La coherente política exterior Rusa (6)

Domingo, 04/08/2024 07:23 PM

América Latina

Según Rusia, los Estados de América Latina y el Caribe, tienen un potencial multifacético, la Federación Rusa tiene la intención de desarrollar las relaciones con ellos de manera pragmática, desideologizada y mutuamente beneficiosa, prestando atención prioritaria a: 1- apoyar a los Estados latinoamericanos interesados, bajo la presión de los Estados Unidos y sus aliados, en la salvaguardia de su soberanía e independencia, incluso mediante el establecimiento y la ampliación de la cooperación en materia de seguridad, militar y técnico militar, 2- fortalecer la amistad, la comprensión mutua y profundizar las asociaciones multifacéticas de beneficio mutuo con la República de Brasil, la República de Cuba, la República de Nicaragua, la República Bolivariana de Venezuela y desarrollarlas relaciones con otros estados latinoamericanos, teniendo en cuenta el grado de independencia y constructividad de su política hacia la Federación Rusa, 3- aumentar el comercio y las inversiones mutuas con los Estados de América Latina y el Caribe, eso incluye la cooperación con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, el Mercado Común del Sur, el Sistema de la Alianza Centroamericana, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América, la Alianza del Pacífico y la Comunidad del Caribe, 4- ampliar los vínculos culturales, científicos, educativos, deportivos, turísticos y humanitarios con los Estados de la región. (Decreto N-229, El nuevo Concepto de la Política Exterior de Rusia) .

Las relaciones entre Rusia y Latinoamérica comenzaron aproximadamente hace unos 180 años, con Brasil en 1828, con Argentina en 1885, con México en 1890, y Uruguay en 1857, impresionante si consideramos las grandes distancias existentes entre Moscú y América Latina.

Con la desaparición de la Unión Soviética, Rusia redujo su presencia en la escena internacional. Esto también afecto a la región latinoamericana que desde la primera mitad del siglo XIX Rusia y AL acarreaban un compartir histórico y diplomático bastante aceptable.

La década de los 90, en su inicio, fue propicia para reducir dicha actividad, debido a los cambios a lo interno establecidos por Borís Yeltsin. Sin embargo, a mediados de los 90, los lazos entre Rusia y la región latinoamericana, superaron algunos obstáculos y se consolidaron cada vez con más fuerza, el intercambio comercial se incrementó, al igual que las visitas mutuas de jefes de Estado, como las asociaciones estratégicas.

Al comienzo de los años 2000, se da inicio a varios procesos, superada la crisis económica del 98 se restableció el potencial de la Federación Rusa, en consecuencia aparece la necesidad de ampliar sus mercados externos y se visualiza a América Latina como uno de ellos, cabe destacar que la política exterior de Moscú para ese entonces, esperaba la apertura de Occidente a Rusia, pero esto no dio los resultados deseados, desde muchos aspectos Rusia era vista como la perdedora de la Guerra Fría, en ese sentido las barreras de aranceles para los productos rusos se mantuvieron en los mercados centrales de la economía mundial, en seguridad, a pesar de que Occidente hablaba de avances en democratización, la OTAN se acercaba a las fronteras rusas, no solo llamando a su seno a países que antes pertenecieron a la esfera soviética, sino también a aquellos que se independizaron en 1991.

En este sentido, Vladímir Davydov en su artículo publicado en la revista Nueva Sociedad N-226, comenta: ". En este contexto, comenzó a primar en Moscú la sensación de contención y hasta de rechazo geopolítico por parte de Occidente, mientras que la sociedad rusa empezó a sentir una creciente desilusión por los efectos insatisfactorios de las reformas económicas y políticas y por las promesas incumplidas de Occidente. Como consecuencia, el país se reorientó. Y al inicio del nuevo siglo busca, tanto desde abajo como desde arriba, el restablecimiento de las funciones principales del Estado (tanto en el área económico-social como de seguridad) y una diversificación de la política exterior"

Simultáneamente en América Latina se hacía conciencia de las alternativas a un mundo multipolar, la existencia de nuevos polos dinámicos en la economía mundial, desde esta referencia es claro el rechazo al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), en comparación con los proyectos de integración como UNASUR, y la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, (ALBA, recuérdese que para ese entonces en América Latina los gobiernos dieron un giro a la izquierda en la región.

Bajo el contexto señalado arriba, la agenda diplomática creció, culminando su periodo, Putin dio paso a Dimitri Medvédev con visita a Perú, Brasil, Venezuela, y Cuba en 2008. En esos ochos primeros años del siglo XXI, los presidentes de Rusia visitaron la región cinco veces y los ministros de Relaciones Exteriores casi una decena de veces, desde la otra arista solo en el 2009 visitaron Rusia los presidentes de Chile, Brasil, Bolivia, Venezuela, Cuba y Ecuador, esto sin contar las visitas a nivel ministerial.

En el ámbito económico, los países Latinoamericanos se posicionaron como suministradores de productos agroindustriales al mercado ruso, mientras que Rusia se convirtió en un exportador para la región de productos industriales en especial a Brasil y México. Hoy día Rusia es un importante vendedor de fertilizantes, metalurgia ferrosa, equipos energéticos, helicópteros, y armamento convencional.

En términos generales, las relaciones con América Latina se han ido fortaleciendo, aunque lentamente, durante la segunda década de este siglo. Los niveles de acercamiento a Rusia son variados, Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia ocupan los primeros lugares, luego tenemos a Brasil, México y Argentina (antes de Milei), como países que no están de acuerdo, con la presencia militar Rusa en Ucrania, pero tienen muchas cosas en común en otros ámbitos, y los que se encuentran en la periferia alejados como Chile y Uruguay, cada país se relaciona con Rusia a su estilo, pero todos tienen un denominador común, que es el interés de América Latina de poseer una alternativa potencial para diversificar sus relaciones internacionales y comerciales.

Para finales de la primera década de este siglo XXI, colocar bases militares en América Latina era contradictorio con la Política Exterior de ese momento, y con la corriente pragmática que Rusia implementaba en ese instante, sin embargo, hoy día debido a las amenazas estadounidenses de suministrar cohetes con carga nuclear a Alemania y Polonia, y con el nuevo concepto de Política Exterior actualizado en mano, Rusia evalúa la toma de esta decisión.

Desde el comienzo de la operación quirúrgica emprendida en Ucrania, América Latina se vio obligada a tomar posición respecto al suceso, bajo el nuevo orden geopolítico mundial. Hablar en una sola voz se hacía casi imposible y más difícil era tener posiciones ambiguas, de esta manera América Latina condenó la operación rusa en Ucrania a pocos grados de temperatura, además ningún país se unió a las sanciones occidentales, ninguno de los seis poseedores de armas rusas las vendió a Ucrania, y ningún Congreso le dio la voz en su hemiciclo al presidente Volodimir Zelenski, excepto el chileno.

La diplomacia rusa sigue en su afán de construir unas relaciones internacionales con América Latina, cada vez más sólida, desarrollar proyectos económicos de beneficio mutuo, y desplegar condiciones de paz en toda la región, basado en su nuevo Concepto de Política Exterior, y estrategias de poder blando.

 

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