Pepe Mujica, su gimnasia verbal insustancial y pro estadounidense, no engatusa a la inteligencia

Lunes, 02/12/2024 01:42 AM

"Se quiere pasar de vivo,

creyendo que los demás

son pendejos. Lo he mirado

desde antes y no de lejos"

Autor: La jerga cumanesa

Se decía que Salvador Allende era muy habilidoso y debió serlo, porque primero logró aquello del FRAP, un amplio frente de la izquierda y el progresismo chileno que lo hizo tres veces candidato presidencial. Y al final logró otro frente más amplio, incluyendo al Partido Comunista que, habiendo lanzado la candidatura de Pablo Neruda, lo que es mucho decir, optó porque éste renunciase para apoyarle y lograr llegar de primero, aunque sin la mayoría necesaria para quedar electo. Y debió haber intercedido mucho de esa habilidosa conducta de Allende, en el logro que Radomiro Tomic, candidato del Partido Social Cristiano, quien arribó en el tercer lugar, optase en el Congreso, de acuerdo a lo establecido en la constitución chilena, volcase sus votos en ese cuerpo del Estado, por apoyar para se le invistiese como presidente de Chile.

Y Allende, pese se haya equivocado, murió con dignidad, enfrentado a grandes poderes. No cayó en la adulancia y menos en la servidumbre, en lo de convertir su ágil muñeca, en un instrumento para adular al contrario estratégico, ese que, también habilidoso, en veces, se hace serpenteante, ponzoñoso y venenosa serpiente.

Según versiones orales, Allende no sólo era habilidoso, sino que solía hacer gala de eso. Tanto se dice que, ante cualquier contratiempo o frente, decía a los suyos, a manera de tranquilizarles, "déjenle eso a la muñeca". Expresión usada cuando se hacía o hace referencia a la intermediación de la habilidad diplomática o del simple conversar con alguien para ganárselo para algo que éste no entendía o no estaba entre sus planes. La "muñeca", en nuestro lenguaje, también sirve para engañar.

Antes que Pepe Mujica fuese presidente de Uruguay, ya en los tiempos de Chávez, quien esto escribe, nunca "lo había oído nombrar". Sabía de los avatares de "Los Tupamaros", grupo del cual él formó parte activa, dado que la mayor parte del tiempo la pasó preso, grupo que tuvo la misma conducta o manejo táctico y estratégico de los tantos frentes guerrilleros en América Latina, aunque ellos, como los sandinistas y cubanos, vivieron la particularidad que lucharon contra una dictadura. Fue la de los Tupamaros, como la "Sendero Luminoso", de Abimael Guzmán, los guerrilleros colombianos y hasta venezolanos, una tarea quizás heroica, un poco imbuida de la épica, pero como decimos coloquialmente en Venezuela, "fue más bulla que cabuya", tanto que, si algo logró, fue dejar una esterera de muertos de sus propias filas. Mucho de locura y quijotismo hubo en eso.

Cuando Pepe Mujica resulta electo presidente de Uruguay, Chávez, Lula y Néstor Kirchner, ya habían consolidado, en el 2005, una alianza que consolidó un liderazgo en América Latina, para derrotar los planes del presidente Bush de imponernos el ALCA, un como regreso del "Laissez faire, Laissez passer". La presencia del uruguayo, entonces presidente Tabaré Vásquez, también del Frente Amplio, fue sólo una circunstancia para darle mayor fortaleza y amplitud a aquel encuentro o para decirlo en propiedad, pasó desapercibido. Y aquellos audaces, pese lo impertinente, hasta llegaron a crear el ALBA y el CELAC, como instrumentos para intentar volar con libertad.

En el año 2010, recién electo Mujica presidente de su país, cuando supe de su existencia y méritos de incipiente guerrillero, ganados como preso por largos años, quien hablaba con una rata y lanzaba mensajes por las paredes de la cárcel, lo que no es en América latina y en el ámbito de los luchadores de la izquierda, una singularidad, escribí un artículo titulado, "Preferí el discurso derechista de Piñera al insustancial y ampuloso de Pepe Mujica. Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario". Esta última frase, era un lugar común de CAP, para responder cuando no tenía nada que decir.

