La normalidad del genocidio

Viernes, 15/11/2024 01:38 PM

Es sorprendente la capacidad de adaptación de los humanos, tanto para lo bueno como para lo malo. Algunos seres viven cerca de una alcantarilla y no advierten el desagradable olor emanado desde la sentina, quiere decir, que se acostumbraron a la fetidez sin que esto le perturbe la forma de vivir. Tal experiencia se puede extender hacia otras formas de agresión, tal como la bulla, los malos tratos, la falta de libertad, el peligro, entre tantos, que generan conductas acomodaticias entre los agredidos que ya no le causan molestias.

Muchos feligreses de diversas religiones se acostumbran a la hegemonía que ejercen los jerarcas de la iglesia y aceptan de forma estoica numerosas imposiciones teológicas por aquello de la fe y que no pueden ser discutidas. Por ejemplo, admiten el pecado original y bautizan a sus hijos por las culpas de Adán y Eva, dos seres mitológicos inventados por algunos pastores, quienes en su narrativa condenaron a las futuras generaciones a pagar por un pecado que no cometieron. Tal conducta, la del pecado, es considerada como indiscutible y para redimirse se tendrá que bautizar a un niño que no sabe el significado de tal sacramento. Es el procedimiento "normal" para borrar el pecado original heredado de Adán y Eva y necesario para la salvación.

Cuando las personas comienzan a normalizar las conductas, por lo general, no advierten que tal "normalización" ha sido impuesta, entendiéndose por esta como el proceso de ajustar o adaptar ciertas características en un producto, servicio o procedimiento con el fin que estos se asemejen a un tipo, modelo o forma común. En términos generales, la normalización se refiere a la organización y estandarización de datos, procedimientos y sistemas para asegurar que cumplan con ciertas normas y especificaciones. En el caso del bautismo, la Iglesia Católica organiza a los feligreses y estandariza los datos y procedimientos que le aseguren formar nuevos católicos de acuerdo con los cánones establecidos.

En materia social las grandes industrias y sectores políticos poderosos han normalizado la estupidez y para tal fin organizan a miles de millones de personas para que estos se asemejen a un tipo o modelo común. Seres que den las mismas respuestas ante un mismo estímulo. De manera tal que los estúpidos no adviertan de sus estupideces, ya que esta es la norma común de conducta. Es por eso que se inventan los clubes deportivos, partidos políticos, la moda, las religiones, entre tanto núcleos sociales, quienes se comportan todos de la misma manera. Los fanáticos del Real Madrid no saben por qué razón actúan como tal; los feligreses católicos lo son porque sus padres los bautizaron; los apasionados por la moda se visten de una forma idéntica porque fue impuesta a través de la mass media, de igual manera, escuchan las mismas música, hasta frecuentan el restaurante que está de moda.

La normalización de la sociedad constituye un peligro para la individualidad, para la singularidad es decir para la personalidad de cada persona. Los grandes consorcios de comida chatarra están convirtiendo la obesidad o exceso de peso en lo normal, una manera de asegurar la venta se hamburguesas, pizzas, perros calientes, gaseosas, alcohol, galletas, tortas, helados, jugos embotellados, caramelos, ante tanta bazofia que lo único que sirven es para "normalizar" la nociva ingesta de comida que atentan contra la salud de los consumidores, bien sea niños, adolescentes, adultos y ancianos

Desde hace siglos los humanos han vivido en guerra y se han producido las peores masacres y destrucciones completas de ciudades, dichas conflagraciones solo han tenido y tienen un solo motivo: el afán de los poderosos de tener y hacer más riquezas a costa de la vida de unos tontos quienes creyeron en la única fe, en el dios único, en la religión que salvará la humanidad, en la defensa de la democracia y la libertad, en la nacionalidad. Estas eran las normas o las reglas que por siglos han seguido los reyes, emperadores, generales, mariscales, presidentes, primeros ministros, visires, rajás, zares, césares, entre tantos gobernantes, quienes han sumido a sus pobladores a vivir tiempos de angustias y de terror. Guerras que han durado 10, 20, 30, hasta cien y más años para satisfacer las necesidades "normales" de expansión territorial de algunos gobernantes, con las indiscutibles pérdidas de vidas tanto de soldados como de civiles que nada tenían que ver con las motivaciones de la conflagración.

Practicante durante siglos la forma de dilucidar los conflictos entre gobernantes fueron y son las guerras, es decir las conflagraciones bélicas era el procedimiento normal para resolver los conflictos entre los gobernantes cuyo único objetivo es enriquecer a una minoría a costa de la muerte de millones de personas.

