia y soberanía nacional, muy lejos de la idea de Milei de llegar a ser un país satélite de los imperios.

El socialismo propone la redistribución de la riqueza, porque busca reducir las desigualdades sociales y económicas a través de programas de redistribución de la riqueza; esto implica la implementación de políticas fiscales progresivas, donde los sectores más ricos contribuyen con una mayor proporción de impuestos para financiar programas sociales y mejorar la calidad de vida de los sectores más desfavorecidos.

En este mismo sentido, el socialismo promueve la participación activa de la sociedad en la toma de decisiones políticas y económicas, a través de la creación de espacios de participación ciudadana, asambleas populares y formas de gobierno más directas, con el objetivo de fomentar una mayor inclusión y democratización en la toma de decisiones; todo esto busca consolidar la soberanía y autodeterminación, ya que la dignidad del pueblo es entendida como la independencia económica y política, frente a las influencias y presiones externas; se busca alianzas regionales y sur-sur.

Otro argumento de Milei es la  reducción del tamaño del Estado,  lo que incide en una reducción del gasto público y la eliminación de regulaciones innecesarias; busca un Estado más pequeño y menos burocratizado, con el objetivo de fomentar la eficiencia y la productividad; considerando que el individuo debe tener plena libertad para tomar decisiones sobre su vida, siempre y cuando no perjudique a otros, que es lo que se entiende por libertad de elección económica, personal y social.

Milei aboga por la eliminación de subsidios y privilegios otorgados a ciertos grupos o sectores de la sociedad; considera que estos distorsionan la economía y generan desigualdades injustas.

Y Milei, se opone a la acumulación de deuda pública y defiende la necesidad de reducir el déficit fiscal; considera que la deuda excesiva compromete el futuro económico del país y limita la libertad de las generaciones futuras.

No se duda que el nuevo Presidente de Argentina tenga buena fe y buenas intenciones, pero una cosa es vivir en un sueño, que es cuando uno no es Gobernante (parecido como cuando uno era pequeño en casa de los padres que no pagaba servicios ni comida, menos atención médica, esa las cubrían ellos), que vivir ese sueño o anhelo siendo ya Gobernante (pagando facturas y ganándose la vida uno como adulto, en el caso del símil establecido en la oración anterior). Se podrán hacer cosas, pero no todas; no cuenta el grupo de la Libertad, con liderazgos que puedan llevar el testigo hacia nuevas época. El experimento de Milei es único y tiene por ley de vida y el contexto complejo donde se desenvuelve, una duración muy corta para poder moldear un producto nuevo que haga más sana la convivencia nacional en Argentina. 

Mejorará la economía sacrificando a la “política” y a la “casta”, lo que no ve Milei es que el pueblo tiene sus intereses con la política y con esa misma casta, convirtiéndose en una especie de transición hacia un volver de las banderas del socialismo argentino que se retomarán, gracias a Dios, sin la carga corrupta de ciertos políticos y sus respectivos séquitos de tráfico de influencia.

Seguimos apostando al socialismo, pero esta vez, tendremos presente los desaciertos de experiencias contrarias a nuestras banderas, para no cometer los errores de ellos, y corregir de raíz los errores nuestros que permitieron perder credibilidad, confianza y esperanza. El pueblo sigue articulado en razón de la unidad, batalla y victoria; somos capaces de conquistar nuestro destino y nuestra total autonomía.

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