Es imposible no escribir una columna sobre el fallecimiento inesperado de la corajuda Senadora de la República, Piedad Esneda Córdoba Ruiz. La mujer afro que hizo encolerizar la rancia estirpe de la élite ultraconservadora del país del Sagrado Corazón de Jesús. Sí, esa misma élite que se ha congraciado con la sangre de humildes campesinos, indígenas y negros; que siempre los han visto como unas escorias. Esa misma élite que aun después de fallecida la Senadora Piedad Córdoba, siguen ensañándose, como aves de carroña contra quien fuera rebelde, necia, libertaria, revolucionaria y, por qué no decirlo sin miedo, guerrillera de la vida.
Piedad fue una luchadora incansable, una rebelde que desafiaba la misoginia y el racismo en todas sus formas. Con su turbante en la cabeza, irradiaba libertad y fortaleza. Una verdadera libertaria que luchaba por la igualdad y la justicia. Su espíritu indomable inspiraba a todos cuantos la conocimos.
En coro tridentino, las aves de carroña salen a celebrar la muerte de la libertadora del turbante, esos mismos que con camándula en mano se han arrodillado al Sagrado Corazón de Jesús, para perseguir y asesinar a quienes han alzado la bandera de la Paz con justicia Social.
"No pudieron matarla con los fusiles, la redujeron en las fauces de falsas acusaciones, racismo, misoginia, hasta arrebatarle la vida". Pero para rabia de ellos, su espíritu seguirá prevaleciendo, inquebrantablemente, su voz rebelde seguirá resonando en la lucha y la verdad, su memoria vivirá en cada corazón que clama justicia, y su luz brillará en la oscuridad de la injusticia. No pudieron silenciarla, no pudieron detenerla, su legado perdurará, su coraje seguirá inspirando a quienes nos resistimos a pensar como esclavos y a actuar como esclavos. En cada batalla seguiremos luchando por la equidad y la libertad. ¡Piedad, su nombre es un grito de resistencia y esperanza!
Como homenaje a la Senadora, Piedad Córdoba, traigo a colación las últimas palabras de la gran Policarpa Salavarrieta, antes de que fuera arcabuceada por los esbirros de la Corona Española: ¡Cuán distinta sería hoy vuestra suerte si conocierais el precio de la libertad! Pero no es tarde. Ved que, mujer y joven, me sobra valor para sufrir la muerte y mil muertes más. ¡Pueblo indolente! ¡Cuán distinta sería hoy vuestra suerte si conocierais el precio de la dignidad!" ¡No olvidéis este ejemplo! Gritó Policarpa. ¡Guerrillera de la vida, adelante! Tu lucha seguirá siendo inspiración pura, en el crisol de la batalla y en la aventura de espíritu indomable.
Adenda: (...) En la tierra fértil, sembraste el anhelo por una Colombia mejor, con paciencia y fe, labraste el camino, donde la paz florece... Sin miedo... Ni dolor. Piedad, libertadora del turbante, hortelana de la Paz, en su andar constante, el tunante seguirá siendo pícaro, que en la noche se desliza, con su mirada astuta... ¿Será que la necedad parió contigo? ¡¡La necedad de lo que hoy resulta necio!! ¡¡La necedad de asumir al enemigo!! ¡¡La necedad de vivir sin tener precio!! Ella no supo lo que fue cobardía, caminando fuiste lo que fuiste, allá "Dios" él sabrá lo que es justo y lo divino (...)