La tragedia en la cual nos encontramos en Chile, como consecuencia de los enormes incendios en la Región de Valparaíso, que han dejado más de 100 muertos, 300 desaparecidos, más de 3000 casas quemadas, muchísimas mascotas perdidas y miles de hectáreas calcinadas, ha sido devastador para el país, decretándose estado de emergencia y duelo nacional por parte del gobierno de Gabriel Boric.
De ahí que todo se ha concentrado en apagar los incendios y dar la ayuda correspondiente a todas las familias afectadas, las cuales se encuentran en un verdadero infierno, sobre todo en ciudades como Viña del Mar, Quilpué, Villa Alemana y Limache, en donde las autoridades, bomberos y distintas organizaciones de la sociedad civil lo están dando todo frente a estas dramáticas circunstancias.
No obstante, esta catástrofe ha sido acompañada también por un pobre debate público en los medios de información tradicional y en las redes sociales, acerca de las causas de estos incendios, centrándose en la intencionalidad de ciertos grupos en su propagación, en vez de las causas histórico estructurales y la falta de políticas socioambientales, que permitan dar respuestas sistémicas a todo esto.
De ahí que se ha hablado de que los incendios han sido causados por grupos políticos, vandálicos y hasta por un cartel del sector inmobiliario, que estaría usando el terror como medio para generar desestabilización institucional y provecho económico de la tragedia que nos encontramos, olvidando que se encuentra dentro de un contexto de crisis climática y de aumento de la temperatura del planeta, no dándole el peso que debiera tener.
Lo planteo, ya que sin negar la intencionalidad de muchos incendios, así como la necesaria investigación de parte de la justicia de los responsables, siento que no le estamos tomando el peso como sociedad a la relación histórica que hemos tenido como seres humanos con el fuego y a un sistema de vida hegemónico completamente insostenible con el cuidado de la vida en el planeta, que es el real causante de lo que nos está pasando en Chile como en todo el mundo finalmente.
Es lo señalado por distintos investigadores, como es el caso de Stephen J. Pyne (1), quién ha dicho que nuestra relación con el fuego, desde su descubrimiento y uso, hace 1 millón de años, luego por su dominio desde la revolución neolítica y el surgimiento de las primeras grandes civilizaciones, y finalmente con su conquista total con la llegada de la modernidad occidental, capitalista e industrial, sentaron las bases de una forma de relacionarnos con nuestro entorno que se nos fue de las manos.
En otras palabras, es lo denominado por Pyne como Piroceno, la cual al igual que la noción de Antropoceno, nos muestra como nuestra evolución como seres humanos ha traído una diferenciación cada vez mayor con nuestro entorno, solo que en el caso del fuego, si bien trajo enormes desarrollos para nuestras vidas (alimentación, calefacción), ha traído también consigo su uso para batallas, guerras y masacres entre seres humanos y una conquista a la naturaleza, llegando a su punto más alto con la quema de combustibles fósiles y la expansión desenfrenada del capitalismo.
En consecuencia, lo que está detrás de todos estos incendios y crisis ambiental, es una separación histórica entre cultura y naturaleza, que podrá haber traído un enorme salto tecnológico, pero a costa de la muerte y destrucción de comunidades y territorios completos, en nombre del progreso, la revolución o el desarrollo, en desmedro de otras formas de vivir mucho más armónicas con los ecosistemas y la reproducción de la vida de la Tierra.
Me parece que nuevamente estamos cayendo en el mismo error de la pandemia, centrándonos en cómo combatirlo y hasta instalar teorías conspirativas, de quien supuestamente creó el covid 19, en vez de verlo también como un proceso histórico, heredero de la separación de cultura y naturaleza, y como respuesta a un sistema mundo capitalista, que con la idea delirante de crecimiento económico ilimitado, nos está llevando a un colapso civilizatorio (2).
Dicho todo lo anterior, y volviendo a lo que está pasando en Chile en estos momentos con los incendios, espero que se deje de centrar la discusión en algo mero de seguridad y también de manera conspiranoide, tanto por izquierda como por derecha, y nos abramos a verlo desde una mirada amplia y holística, que entienda que lo que está ocurriendo está conectado a lo mal que nos vinculamos con los territorios y con el planeta desde hace mucho tiempo, sin darnos cuenta.
Por lo mismo, bienvenidas todas las miradas y medidas que plantean críticas a un modelo extractivista forestal, inmobiliario y consumista imperante, pero también a alternativas centradas en dar respuestas sostenibles y de cuidado a eso que hemos llamado como medioambiente, a través de políticas de reforestación, restauración de suelos, ordenamiento territorial y de una urgente educación socioambiental, que genere un cambio profundo en cómo nos relacionamos con la vida.