Por más de 4 siglos fue normal la esclavitud, una forma de los ricos, blancos y cristianos europeos de enriquecerse a costa del ignominioso trabajo de los africanos en las plantaciones. Para aquella época era normal que los ricos, blancos y cristianos europeos apalearan a los esclavos, los marcarán en la piel con hierro candente, separaran a la familia para vender los hijos de una pareja de esclavos, torturaran mediante latigazos y otros medios a los hombres de color llevados desde África hacia Europa y luego hacia América. Todo esto era normal entre los dueños de las plantaciones y también de sus herederos. Todavía hoy, en siglos XXI, muchas fortunas que exhiben numerosos empresarios de Europa, EEUU y de Sudamérica provienen de la "normal" explotación de los africanos que perduró por muchos siglos.

Actualmente el genocidio se hizo famoso a raíz de la acción de Hitler contra los judíos como si fuese este el único que se ha cometido en la historia de la Tierra, este es uno de los muchos cometidos contra la humanidad protagonizado por los europeos, en un principio, y luego por EEUU. Muy poco libros de historia refieren el genocidio cometido por los españoles y portugueses quienes asesinaron a millones de habitantes de los pueblos originarios, acabando con tribus enteras y sus culturas. Tampoco refieren los libros de historia los genocidios perpetrados por los españoles, franceses ingleses y holandeses contra la población nativa de las islas del caribe como Trinidad, Tobago, Jamaica, Cuba, Antigua, Martinica, San Vicente, Granada…cuyos pueblos originarios desaparecieron por completo, convirtiendo esos territorios en plantaciones azúcar donde trabajaban los esclavos provenientes de África. Muchos de estas islas, como Jamaica se transformaron en centro de acopio o de mercado donde se almacenaban los esclavos para venderlos a otras regiones. Pareció que el genocidio era un procedimiento normal para resolver los problemas económicos y territoriales de los ricos, rubios y cristianos europeos.

Ya a estas alturas los genocidios son una forma normal de proceder de algunos gobiernos, sobre todo el de EEUU, Israel y la UE. Ya no es nada nuevo que el gobierno estadounidense utilice el genocidio para imponer sus mandatos, tal como lo hizo en Japón, Panamá, Santo Domingo, Nicaragua, Granada, Afganistán, Libia, Irak y otros países cuyos pobladores, más de uno, es descendiente de alguno de las víctimas de aquellos marines criminales y de igual modo, muchas familia perdieron sus viviendas como consecuencia de los crueles bombardeos.

La humanidad se sorprende que en los anales de las historia los únicos criminales condenados por genocidio fueron algunos jefes nazis que acompañaron Hitler durante la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, no sancionaron a los aliados por el genocidio de Dresde (1945) donde murieron más de 45.000 alemanes civiles producto de los intensos bombardeos. De igual forma nadie refiere el genocidio de Colonia, Alemania, donde murieron más de 20.000 civiles. Daños colaterales. Es la normalización del genocidio. Imposible no recordar el genocidio de Ruanda en 1994 donde asesinaron a 800.000 personas en solo 100 días por extremista del grupo étnico hutu, en su intento de exterminio a la población minoritaria tutsi. La división de los ciudadanos ruandeses por etnias es una herencia del período colonial Belga, en su afán de apoderarse de las minas de diamantes. Y tal como ocurrió anteriormente, nadie fue juzgado ni mucho menos sentenciado por tal ignominia.

El genocidio sigue de moda para resolver los conflictos y por tal razón Netanyahu, el carnicero de Gaza, no se quedó atrás y por eso la solución final de Palestina lo resolverá mediante un genocidio que comenzó en la franja Gaza con más de 40 mil víctimas y la destrucción de la ciudad para luego apoderarse de sus terrenos en función del expansionismo sionista. Refiero que comenzó, ya que sus acciones bélicas las extendió hacia el Líbano, Siria, Jordania y Yemen. En estas actuaciones lo acompaña el gobierno de EEUU que le facilita las armas y dinero para asesinar más personas y destruir ciudades enteras. Lo más repugnante de todo esto es que la ONU y otros gobiernos condenan el genocidio, sin embargo, Netanyahu no ha parado sus acciones criminales y Biden, cómplice del carnicero de Gaza finalizará su mandato para reiterarse a un geriátrico de lujo donde olvidará las atrocidades genocidas de las que fue cómplice. Ante tal dolor del pueblo palestino el doctor residente de oncología, Atef Abdelhafez Sharif al Safadi, precisó "que contra su pueblo se comete una masacre, creemos que no hay palabras que describan el sentimiento de impotencia que siente cualquier ser libre al ver este genocidio". Lee que algo queda.

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