Ayer, el ejército que Estados Unidos y la Otan comandan en Israel, destruyeron a bombazos, en Mahibib el santuario antiguo de San Benjamín.
Como bien caracterizó Daniel Ortega a Netanyahu, el hijo del diablo con sus poderosas fuerzas aéreas, destruyeron el sitio sagrado de la cristiandad libanesa de San Benjamín, con todo y la comunidad que rodeaba el santuario.
Estas poderosas fuerzas aéreas son expertas en masacres de civiles, destrucción de poblados pacíficos y muy eficientes en incendiar hospitales, escuelas y zonas de refugiados que viven bajo toldos, con todo y sus habitantes.
El ejército imperialista liderado por Netanyahu, pero conducido por Washington y la Otan; aun con su poder destructivo y superlativa arrogancia política; con la que ha mandado al carajo al Secretario General de la ONU, exige la salida del Finul del Líbano y niega que Israel fue creado en 1945 por decisión de la ONU; es el mismo ejército que ataca con sus franco tiradores, las cabecitas y corazoncitos de niños gazatíes. Todo ya, comprobado.
Pues, miren como es la guerra, esos criminales conducidos por el hijo del diablo, ya se imaginan ustedes quien es el diablo papá, cuando son derrotados por los muyahidines de Hezbolá, rompen en llanto y dicen que Hezbolá comete crímenes de guerra porque los misiles de los muyahidines los sorprendieron cuando estaban con los pantalones en las rodillas.
Y con el agregado, que su estratégica invasión al sur de El Líbano, se atoró a 200 metros en las emboscadas efectivas de la resistencia islámica libanesa, que les ha puesto en actividad acelerada los helicópteros de evacuación y los hospitales sionistas. Agregando más humillación, las continuas lluvias de misiles de Hezbolá sobre cualquier lugar de Israel, ha creado pánico generalizado y corridas desesperadas de millones de israelitas buscando refugio con mucha frecuencia.
La guerra es así; pero, parece que lo más importante ha sido el derribamiento temporal de la arrogancia y el superlativo poder de sus ejércitos, provocado por la resistencia islámica de Palestina, El Líbano, Irak, Irán, Siria y los heroicos y valientes Yemenitas en el Medio Oriente y por los rusos y coreanos en Ucrania.
Otro gallo le cantará al planeta.