Los pueblos del mundo entero están horrorizados e indignados por el horror de los bombardeos que azotan al pueblo libanés, después de un año de masacres ininterrumpidas en Gaza y en Cisjordania y de cientos de miles de víctimas, el 70% de ellas mujeres y niños. Decenios de opresión y masacres no bastan al Gobierno de Netanyahu que da un paso más en la limpieza étnica de Palestina privando al pueblo palestino de toda ayuda material y humanitaria necesaria para su supervivencia.
Mientras que en el interior mismo de Israel cientos de miles de manifestantes exigen su dimisión y el alto el fuego, Netanyahu y su Gobierno han decidido desencadenar una guerra contra Líbano, con el apoyo de Estados Unidos y de todos los Gobiernos que siguen suministrándole material militar y asistencia, para intentar arrastrarlos a una guerra generalizada, escapar a la crisis política que él mismo ha provocado y realizar sus objetivos.
Al mismo tiempo que en el corazón mismo del imperialismo estadounidense, cuya crisis de dominación mundial se agrava al acercarse las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, el presidente Joe Biden anuncia, en la tribuna de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, la continuidad de los envíos de armas a Ucrania y 8.000 millones de dólares más en armamento, para mantener una guerra que ya ha provocado más de un millón de muertos y heridos ucranianos y rusos.
En 3 días, más de 700 personas han sido asesinadas en Líbano, el 60% de ellas mujeres y niños. Familias enteras son masacradas igual que en Gaza. 90.000 libaneses se han visto obligados a huir. El Ejército israelí anuncia que prepara una invasión terrestre en el Líbano.
Tal es el futuro que prometen los dirigentes de los Gobiernos que arman y apoyan la guerra en Europa y el régimen genocida de Netanyahu, cuyo ministro de Educación acaba de declarar: «El Líbano va a ser destruido, el Líbano que conocemos dejará de existir».
La ONU, preocupada con toda razón por el terrible riesgo de disolución del orden mundial capitalista, del que es garante, aporta hechos y constataciones irrefutables, llegando incluso a las acusaciones de genocidio, pero se muestra incapaz de parar el genocidio y la marcha hacia la guerra. Pese a sus declaraciones formales, Biden, Scholz, Starmer, Macron… no hacen nada por impedir la guerra, todo lo contrario. Como los Gobiernos de los países árabes, tampoco se opondrán a la masacre del pueblo libanés como no lo hacen al genocidio del pueblo palestino, cuando no participan directamente.
En el mundo entero, pese a la represión, las infames campañas de intimidación y acusación de antisemitismo, pese a las direcciones de los partidos obreros tradicionales que callan y no movilizan, pese a los dirigentes de las grandes centrales sindicales que, con algunas notables excepciones que hay que saludar, miran hacia otro lado, se complacen en emitir comunicados sin futuro, incluso dan su apoyo indirectamente a la guerra, millones de personas en todo el mundo se han manifestado, se manifiestan, se movilizan, utilizan a sus sindicatos para impedir los envíos de armas.
Sufren la represión, pero no ceden. En el mundo entero, estamos junto a ellos. En todas partes, estamos en las movilizaciones, ayudamos a organizar. Combatiendo contra los Gobiernos cómplices venceremos.
Solo la movilización de los pueblos es capaz de impedir que la guerra continúe y se extienda.
En este periodo brutal, damos nuestro apoyo total a los pueblos libanés y palestino.
Con todos los jóvenes y los trabajadores que, en todo el mundo, se movilizan, arrastran a sus organizaciones:
¡No miremos a otro lado!
¡No nos acostumbremos a las masacres, al genocidio!
¡Cese inmediato de la guerra israelí contra el Líbano!
¡Cese inmediato del genocidio del pueblo palestino!
¡Embargo de las armas con destino a Israel!
¡Alto a la guerra en Ucrania!