En ese trabajo dije "Cuando Mujica habla, uno no sabe a ciencia cierta si lo hace un jefe de Estado, proveniente de la izquierda que, en el pasado reciente, asumió, como muchos en América Latina, el iluso sueño de la lucha armada, por aquello audaz de asaltar el cielo, o se trata de un intelectual, ensayista, novelista o en fin poeta, haciendo lo que le corresponde, incluyendo el cuidado preciosista de las formas. A veces deja la sensación que hablase con sombras o fantasmas, figuras difusas que le atormentan". https://www.aporrea.org/ideologia/a105546.html

Mujica, a pocos meses de haber sido electo presidente, en una reunión de Mercosur, hizo uno de sus discursos, en su acendrado estilo de hablar de manera evasiva, con intención y fines muy definidos, el de pasar agachado, sin dejar de hablar, apelando a aquello de "quien agarre la chupa con ella se quede", nunca comprometerse ni enfrentar a nadie, a quien no perciba débil o pequeño; por lo que entonces escribí, "Ahora mismo, en la reunión de Mercosur, se lanzó con una perorata insustancial, con la boca siempre llena de palabras escogidas y frases reelaboradas, de hablar mucho sin decir nada y de paso esperando el aplauso entusiasta de los escuchas". Y reitero, esto no lo digo ahora, lo dije en el 2010, cuando por primera vez supe de su existencia.

Y agregué, "Premiado por una sonrisa de satisfacción y hasta triunfalista de Sebastián Piñera, presidente de Chile y expresión de la ultraderecha latinoamericana, se lamentó que hubiera unos "apresurados cuando hemos avanzado mucho", en aparente alusión al presidente Chávez o a Evo Morales, quien criticó el modelo capitalista y denunció su ineficacia en nuestro continente".

Y dije eso, por puro formalismo, pues debí decir, lo que siempre he pensado de Mujica, un personaje que pone siempre, por encima de todo, su imagen en ciertos escenarios y ante determinado público. O para decirlo en lenguaje coloquial, de otra manera, no es de esos habilidosos, escurridizos que siempre quedan bien, sino de alguien que, persistentemente "saca el culo" sin lograr que uno lo pase desapercibido. Conste, allí están las pruebas, no lo digo ahora, sino lo dije en el 2010, cuando fue electo presidente. En ese entonces, ante Chávez, Kirchner y las circunstancias del momento, con su habitual pequeño juego de palabras, tal como dije en ese artículo, ponía mucha distancia para que, en EEUU, país donde terminaron reconociéndole como un gran estadista y aliado, no se le juzgara como aquellos atrevidos. Y a más de uno engañó y ha engañado, hasta en Uruguay mismo.

Pero no siempre se mantiene en la pureza, ejercicio gimnástico de su discurso, sino que se vuelve procaz cuando se halla ante alguien a quien define como débil, como eso de haber llamado antes y de nuevo ahora mismo, "vieja", a la señora Kirchner o Cristina Fernández, calificativo que, de acuerdo a sus valores ocultos, pudiera aplicar a Biden, pero él, podrá ser lo que sea, menos pendejo. Y el calificativo, aplicado a la expresidenta argentina, cuando creímos fue una simple ligereza, ahora lo repite, lo que revela su interés de descalificar a quienes tiene como verdaderos enemigos. Hasta Lula, llevó leña en las palabras de Mujica.

Aunque parezca desafinado e importuno dentro del texto, quiero introducir este comentario; hoy, en América Latina, se está produciendo un fenómeno aparentemente inédito; a la derecha tradicional, le ha salido un inesperado competidor por las preferencias de los gobiernos de EEUU del lado de factores que fueron y aún se definen, pese procuren desechar la palabra, como de izquierda. En veces, no sabemos quién es quién y tampoco donde está parado. Este, pareciera ser el resultado de la lucha entre las grandes potencias y la necesidad, mayor que tienen los débiles, de buscar cómo y dónde refugiarse o de cuál padrino pegarse. Unos, transitando por diferentes caminos, parecen más apurados que otros y hasta compitiendo entre ellos, como fieras, por ganarse la confianza y el respaldo de Estados Unidos; más ahora cuando el irascible e impredecible Trump, vuelve a la Casa Blanca. La lucha mundial de hoy parece haber desatado un "sálvese quien pueda", donde se busca "padrinos".

Pepe Mujica, recientemente produjo unas declaraciones, referidas a Venezuela, donde vuelve a hacer uno de su gimnástico modo de hablar, por lo que dice, el cambio en Venezuela llegará "de adentro, en algún momento". En el lenguaje coloquial, la expresión "en algún momento", tiene de manera generalizada la connotación de pronto, improviso. Lo que nos lleva a preguntarnos, de qué habla Mujica, ¿de un golpe de Estado? Pues esas opciones de "un momento a otro", no están previstas en lo constitucional. Y, por un simple diagnóstico de lo venezolano, no le veo sustento a tal sentencia, salvo que a los de adentro, les llegue un planeado respaldo desde fuera. Y en verdad dudo que, en EEUU y menos ahora con Trump, se opte por una acción impolítica, como la intervención militar o promoción de un golpe de Estado para cambiar de gobierno, con el fin alcanzar una meta que parece estar en el interés de ambos lados. Y tampoco creo que, Biden, se atreva en los últimos días de su gobierno, lo que pudiera estar pensando Mujica, "echarle esa vaina" a Trump". ¿Acaso los gobiernos de EEUU se la juegan por principios y personas?

