En el plano de la Diplomacia de altura, todo es posible. El presidente de México, López Obrador, envió en marzo de 2019 una carta al monarca español para que se disculpase en nombre del pueblo español, por los excesos cometidos durante la Conquista. La misiva, sin embargo, no tuvo respuesta de La Zarzuela y el Gobierno de Pedro Sánchez rechazó "con toda firmeza" su contenido. Las relaciones al más alto nivel se enfriaron desde entonces, pese a que no hubo una ruptura oficial. Ahora resulta que la Casa Real no ha recibido la invitación, un hecho que califica como "inaceptable", para la ceremonia del próximo 1 de octubre, de toma de posesión de la presidenta electa mexicana, Claudia Sheinbaum…
¿Qué esperaban el monarca, la Casa Real, el aparato político español y el último mono español que hiciese la presidenta electa en nombre de México, en esta ocasión, después de no responder el monarca, la respuesta del presidente de gobierno y las airadas respuestas salidas del partido de derechas español?
¿Es que no fue posible para la Casa Real responder en términos inteligentes, pidiendo disculpas en la medida que se cometiesen entonces aquellos excesos, puesto que la Historia es muy compleja y los excesos no son considerados así por una parte de España ni tampoco por ciertos historiadores españoles?
Una respuesta semejante, y por supuesto mejorada, era posible pero fue desestimada. Sin embargo no se dio ninguna y fue rechazado el contenido de la carta enviada a la Zarzuela. Ahora resulta incluso pueril responder con esas ínfulas a ese no invitar a dicha ceremonia al monarca español.
El caso es que España, por unos motivos o por otros, siempre careció de la inteligencia diplomática, pero también de la inteligencia elemental necesarias, para relacionarse debidamente con todas las naciones de América Latina…