La reciente votación de Argentina en contra de una resolución de la ONU que pretende prevenir y eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y niñas (1), es un capítulo más de los delirios negacionistas y conspiranoides de un gobernante como Javier Milei.
Lo menciono ya que Argentina fue el único país del mundo que se atrevió a votar en contra de una resolución tan básica e importante, que incluso gobiernos autoritarios que vulneran los derechos de las mujeres día a día, como Irán y Rusia, no fueron capaces de votar en contra de algo así.
Las razones para votar en contra de parte de Argentina, se enmarca dentro de la llamada batalla cultural contra lo woke que estaría dando Javier Milei, junto a otros personajes en aquel país como Agustín Laje y Emmanuel Dannan, quienes pretenden estar a la vanguardia de lo estúpidamente incorrecto de las ultraderechas actuales.
De ahí que lleven al extremo un discurso ideológico dogmático que cree que existe un plan mundial macabro de la ONU para destruir a las naciones llamado globalismo, siendo las políticas de género su instrumento principal para llevarlo a cabo.
Parece una mala broma, pero no lo es, Javier Milei cree realmente que el patriarcado y la lucha de las mujeres por vivir en un mundo menos violento y más igualitario, es un plan de la izquierda mundial para destruir a los hombres e imponer un dominio totalitario en contra de nosotros.
En consecuencia, Milei niega la desigualdad de género, señalando que en el fondo es una guerra entre sexos promovida por la izquierda mundial, la cual luego de la caída del muro de Berlín y de la Unión Soviética, creó una nueva oposición para seguir generando conflictos.
Es el mal llamado marxismo cultural, usado hasta el cansancio de parte de la ultraderecha actual, que hace que cualquier reivindicación colectiva o de algún grupo en particular, sea visto como parte de un plan promovido por una ensalada de actores, que va desde la Agenda 2030 de la ONU, el grupo de Puebla, Disney, China y de George Soros.
No hay que sorprenderse por tanto que Argentina haya votado en contra también de una resolución sobre los derechos de los pueblos indígenas en la ONU (2), con la misma retórica contra el globalismo y de un plan maquiavélico para destruir a los países.
Podrá parecer ser ridículo todo esto, pero estos discursos se siguen viralizando y atraen a mucha gente, sobre todo hombres, quienes votan a personajes como Milei o Trump, dentro de un mundo cada vez más distópico y surreal, que busca desesperadamente certezas de cualquier manera.
Ante esto, sin duda este tipo de votaciones contra las mujeres es una amenaza para su integridad física y de toda índole, pero por lo mismo, a no bajar los brazos, que los intentos de Milei por negar desigualdades de género y de toda índole es solo un intento desesperado de una masculinidad tradicional y enojada, que se resiste a toda costa a la pérdida de privilegios.
En otras palabras, finalmente la batalla cultural de Milei no es otra cosa que una guerra para seguir defendiendo el racismo, el machismo, la homofobia, la transfobia, el especismo, la destrucción de la Naturaleza y de toda forma de discriminación y rechazo a la pluralidad existente, así como pasó hace un siglo atrás con el fascismo y nacionalsocialismo, sólo que ahora endiosan el mercado en vez del estado.
Dicho lo anterior, que este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, sea un momento especial de conmemoración, en donde todos y todas acompañemos la lucha histórica que han dado las compañeras en Argentina, que hoy en día más que nunca necesitan de nuestro apoyo y solidaridad.