Para cubrir las apariencias Mujica, dice "Tengo íntima discrepancia con los regímenes autoritarios. Lo que no avalo es la intervención de afuera". Lo que no es cierto, pues aparte de los fundamentos que puede tener con respecto a los gobiernos de Venezuela y Nicaragua, a los cuales hizo referencia, bien sabe que, en "ese momento a otro", juega la intervención extranjera de diferentes manera, como la suya misma, cuando expresa su deseo de cambio de gobierno en Venezuela y se lanza en una serie de descalificaciones como, volver a descalificar a la señora Fernández, mientras gobierna en la Argentina un engendro reaccionario y demoníaco como Milei, llamándole a aquella "vieja", cuando él mismo llegó a presidente siendo un anciano y quizás por eso mismo, con las banderas no sólo arriadas, sino lanzadas al olvido. Y de paso, sin pausa, contra Evo Morales, lo que no es otra cosa que contradecirse, pues de esa manera se inmiscuye en los asuntos internos de los países que alude por intermedio de esos personajes.

Cuando aborda los problemas relativos a China, Vietnam y Cuba, lo hace de otra manera. Es obvio que deja sentada su discrepancia en su lenguaje, esta vez simplemente irónico y oportunista, no por convicciones y la verdad misma, pues llama a esos aceptar, mediante el uso de la palabra "banquemos", del lenguaje coloquial sureño, que significa "soportar o aguantar" que, en el nuestro, se podría decir, "eso es clavo pasao". Para Mujica entonces, es valedero soportar lo que muchos soportan y no pueden hacer lo necesario para deshacerlo, pero no lo que sí es posible "desbancar" y, sobre todo, porque está en la mira inmediata de EEUU.

El juicio anterior se deriva de lo dicho por Mujica, que "A los cubanos los pongo aparte. No porque tengan razón. Es que definieron hace como 70 años la dictadura del proletariado y un partido único. Y nosotros tenemos relaciones con China y con Vietnam, y no nos hacemos ningún problema. Entonces banquemos esa situación." EEUU ha terminado por aceptarlos, hasta le sea posible y Mujica, en consecuencia, también.

https://www.aporrea.org/ideologia/n398944.html

Pero es demasiado obvio que, desde que hizo su aparición en los escenarios[ed1] de América Latina, como candidato presidencial del "Frente Amplio" de Uruguay. Mujica, no ha hecho alusión alguna a los males que nos ocasiona el capital externo, el injerencismo de EEUU, por lo que, en su discurso evasivo, pasa por alto las sanciones aplicadas por ese país, particularmente a Venezuela, mediante las cuales daña, hasta cruelmente, a la mayoría de la población. Para Mujica, este problema no existe, como tampoco la injerencia del país del norte en todos los asuntos latinoamericanos. El golpe de Estado dado a Pedro Castillo y hasta la detención arbitraria de este, para nada le llama la atención, como nunca le molestó, las arbitrariedades y barbaridades de Piñera siendo presidente de Chile. Es decir, hay como un acuerdo tácito, quizás él lo llame estratégico entre los suyos, con EEUU.

Es cierto que, el excesivo y hasta indelicado verbalismo, como aquel que caracterizó a Chávez, en el manejo de sus relaciones con el gran país del norte no fue nada inteligente y diplomático, pero el optar disimular en exceso, tanto como callar al extremo o hablar bailoteando para no decir nada, es peor, pues se juega el rol de cómplice y, por algo, a quienes eso hacen, les abren las puertas de par en par.

Y además la expresión convencional, según la cual, "no avalo la intervención extranjera", mientras él se mete hasta la cocina y como capataz de finca, insultando de manera indiscriminada, no es más que una vulgar o simple manera de evadir que lo que sucede; en verdad avala, por lo que, en el gran país del norte, dentro de los círculos de comando y poder, se le tiene en mucha estimación.

Es evidente que, entre lo habilidoso de Allende y la quincalla verbal de Mujica, hay mucha diferencia.


 

[ed1]

 

 

 

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