La pluralidad de conflictos latentes provoca que aumente considerablemente la inversión en armamento, llegando a crecer hasta un 9% en 2023
2024 plantea un escenario global cada vez más inestable. La tendencia al rearme es evidente: el mundo ha experimentado un crecimiento marcado del 9% en el gasto militar durante el año 2023, según los datos presentados en la Conferencia de Seguridad de Múnich celebrada entre los días 17 y 19 de febrero. Este incremento ha llevado el gasto militar mundial a alcanzar una cifra sin precedentes de 2,2 billones de dólares, planteándose así, en palabras del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, la siguiente cuestión: ¿existe algún límite? Y si es así, ¿dónde está?
Las tensiones geopolíticas actuales, exacerbadas por conflictos como el de Ucrania y Gaza y agravadas por las crecientes fricciones con potencias como China y Corea del Norte, anticipan un escenario de potenciación de la carrera armamentística a nivel global. Este aumento no se limita solo al armamento convencional, sino que abarca también inversiones considerables en armas nucleares, con el compromiso de varias potencias de modernizar su arsenal.
Durante la conferencia, el Secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, compartió información sobre el presunto desarrollo de armas nucleares por parte de Rusia, buscando la colaboración de China e India para evitar una peligrosa escalada en este ámbito.
Europa se encuentra en el epicentro de esta preocupante tendencia, especialmente afectada por la escalada bélica rusa y la incertidumbre sobre el compromiso de Estados Unidos con sus aliados, en particular, si Donald Trump regresa al poder. Desde la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014, Europa ha experimentado un cambio notable en su postura de «desarme silencioso«: el gasto en defensa, que ascendía a 235.000 millones de dólares en 2014 (1,47% del PIB), alcanzó los 347.000 millones en 2023 (1,85% del PIB), y se prevé que aumente a 380.000 millones en 2024.
Josep Borrell, Olaf Scholz y Ursula von der Leyen, entre otros líderes europeos, han instado a una respuesta más contundente. Alemania ha liderado este llamado al aumentar su gasto militar y comprometerse a alcanzar el 2% del PIB en defensa, buscando fortalecer la resistencia actual y construir una disuasión efectiva ante posibles amenazas futuras, especialmente ante la incertidumbre en torno a Rusia y una posible vuelta de Trump al poder.
En la región de Asia-Pacífico, el aumento del gasto militar se ve impulsado por el continuo crecimiento de China, que ha llevado a países como Japón y Australia a reforzar sus capacidades militares debido a la hostilidad de sus relaciones con otros países y el temor a que se extienda hacia estos. Además, las acciones y retórica de Corea del Norte, que recientemente eliminó la reunificación pacífica de la península de su Constitución, contribuyen a un clima de alta alerta.
Oriente Próximo también se sume en una carrera armamentística, impulsada por el conflicto entre Hamás e Israel. Este último, respaldado militar y políticamente por Estados Unidos, ha incrementado su capacidad defensiva. Arabia Saudí, el sexto país del mundo en gasto militar, está inmerso en un proyecto de fortalecimiento militar, e Irán, aunque limitado económicamente, desarrolla capacidades asimétricas para influir en la región.
En medio de estos desarrollos, la conflictividad entre Israel, Estados Unidos e Irán sugiere que varios actores de la región están intensificando sus preparativos ante posibles escaladas.
El mundo se enfrenta a un periodo de incertidumbre creciente, donde el rearme se convierte en una respuesta cada vez más común ante las amenazas emergentes. Este aumento en la inversión militar plantea interrogantes sobre el equilibrio global y la seguridad a largo plazo, destacando la necesidad urgente de un diálogo internacional efectivo y medidas que fomenten la estabilidad mundial.
newsletter@other-news.org