Según el censo elaborado por el Ministerio de Interior israelí, cuando se suscribieron los Acuerdos de Oslo (1993), unos 250.000 colonos poblaban los territorios ocupados mientras que en la actualidad serían más de 700.000 colonos que extenderían sus tentáculos por Cisjordania (140 asentamientos entre los que descollarían Hebrón y en especial el valle del Jordán que domina la mitad fértil de río y sería una verdadera avanzadilla para controlar la frontera de Jordania), además de Jerusalén Este y los Altos del Golán, aunado con la prevista culminación del Muro de Cisjordania que incluiría aproximadamente el 10% del territorio de Cisjordania, incluida Jerusalén Este, donde unas 60.000 casas palestinas podrían ser demolidas al carecer de permisos oficiales.
Netanyahu ya reafirmó «el derecho del pueblo judío a construir en Jerusalén», (lo que se traduciría en la construcción de 1.000 nuevas viviendas en Jerusalén Este), pues según sus palabras «hasta los palestinos saben que esos lugares quedarán bajo la soberanía israelí bajo cualquier tipo de arreglo».
Desde que en 1967 el Partido Laborista impulsó los asentamientos, el Estado israelí se habría gastado la friolera cifra de 7.500 millones de euros y según denuncia Maayan Geva, de B´Tselem (Centro israelí de información sobre derechos humanos en los Territorios Ocupados), «dicha política ha consumido el presupuesto para educación, bienestar social e investigación no armamentística» y ha ayudado «a aumentar la pobreza, con casi un millón de personas por debajo del umbral mínimo, entre ellas, el 30% de la población infantil».
Así, tras la crisis económica del 2008, el crecimiento anual de su población sería de entre el 5 y el 10%, (dos veces más rápido que en el conjunto nacional), forzando a amplios sectores de la juventud laica y urbana israelí a la disyuntiva de engrosar la lista de colonos teledirigidos por los haredim o emigrar a Occidente para escapar de la distopía teocrática del futuro Estado de Israel.
Está ya en marcha la anexión de Cisjordania por Israel?
Dado que el 75% de los colonos son ultraortodoxos (más de 500.000), en los últimos años se habría desarrollado en los territorios ocupados de Palestina una peligrosa simbiosis entre los líderes políticos de los colonos y los rabinos que han predicado durante décadas su oposición a cualquier compromiso territorial con los palestinos y han tratado de dar una justificación religiosa a la ilegal ocupación israelí de los territorios palestinos.
Por su parte, el nuevo Ministro de Defensa, Israel Katz, el pasado agosto propuso "evacuar temporalmente Cisjordania con el fin de frustrar las infraestructuras terroristas adoptando todas las medidas necesarias, incluida el desplazamiento forzoso", de la población Palestina asentada en Cisjordania.
Así, tras ser elegido Ministro de Defensa, Katz, se habría retomado dicho Plan azuzado por la ultraderecha israelí y el movimiento colono que intentan aprovechar la inercia en Gaza para avanzar en sus objetivos de ocupación de una Cisjordania que para ellos sería el "Área de Judea y Samaria" dentro del atavismo del Gran Israel.
En este contexto, el Estado de Israel declaró en el 2923 más de 2.300 hectáreas en Cisjordania ocupada como "tierras estatales" y a finales de mayo, el Ejército israelí cedió importantes poderes legales en Cisjordania ocupada a funcionarios colonos dirigidos por Smotrich, cesión calificada por expertos legales como "una anexión ‘de facto’.La operación "Evacuación de Cisjordania" habría comenzado tras el cruento ataque de Hamas del 7 de octubre y cerca de 700 palestinos muertos habrían ya fallecido debido a operaciones del Ejército de Israel y a los ataques de colonos israelíes en Cisjordania y en Jerusalén Este.
La existencia de dicho Plan de anexión de Cisjordania vendría corroborada por el ministro de Finanzas de Israel, Bezalel Smotrich, quién en una reciente reunión de su partido, el ultranacionalista Sionismo Religioso, afirmó que "tanto Gaza como Cisjordania les serán arrebatados para siempre a los palestinos", al tiempo que indicó que "el 2025 es el año de la soberanía en Judea y Samaria", no siendo descartable una nueva nakba hacia Jordania que significaría de facto la desaparición del Estado Palestino.