AMLO conminó al monarca a reconocer el genocidio cometido por el imperialismo español contra los pueblos indígenas mexicanos y también americanos. Es decir, que pidiera perdón como Jefe de Estado por los “excesos de la conquista”, en términos muy suaves. ¿Pero es que acaso tiene perdón (terrenal) este tremendo holocausto en el que se sacrificaron millones de aborígenes, aparte de la total destrucción de sus civilizaciones y culturas? No existe perdón ante tremenda masacre y solo nos queda mantenernos dignamente firmes para enfrentar al neoimperialismo que amenaza con volver a someternos.
No le dio la gana al soberano responder diplomáticamente a la misiva enviada por el presidente AMLO y ahora el muy altanero quiere colarse en la fiesta republicana que se va a celebrar este 1 de octubre en la ciudad de México. ¿Qué se le ha perdido por allí al descendiente de esa decadente dinastía borbónica culpable del saqueo, la explotación y la esclavitud de los pueblos indígenas?
Pero Felipe VI se sintió intimidado: vaya mala educación de ese presidentico de una república bananera que no respeta su alta dignidad y lo trata de tú a tú. Entonces, lo despreció y lo ninguneo: ¡cómo es posible que este lacayo novohispano se atreva a exigirle a ÉL (en mayúsculas) tamaño despropósito! España es un sacro imperio y en su infinita generosidad les entregó amorosamente su sangre, la lengua, la cultura, la religión cristiana, o sea, los civilizó, los sacó de las tinieblas cavernarias extirpando las herejías para que gracias a las aguas del bautismo recuperarán el alma. “Esos indios no eran más que caníbales que realizaban sacrificios humanos en las pirámides. España como madre patria los acoge amorosamente en su seno como hijos pródigos” -discurso de la Iberosfera directa heredera de la ideología franquista, por supuesto, encarnada en la monarquía borbónica.