La trama criminal del capitalismo salvaje

Lunes, 20/05/2024 12:42 PM

El sustentable sistema socialista es la única respuesta con que cuenta la especie humana para contener la debacle sin retorno que ha generado el capitalismo salvaje

Debemos digerir y concientizar que el sustentable sistema socialista es también el camino para el desarrollo de un mundo diferente, basado en la solidaridad y la cooperación y no en el individualismo y la competencia mercantilista.

En el caso de nuestra América Meridional las potencias imperialistas, hoy como ayer no admiten ni toleran que los pueblos de NuestraAmérica reivindiquen las ideas de un mundo diferente al que pregona el capitalismo salvaje, conformado por sus antivalores, el individualismo, egoísmo, competencia desmedida, concentración de riquezas y consumismo insaciable, ante la propuesta de solidaridad, complementariedad, colectivismo y distribución equitativa de la riqueza social que prevé el sistema socialista socialista.

Tampoco tolera el primer mundo hegemonizado por el capital y el mercado, que pueblos periféricos confronten sus dictados y propongan modelos alternativos para la convivencia y la paz social.

Asimismo, está presente la necesidad de expoliar nuestros recursos naturales, toda vez que EEUU y Europa carecen de recursos estratégicos que son vitales para su mantenimiento como potencias, el desarrollo de su industria electrónica, aeroespacial, satelital o militar, requiere de minerales estratégicos que ellos no poseen y están a borbotones en nuestros espacios, por eso, a toda costa y a cualquier precio deben dominarnos para saquear los recursos que ellos no poseen.

Es indispensable romper con la reproducción metabólica del capital que nos hace retroceder al capitalismo, a pesar de las buenas intenciones.

Hay que salir de aquellos líderes genuflexos ante la arremetida imperial que maniobra políticamente para cooptar dirigentes "blandos" o con poca formación ideológica y muchas ambiciones pecuniarias.

Superar al capitalismo salvaje no es una tarea fácil, hacer una revolución como dijo el Che, es extraordinariamente difícil, y en ello se nos va hasta la vida.

El capitalismo tiene mecanismo que le permiten, a pesar de su crisis terminal, renovarse y reproducirse; su sistema está ideado para triturar cualquier intento de revolución.

Sin embargo, esto no nos impide contener al saqueo de los recursos naturales sin dejar ningún beneficio ni incidir en la erradicación de enfermedades, del analfabetismo, entre otros males que aquejan a los pueblos del mal llamado tercer mundo.

Ya no basta con hacerle la crítica al capitalismo, también hay que criticar la modernidad, que es el proyecto cultural y civilizatorio propio de la burguesía moderna eurocéntrica que engendró el capitalismo para desarrollar; fue un proceso conjunto, paralelo e inescindible.

Si para transitar hacia el socialismo nos limitamos a crítica al capitalismo y no hacemos la crítica de su fundamento cultural e histórico, lo más probable es que caigamos en lo que estamos combatiendo.

El capitalismo no produce solamente mercancías y capital, sino que para reproducirse, necesita producir paralelamente un tipo de consumo, un tipo de subjetividad y de humanidad, que en el mundo moderno se llama sociedad.

La sociedad moderna es ese conglomerado humano que articula al individuo moderno y egoísta, sólo preocupado por sus intereses, dado que el capitalismo para poder desarrollarse necesita también desarrollar la "sociedad moderna", es decir, necesita producir individuos egoístas que luchen contra otros individuos para proyectar su vileza.

Por ello es que Marx dijo que el capitalismo, para poder desarrollarse, necesita destruir sistemáticamente toda forma comunitaria de vida, al igual que toda forma de solidaridad.

De ahí que la idea de "sociedad" es totalmente opuesta a la idea de comunidad organizada.

Pues bien, el pensamiento europeo occidental siempre fue, desde el principio, un pensamiento no sólo situado, sino un pensamiento que se afirmaba a sí mismo a costa de negar o subestimar el pensamiento de otras culturas o civilizaciones, afirmando ser universal en los hechos demostraban ser provincianos.

Si en el principio los griegos, cuando afirmaban su humanidad, lo hacían negando la humanidad de los demás diciendo que los otros eran barbaros por constitución o naturaleza, ahora los modernos cuando empezaron a hacer la filosofía, procedieron exactamente del mismo modo, afirmando su humanidad a costa de negar la nuestra; la modernidad había producido su propia ciencia y filosofía.

La racionalidad moderna es, por constitución, no sólo dominadora y racista, sino también colonizadora, es un pensamiento situado y local, que tiene una pretensión de universalidad, de dominación, exclusión y colonización.

En América Latina estamos en un momento histórico sin igual en la que estamos empezando a producir no sólo otra idea de economía, política y sociedad, sino también el conocimiento con el que está otra idea de vida distinta a la que el modernismo nos han impuesto desde hace 500 años.

En esta ardua tarea que es ineludible para quienes sentimos la opresión que sufren los pueblos del mundo, debemos producir los conceptos y categorías inteligibles, pensables y posibles en el proyecto socialista.

En el hemisferio latinoaméricano hoy no sólo se ven claramente las consecuencias perversas que la modernidad como forma de vida ha producido desde 1492, sino también se está empezando a ver claramente la posible salida del entrampe en el que nos sumió el proyecto de la modernidad.

Si fuera verdadera la afirmación de los ideólogos del capitalismo que dice que sin capital no somos nada o que estaríamos en la edad de piedra, entonces no se podría entender el surgimiento y desarrollo de tantas civilizaciones anteriores al capitalismo salvaje, que dieron grandes logros e inventos que han contribuido para la humanidad entera.

Si fuese verdad tal afirmación capitalista tampoco se podría entender con qué capital construyeron nuestros ancestro, por ejemplo, a Tiwanaku o Machu Picchu, testimonio histórico de la enorme capacidad arquitectónica productiva y desarrolladora de una forma completa de vida, y todo se hizo sin ningún céntimo de capital, se construyo con trabajo humano y con naturaleza productora de los materiales para esas construcciones, y también del alimento con el que esos trabajadores ancestrales se alimentaron mientras producían esas notorias construcciones milenarias.

Si hay trabajo humano y naturaleza viva, hay no sólo producción, economía y vida humana, sino también otras forma de desarrollo, pero de la vida, no del capital.

El capital crea riqueza capitalista pero no riqueza humana, porque para poder producir más capital necesita someter, negar, explotar y dominar al trabajador y la trabajadora.

Para poder hacerlo, necesita producir pobreza y miseria en la clase trabajadora, de tal manera que esté dispuesta a venderse como mercancía-trabajo.

Los empobrece de tal modo, que al final el trabajador y la trabajadora termina creyendo que sin dinero no son nadie.

Como no tiene nada, salvo su fuerza de trabajo, su propia corporalidad, para poder vivir necesita venderse a sí mismo, o vender su fuerza de trabajo, para conseguir dinero con el cual reproducir su vida.

¿En qué consiste esta inversión que Marx expone, cuestiona y crítica en El Capital? el burgués y el capitalista afirman tozudamente que, sin capital el capitalismo (como relaciones de producción) y el mercado capitalista (como relaciones de consumo), no sólo no habría desarrollo humano, sino que no habría vida humana, o que esta estaría literalmente condenada a la extinción, o que la humanidad sin el capitalismos estaría anclada en la prehistoria.

He ahí entonces el entramado de un capitalismo incoherente que asesina impunemente y que hoy amenaza toda forma de vida en nuestra Madre Tierra.

 

 

 

 

 

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